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Dakota siguió arreglando su cabello, la ignoró deliberadamente, porque había tantas cosas que pasaban por su cabeza y que quería decir, que sabía que si abría la boca, las cosas acabarían mal.

—Sé lo que sientes, y te entiendo...

no me digas

—Sé que me ves como una invasora, porque soy nueva aquí y me he hecho amiga de Gus y los chicos.

—Gustavo, su nombre es Gustavo —la corrigió.

Anabela respiró hondo. —Quiero que sepas que no trato de tomar tu espacio, sé que eres la única chica, y que todos te estiman, no quiero ser tu competencia. No soy tu rival...

—Por supuesto que no lo eres —dijo bruscamente.

—...Solo trato de decir, que quiero que seamos amigas, en verdad me gusta Mike, y quiero ser parte del grupo, él aprecia a sus amigos, y yo quiero ser parte de todo esto.

—No soy yo la que te lo estoy impidiendo —dijo mirándola fijamente. Fingió una sonrisa y salió del baño, no la soportaría un segundo más.

—Dakota... —dijo ella, obligándola a girarse—. Solo quiero estar bien con Mike.

Ella se encogió de hombros. —Anabela, no sé si te has dado cuenta, pero todos esos chicos ya te adoran, ¿Por qué estás aquí conmigo?

—Vi tu cara, no parecías feliz.

—Mi enojo no tiene que ver contigo, así que puedes estar en paz, lo digo en serio —dijo mirándola fijamente.

En ese momento sintió una presencia, y no dudó en adivinar de quien se trataba al ver la sonrisa en la cara de Anabela. —¿Pasa algo? —Preguntó Mike.

Dakota negó, alejándose de ellos, pero Mike la tomó del brazo. —¿Me dejas hablar con ella un momento? —Preguntó mirando a Anabela.

Ni siquiera cuando quedaron solos la soltó. De hecho, se quedaron unos segundos viéndose el uno al otro, era como si sus ojos estuvieran gritando las palabras que no se atrevían a salir de sus labios.

Mike respiró hondo. —¿Qué le dijiste, Castor?

—No le he dicho nada, Mike.

—No te creo.

Ella se liberó de su agarre y lo miró fijamente. —Talvez si me conocieras un poco más, sabrías que no sería capaz de decirle algo, además no tenía nada que decirle, tú y yo no somos nada. Solo soy la pequeña hermana de Gustavo que proteges cuando él no está alrededor.

La tristeza brilló en sus ojos. —Felicidades por tu nueva novia, es una buena chica —dijo poniéndole una mano en el pecho.

—Dakota, yo...

No escuchó sus palabras, porque solo se fue. No quería alargar más esa noche, ya había pasado demasiado. Solo quería regresar a casa y olvidar todo lo que había pasado.

Se acercó a Gustavo y le dijo que quería irse a casa, ya quería acabar con todo ese circo. Su hermano le sonrió, se despidieron de todos y salieron de la discoteca.

Pero el camino de regreso a casa fue insoportable, él no paraba de hablar de Anabela, decía maravillas de la chica, cerró los ojos y gruñó en su interior. Ni siquiera dejó de hablar de ella, cuando cenaron en papas traviesas. ¡Maldita sean todos!

Se lavó la cara y los dientes, se amarró el pelo y empezó a desvestirse. Su mente estaba completamente en blanco mientras quitaba su blusa, y su falda. Acarició su brazo, era una noche agradable. Casi saltó del susto cuando escuchó su móvil sonar, tomó la llamada con los ojos cerrados. —¿Por qué te desvistes con las ventanas abierta?

Abrió los ojos y miró por la ventana, aunque estaba oscuro, en el gran ventanal de su imponente casa, se veía una sombra. Dakota se paró justamente de frente a él y se quitó lentamente el sostén. Escuchó que su respiración se agitaba, y eso hizo que su corazón se acelerara un poco.

—No hagas eso —susurró con voz ronca.

Ella sonrió, se acercó a la ventana y cerró las cortinas de golpe, luego apagó su móvil, y se tiró en la cama. —Maldito seas, Mike —susurró antes de quedar profundamente dormida.

****

:O

Continuará... 

No seas tonto, Mike!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora