Rosejay recorrió impaciente todo el camino de la torre de Ravenclaw hasta el corredor del tercer piso.
Usaba su ropa de dormir, y por un pequeño incidente ocurrido en su habitación antes de salir (puesto que una compañera casi la descubre), también iba descalza.
El frío suelo le cortaba la respiración, pero ésto era fácilmente reemplazado por la ciega idea de que se encontraría con Clayton y que de alguna forma, arreglarían las cosas.
Juntos.
Al arribar al dichoso lugar de la cita, Rosejay supo que algo andaba mal.
Quizás era la soledad que invadía los alrededores, o los temblores que subían por toda su columna vertebral, haciéndola estremecer.
Y lo más importante: ya pasaba la medianoche y no había rastro de Clayton.
Rosejay, aferrada a la idea de verlo como cualquier chica enamorada ansía un encuentro con su complemento, permaneció ahí, esperanzada de su llegada.
La primera vez que hablé con él fue aquí, pensó. Él salía de esa... Se giró, hasta dar con su objetivo. ¡De esa puerta!
Entonces Rosejay avanzó hacia ella, con la varita en alto y frente a su cuerpo.
Con un sencillo Alohomora, la cerradura cedió, permitiéndole abrirla.
Y luego Rosejay deseó no haberlo hecho.
Sus ojos se abrieron del espanto al ver un gran perro de tres cabezas mostrando sus fauses en actitud letal. Rosejay pegó un brinco, hacia atrás. Y con esa distancia, pudo observar que debajo de una de las gran patas de perro, se encontraba una trampilla.
¿Y qué cosa podía ser tan valiosa para dejarla resguardada por un peligroso animal?
Un sólo objeto llegó a la cabeza de Rosejay: la Piedra Filosofal.
Con agilidad, cerró la puerta tras de sí. Abrumada por el gran impacto que había causado la imagen del perro en ella, se tomó unos minutos para tranquilizarse y luego decidió que no esperaría a Clayton ni un minuto más ahí. No con un perro de tres cabezas del otro lado del pasillo.
Apenas recorrió la mitad del corredor, cuando una luz la hizo eco en un extremo, seguido de un maullido.
"Maldición, Filch" se quejó en un susurro.
Vio a su alrededor, desesperada por encontrar donde esconderse, pero fue muy tarde.
Filch estaba ya frente a ella, mas no solo. Harry Potter y Hermione Granger lo acompañaban, con una cara de espanto que Rosejay imaginó, era similar a la suya.
Intentó sonreírles a modo de saludo. Lo intentó.
"Vaya, vaya" Filch sonrió ladinamente, con la señora Morris ronroneando a sus pies. "Creo que tenemos un tercer premio aquí."
Y así fue como Rosejay terminó en la oficina de Minerva McGonagall,
con otro castigo.
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Draco dormiens
FanfictionQuizás Rosejay debió tomar mucho más en serio ese viejo lema de "nunca hagas cosquillas a un dragón dormido." TERMINADA PORTADA POR @ocarett Primer puesto en la categoría "fanfic" en los Flower Awards 2017