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En su primer día del sexto grado, Rosejay supo que todo sería diferente.

Mientras sus amigos esperaban ansiosos el festín de bienvenida, ella no hacía nada más que buscar a Clayton Macgtried con la mirada,

quién extrañamente, no se encontraba ahí.

Su mejor amiga, Katrina, la codeó por debajo de la mesa, llamando su atención.

"Quizás está enfermo" dijo, adivinando los pensamientos de la pelirroja. "O llegará retrasado. Pero por favor, deja de lucir como una acosadora."

Rosejay resopló.

¿Qué tan malo era preocuparse por él?

Desde que fue asignada a Ravenclaw Rosejay ocupaba el mismo lugar, sin importar qué.

Y todo porque en su primera cena en Hogwarts, el misterioso Clayton la veía fijamente desde la suya propia, de Slytherin.

Ella no cambió de puesto el resto del año, ni él tampoco.

Así que ambos pasaban la mayoría de las comidas lanzándose miradas

(más de parte de Clayton que de Rosejay, pero eso ella no lo sabía),

y con ello, terminó experimentando una gran atracción hacia él.

Aunque Katrina prefería llamarlo obsesión.

Los alumnos de primero entraron entonces por las grandes puertas, esfumando sus pensamientos acerca del aún desaparecido.

Rosejay se volvió y esbozó una sonrisa al ver sus rostros emocionados y confundidos, justo como ella se había sentido en su primera vez ahí.

Y al final de ellos, una figura avanzaba con paso lento y calmado.

Era Clayton.

Rosejay observó de reojo como saludaba a un par de compañeros y se sentaba en su mesa.

En el momento en que se giró de vuelta, él ya tenía sus ojos en ella.

Rosejay sonrió.

Y como en otras ocasiones, Clayton estuvo a punto de devolverle el gesto.

Draco dormiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora