25.

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Lo bueno de estar en el mes de Julio, aparte de que el clima era bastante agradable, había mil cosas por hacer, como ese autocine que estaría en el parque, por ejemplo.

Nunca había estado en un autocine, solo lo había visto en películas, así que la idea de ir, la tenía emocionada.

Su padre se había ido a pescar con unos amigos de la infancia, así que tenían el fin de semana libre, no es como si él estuviera siempre en casa, así que el concepto "libre" era algo difícil de explicar.

El autocine era realizado con el propósito de recaudar fondos por un incendio que ocurrió en otra ciudad, dejando a más de quince familias sin hogar.

Bajó las escaleras, tenía vestidos de toda clase, en todos los colores y en todas las formas, los consideraba prácticos, además se veía bien con ellos. Se había ondulado el pelo, si hubiera llevado botas habría parecido una cantante de country, pero llevaba zapatos bajos.

Esperaba encontrar a Gustavo, impaciente por tener que esperar por ella, pero alzó ambas cejas al ver a Mike con una lata de cerveza. —¿Y Gustavo? —Preguntó confundida.

—¿No te lo dijo? Irá con Melissa, no sé si entiendas... Serías una molestia para ellos.

Dakota achicó los ojos. —Te lo has inventado.

Mike ajustó su gorra. —Si quieres lo puedes llamar.

Dakota respiró hondo, si Gustavo estaría con Melissa, era obvio que no querría tenerla cerca. —Vamos, pollita —dijo Mike, empujándola.

—Eres un tonto —dijo tratando de atraparlo, pero él se alejó rápidamente.

—Soy tu única opción, pollita.

—¡Deja de decirme así!

Subió al auto de Mike, y se emocionó al ver tantos autos aparcados para ver la película, había visto en la entrada que la película sería People like us, la había visto dos veces, pero una tercera no le haría daño.

Mike buscó en el asiento de atrás otra cerveza y empezó a tomarla, a los cincuenta minutos de haber empezado la película, sintió su mano acariciando su muslo. Él le dedicó una sonrisa brillante, y se concentró en la película.

Pero ella no podía hacerlo, él había deslizado su mano, hasta su ropa interior y empezó a ejercer presión en su feminidad palpitante.

Dakota cerró los ojos un segundo, y reprimió un gemido, pero no sabía cuánto más podría aguantar, no pasaría mucho tiempo antes de que gimiera.

Mike tenía sus dedos dentro de su feminidad. Él se veía tan tranquilo, con la vista al frente, pero ella estaba tan excitada, sus pezones estaban duros y sentía que se correría.

Gimió y recostó su cabeza hacia atrás, mientras se corría. Pensaba que ese acto la liberaría, pero contrario a eso, la había dejado deseosa de más, quería subirse encima de él y sentir su miembro deslizarse lentamente en ella, mientras la abrasaba.

Mike sacó los dedos de ella y los metió en sus labios, ella cruzó las piernas, para así detener el torrente que se había desbordado dentro de ella.

Él pasó el resto de la película con la mano en su pierna, entre ratos tomaba su mano entre las suyas y acariciaba sus dedos.

Dakota lo observó y vio en sus ojos el deseo que ella sentía. Miró al frente, a la película le faltaba poco para acabarse. —Vámonos de aquí —le rogó, impaciente.

Mike asintió, pero antes de encender la camioneta, alguien abrió la puerta trasera, haciendo que ambos saltaran del susto. —Hola, chicos —dijo Richard cerrando la puerta—. ¿Me podrían llevar a casa?

Mike gruñó. —¿Qué ha pasado con tu auto?

—Vine con Mateo, pero se tuvo que ir antes, y no quiero pedírselo a Gustavo, es obvio que está disfrutando un montón.

Todos miraron en dirección al auto de Gus, el cual subía y bajaba bruscamente, no había que ser adivino para saber lo que estaban haciendo esos dos ahí dentro.

—Vamos Mike, no es la gran cosa, es más, los invito a cenar a Papas traviesas.

Papas traviesas era un local abierto las veinticuatro horas, en el que servían todo tipo de comida chatarra, pero su especialidad eran las papas fritas.

Dakota respiró hondo, su plan de tener sexo en el auto tendría que posponerse. —¡Claro! —Exclamó con una sonrisa falsa—. Podemos llevarte, no le hagas caso a Mike, es un pesado.

Richard era un chico tímido, pero cuando entraba en confianza podía ser muy divertido, así se lo demostró al contarle las mejores anécdotas de Mateo y Gustavo.

Ella no podía parar de reír, miró a Mike, el cual bebía cerveza y miraba a los lados impaciente, Dakota lo ignoró y le sonrió a Richard, el cual le contaba una historia de la última vez que se dañó la energía eléctrica en la tienda electrónica.

De camino a casa, Dakota subió al asiento trasero, siguió comiendo papas fritas, mientras escuchaba a Richard hablar. —Gracias Mike por traerme a casa —dijo despidiéndose.

Cuando quedaron solos, un silencio cayó entre ellos, uno muy incómodo. Dakota notó que Mike aparcaba frente a casa. —No ha sido tan malo el viaje.

Él sonrió. —Por supuesto que no —dijo mirando hacia atrás—. Te la pasaste muy buen con Richard.

Dakota se echó hacia adelante, acarició su mejilla y lo besó lentamente. —¿Querías que dejara que Richard sospechara lo nuestro? No seas tonto, Mike —dijo dándole una palmada en la mejilla y bajando del auto.

***

*-* 

Continuará...

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora