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Aunque Anabela parecía ser de una galaxia totalmente diferente a la de los chicos, logró acoplarse al grupo, incluso hizo algunos malos chistes, haciendo que todos rieran a carcajadas, incluso su hermano estaba maravillado con ella.

Era inteligente, amable, divertida y todo lo que ella no era. Bebió su mojito de golpe, se había alejado del grupo por unos minutos, necesitaba poner algo de distancia. Dijo que iría por un mojito, pero ya había bebido cuatro.

Nunca pensó verse en esa situación, es decir, Mike y ella eran prácticamente como agua y aceite, ¿Cómo había pasado que de un día para otro se habían acostado? Y peor aún, que habían iniciado una relación a escondidas. Todo parecía ser un juego, pero ahora, todo era un desastre. Era obvio que se habían involucrado demasiado. O al menos ella lo había hecho.

Ambos sabían que la relación no duraría, no se prometieron exclusividad, mucho menos fidelidad, se suponía que sería algo pasajero, ¿Entonces por qué le dolía tanto verlo con otra chica?

Respiró hondo y bebió el quinto mojito que tenía en la mano. En ese justo momento sonó la canción Ocean Drive de Duke Dumont y como si su cuerpo tuviera vida propia se dirigió a la pista de baile.

El lugar estaba lleno, pero, ella logró colocarse en medio de todos, y tener espacio suficiente para moverse al ritmo de la música, no sabía si era porque la música se había metido en su organismo, o si era el alcohol dentro de su cuerpo haciendo efecto, pero de repente, todo empezó a dejar de importar, se concentró en la música, en lo bien que se sentía estar un sábado en la noche en una discoteca, y en lo bien que se veía esa noche. Todo estaba a su favor, todo estaba conspirando para que la pasara bien, ¿Entonces por qué estresarse?

Su mente dejó de procesar todo lo que había pasado en la última hora, y le proyectaba lindas ideas, de ella, yéndose con un tipo lindo esa noche. Ese pensamiento le gustaba.

después de un rato largo volvió al grupo, pero nadie lo notó, todos estaban escuchando lo que decía Anabela. Ella se recostó de la pared y miró hacia otro lado, no iba a dejar que la nueva novia de Mike arruinara su noche.

—... Pasó solo hace unos días, y solo me preguntó esa noche, ¿Quieres ser mi novia? No me lo esperaba —dijo Anabela, sonriendo.

Y eso hizo que su estado de ánimo volviera a ser melancólico. Las palabras resonaban en su cabeza.

Te odio tanto, Dakota

Te odio tanto, Dakota

Te odio tanto, Dakota

Te odio tanto, Dakota

Mientras ella había estado sumergida en la tristeza, él había estado coqueteando y consiguiéndose una novia. Sonrió a su pesar. Ni siquiera había esperado unos días más, tan solo salió de casa, y dejó atrás todo lo que habían vivido en el pasado.

En la próxima hora fingió que se unía al grupo, asentía cuando debía hacerlo, y reía de los malos chistes, había hecho uno que otro comentario y había mantenido una sonrisa en la cara.

Tomó dos mojitos más, porque sentía el efecto de los cinco anteriores ya se había ido, de repente, la rabia se apoderaba nuevamente de ella, teñida por una tristeza abismal. Ni siquiera podía mirar a Mike a la cara, porque no sabía qué expresión tendría.

Moriría si viera esa mirada altanera diciéndole que ya la había superado, que no había significado nada, y también moriría si viera esos ojos tristes, culpándola de que lo que había pasado era su culpa.

Le dolería eso, pero lo que hizo que su corazón se rompiera, fue que, al alzar la vista, vio el brillo de sus ojos al mirar con ternura a Anabela, se veía feliz, se miraron un segundo, solo un segundo, y sin embargo no vio nada. La miraba como lo que era, la hermana pequeña de Gustavo, como si entre ellos no hubiera pasado absolutamente nada, y no pudo soportarlo más.

Retrocedió y sin poder evitarlo, salió de la discoteca. Necesitaba aire, quería procesarlo todo, pero no podía, porque dolía demasiado, no pensó que él aparecería con una nueva chica, le dolía saber que la había olvidado tan rápido, y que ella solo había sido una más. ¡Maldita sea! Le dolía saber que él era feliz con otra, que esos lindos ojos ya no sonreían al mirarla.

Tragó forzado, las lágrimas empañaban su vista. Y solo esperaba que lloviera, para así convertirse en un maldito y estúpido cliché de chica con el corazón roto en la oscura noche, fuera de una discoteca, sumergida en lágrimas, porque el chico con el cual había estado saliendo a escondidas, la había sustituida por una chica mejor.

Se cruzó de brazos, y cuando miró hacia atrás notó que Mike estaba parado ahí, mirándola fijamente. Demonios. Y ella ni siquiera tuvo tiempo de limpiar sus lágrimas. — Dakota... —susurra lentamente—. Yo...

Ella caminó hasta él y se aseguró de estar tan cerca, que sus susurros podían ser escuchados. Lo miró a los ojos. —¿Te acuerdas que nos dijimos que nos odiábamos? —Preguntó en un susurro—. En ese momento estaba fingiendo. Pero ahora, Mike, ahora sí te odio —dijo con la voz en un hilo, retrocediendo y alejándose de él.

**********

:'(

Continuará...

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora