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Rosejay miró a Clayton, aún desconfiada. ¿Era correcto creerle a pesar de lo nervioso y sospechosos que actuaba?

Cada tanto veía a sus espaldas mientras caminaban en el bosque, según él cuidándose de los dos centauros que lo perseguían, y aunque Rosejay sabía que esas criaturas si existían en el bosque, algo le incomodaba en todo aquello, sobre todo después de haber asumido la naturaleza de su relación con Snape.

Pero sabía, definitivamente, que eso no tenía nada que ver con el hecho de que Clayton la había tomado de la mano en cuanto empezaron a avanzar para encontrar a su grupo.

La mano de Clay era tan fría... Rosejay la apretó y lo miró a la cara, esperando su reacción.

"No me molesta, si es lo que crees" dijo él, con una media sonrisa que derritió el corazón de la muchacha y casi hizo que toda duda se esfumara de su cabeza. "Sólo quiero protegerte" con la mano libre se removió el cabello, denotando frustración, "aunque eso parece casi imposible."

"¿Por qué?" Inquirió confundida. "¿De qué necesitas protegerme? ¿De ti, de ser expulsada, de Snape, de...?" Tragó en seco. "¿De aquella horroroza criatura que asesinó al unicornio?"

"En realidad" Sin previo aviso, la mano de Clayton subió por su brazo, hasta llegar un poco más arriba de su muñeca. Empezó a tirar de ella con fuerza y Rosejay pronto tuvo que trotar para seguirle el paso, "sólo has acertado a una" mientras corrían, esbozó una tétrica sonrisa que casi le hizo detenerse. "No eres tan buena detective, ¿eh?"

Si tan sólo superas que sé lo tuyo con Snape, pensó, y que planean usar la Piedra Filosofal para volverse ricos...

Redujeron el paso al adentrarse a un terreno tupido por los árboles.

A lo lejos, el eco de extrañas pisadas se hizo presente.

Rosejay se pegó más a Clayton y casi de inmediato sacó su varita. Clayton, por su parte, sólo se adentró más a la oscuridad, tirando de ella con él. Aún a pesar de la negrura, se dió cuenta de que no había hecho ademán para tomar su varita, la cual veía sobresalir desde uno de los bolsillos de sus vaqueros.

"Clay" Rosejay lo llamó, y aunque el asintió ante la pronunciación de su nombre, no despegó la vista de los alrededores. "¿Tienes idea de lo que está pasando aquí?"

Clayton volvió a asentir.

"Hay un unicornio muerto" dijo.

"Ví lo que lo mató, lo ví beber su sangre" tembló ante el recuerdo. Sólo entonces Clayton se giró a ella. "La criatura no se parecía nada de lo que vimos en nuestras clases o lo que está en los libros."

"¿Estás segura de lo que viste?"

"Por supuesto que si" frunció el ceño. "Era horrible, Clay."

"Bien, te creo" los pasos se hicieron más cercanos y Rosejay se percató de que en realidad no eran eso, sino galopes, como un caballo... O un centauro a juzgar por la expresión de espanto del rostro de Clayton. "Tengo que irme" habló apresuradamente. Apretó la mano de Rosejay una vez más. "Ellos te ayudarán, pero por favor, no le menciones a nadie que me viste aquí. A nadie. Absolutamente a nadie."

Clayton se fue tras eso, y Rosejay aguardó escondida a que los galopes se volviesen más cercanos para salir al encuentro del centauro y pedir ayuda.

"Harry Potter" se escuchó una voz profunda. "¿Sabes para qué se utiliza la sangre de unicornio?"

Rosejay vio la silueta de Harry a través de las ramas y hojas. Estaba un poco más arriba de lo normal del suelo... Sobre la espalda de un joven centauro.

"No" contestó el niño, y Rosejay sintió un escalofrío al comprender las palabras del centauro. "En clase de Pociones solamente utilizamos los cuernos y el pelo de la cola de unicornio."

"Eso es porque matar a un unicornio es algo monstruoso" dijo el centauro. "Sólo alguien que no tenga nada que perder y todo para ganar puede cometer semejante crimen. La sangre de unicornio te mantiene con vida, incluso si estás al borde de la muerte, pero a un precio terrible. Si uno mata algo puro e indefenso para salvarse a sí mismo, conseguirá media vida, una vida maldita, desde el momento en que la sangre toque sus labios."

Rosejay había leído acerca de aquello una vez en ese mismo año. Terry y Katrina la habían acompañado a la biblioteca a investigar más acerca de la Piedra Filosofal cuando Terry de pronto apareció con un libro que estaba marcado, muy sospechosamente según él, en la página que hablaba acerca de la sangre de unicornio.

Ni Rosejay o Katrina le habían tomado importancia, pero aún así, recordaba lo suficiente del texto para saber que lo que el centauro decía era verdad.

"Pero ¿quién estaría tan desesperado?" Harry preguntó. "Si te van a maldecir para siempre, la muerte es mejor, ¿no?"

"Es así" contestó el centauro, "a menos que lo único que necesites sea mantenerte vivo el tiempo suficiente para beber algo más, algo que te devuelva toda tu fuerza y poder, algo que haga que nunca mueras. ¿Harry Potter, sabes qué está escondido en el colegio en este preciso momento?"

"¡La Piedra Filosofal!" Exclamó Rosejay en un susurro, al mismo tiempo que Harry lo hacía.

"¿No puedes pensar en nadie que haya esperado muchos años para regresar al poder, que esté aferrado a la vida, esperando su oportunidad?"

Rosejay negó ante la pregunta del centauro. No era posible. Él había muerto, ¿no? Todos sabían eso, todos lo recordaban. El gran Mago había sido vencido, jamás regresaría... ¿O si?

"¡Harry, Harry!" Los gritos de Hermione Granger cortaron lo que sea que Harry estuviese diciendo. Detrás de ella venía Hagrid en compañía de Neville e inclusive Fang y un furioso Malfoy.

Harry se bajó del lomo del centauro, encontrándose con sus amigos y Malfoy.

Les indicó donde estaba el unicornio, y sólo entonces Rosejay salió de su escondite y fingió haberse perdido y estar muy feliz de encontrarlos (excepto a Malfoy, eso lo dejó bien en claro).

No le mencionó nada a Harry acerca de que había escuchado su conversación con el centauro y lo que ahora ambos sabían.

Al menos, no en ese momento.

Draco dormiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora