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Dakota respiró hondo unos segundos, antes de romper a llorar. Su corazón dolía demasiado, y sentía que no podía respirar. Estaba segura de que no había tomado la decisión correcta. Él no merecía esas palabras. Quería más de ella, ese más que aún no podía ofrecer.

Claramente sus palabras trataron de tapar el miedo que sentía al compromiso. La idea de tener una relación sólida con alguien la aterraba, no quería salir lastimada, no quería que la dejaran sola, otra vez.

Talvez sus padres tenían la culpa, por nunca haber sido un buen ejemplo, y mostrarle que nada era definitivo. Talvez ellos habían sido los que le habían inculcado ese sentimiento de no formar una familia. No quería que su vida acabara como la de ellos, dos personas que supuestamente se habían amado, y que, al sol de hoy, ni siquiera podían estar juntos en una habitación. No quería eso.

No sabía qué esperar de Mike. Talvez esto era solo un juego para él, solo tener una novia por unos cuantos meses, hartarse y buscar a alguien más. En su caso sería sencillo.

Sin embargo, ella no podía decir lo mismo. Para poder tener una relación con Mike debía enfrentar a su hermano, el cual, se iba a cabrear bastante cuando descubriera que ellos habían mantenido una especie de relación en secreto, y después estaba la familia de Mike, la cual haría hasta lo imposible para que se separaran.

Tenía que estar segura de que esto no solo era algo pasajero, no quería atravesar un infierno y después acabar sola. La simple idea era aterradora.

No quería revolver todo un panal de avispas para nada. Se levantó de la cama y se obligó a estar bien, o al menos, a parecerlo. Su hermano solía ser despistado, pero no quería tentar a la suerte. Las veces anteriores, Mike había seguido comportándose normal, pero si no lo hacía, entonces ella tendría que hacerlo por los dos.

Al otro día no hizo mucho, Gustavo no amaneció en casa, pero eso era algo que no la sorprendía. Estaba tirada en el sofá cuando vio a su hermano entrar, tenía el aspecto de haber tenido una buena noche, subió las escaleras rápidamente, lo más probable es que tomara un baño y volviera a irse. Respiró hondo y siguió viendo la película que pasaban en la tv, mientras metía la mano en su tazón de palomitas.

La noche había caído, así que no había muchos planes para un domingo a las ocho de la noche. Después de una hora, vio a su hermano sentarse en el sofá con un tazón de palomitas. —¿No vas a salir hoy? —Preguntó.

Él negó. —Mi plan para hoy es quedarme en casa contigo.

Ella se encogió de hombros y le dio una parte de su manta para que se acurrucara junto a ella. —¿Todo bien? —Le preguntó lentamente.

—perfectamente bien —respondió sin mirarlo.

Tener que fingir que estaba bien, mientras estaba sola, era sencillo, pero con su hermano, el juego era complicado. Era como si él pudiera ver la verdad en sus ojos, y le molestaba. Porque él era la última persona que debía enterarse de porqué estaba triste.

La semana pasó bastante lenta, de más estaba decir que Mike no volvió a subir a su habitación, mucho menos a hablarle. Aunque lo escuchaba en el primer piso hablar de vez en cuando su hermano, de hecho, parecía el mismo Mike de siempre.

Lo espiaba, pero procuró nunca estar cerca cuando él estuvo en casa. No estaba lista para verlo y fingir que no pasaba nada. Al final de la semana, su hermano la convenció para salir en grupo. No quería hacerlo porque era probable que Mike fuera, pero no podía esconderse más.

Irían a una discoteca, así que, se aseguró de verse lo suficientemente bella para atraer a Mike a sus brazos, sin tener que dar un discurso de perdón. Se había hecho una trenza que daba el aspecto de estar hermosamente desaliñada. Llevaba un crop top blanco, que había combinado con una falda larga, la cual tenía un abierto, casi hasta al inicio de una de sus piernas, todos eso con tacones negros. Incluso su hermano se había asombrado cuando la había visto.

Cuando llegaron al local, reconoció a mateo y a Tonny, ambos amigos de Gustavo, acompañados con dos chicos, los cuales nunca había visto. Richard no le quitó los ojos de encima y ella se esforzó en darle una sonrisa dulce. —¿Dónde diablos estará Mike? —Preguntó Gustavo, rodando los ojos.

Ella miró hacia la entrada, y como si lo hubiera llamado con el pensamiento, lo vio entrar. Estaba radiante, con un suéter negro y pantalones del mismo color, cuando él se vestía completamente de negro, se veía tan irresistible.

Pestañeó algunas veces al ver a la chica pelirroja con gafas, que le habían presentado en la fiesta que había organizado su madre en la pastelería. Ni siquiera recordaba su maldito nombre.

Él sonreía, y se fijó que sus manos estaban entrelazadas. Si este era su plan para ponerla celosa, entonces ambos iban a jugar. —Hola chicos, les presento a Anabela, mi novia.

Todos los chicos hicieron un sonido gracioso, todos aplaudieron y empezaron a decir cosas con doble sentido, todos hacían algo, excepto ella, que se había quedado completamente congelada, mirándolos a ambos.

Su mirada se concentró en Mike, pero él no la miró, ni una sola maldita vez. Pestañeó algunas veces y desvió la mirada. Sus ojos se aguaron al entender el mensaje que él le estaba enviando. Era claro, que con esa presentación le anunciaba que su relación había acabado definitivamente.

*****

SANTA MIERDAAAAA :O 

Continuará...

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora