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Pasaba la medianoche, y Rosejay recorría los pasillos vacíos del castillo con su varita en lo alto emanando una débil luz.

Llevaba unos minutos merodeando, cuando vio a cuatro niños ir corriendo de aquí para allá en las escaleras.

Se trataba del mismísimo Harry Potter, su amigo pelirrojo, el niño Weasley, una niña con mucho cabello rizado y otro pelinegro.

Iban discutiendo y quejándose acerca de algo que Rosejay no pudo escuchar.

Y si había algo que Rosejay tenía en ese instante, era mucha curiosidad.

Así que en cuanto los perdió de vista, siguió los pasos que ellos habían dejado atrás, terminando frente al corredor prohibido (el pasillo de la derecha del que Dumbledore les había advertido mantenerse alejados ese año) del tercer piso.

Frunció el ceño, totalmente confundida.

¿Qué harían esos niños por ahí? Y peor aún, ¿qué hacía ella ahora, jugar al detective y arriesgarse a ser castigada?

Lanzó un suspiro al aire, decidida a escabullirse y olvidar a los cuatro niños y a cierto muchacho, cuando el sonido de una puerta resonó en todo el corredor.

La silueta de Clayton Macgtried emergió de entre las sombras, arreglándose la túnica con una mano y con la otra intentando aplacarse el rebelde cabello.

Alzó la mirada, topándose con los ojos de Rosejay que lo veían fija y tendidamente.

"Rosejay" dijo él con simpleza y un asentimiento de cabeza, en modo de saludo, como si fuese de lo más común encontrarse con alguien a medianoche fuera de sus habitaciones.

Rosejay sintió que dragones empezaban a danzar a su alrededor.

Nunca antes había hablado con Clayton, y en ese preciso momento lo tenía frente a ella.

Además, acaba de pronunciar su nombre con su profunda y ronca voz.

"Clayton" habló finalmente. Dudó unos segundos entre preguntar o no, pero la expresión de preocupación en el rostro del muchacho la orilló a ello. "¿Qué hacías ahí?"

Clayton no contestó inmediatamente, y sus facciones se volvieron tal cual piedra; duras e inexpresivas.

"Podría hacerte la misma pregunta, pero sé que no me lo dirás" contestó. Rosejay hizo el ademán de intervenir, pero él se lo impidió. "¿Qué haces escapando de tu dormitorio? ¿Ya te cansaste de vivir tu vida perfecta llena de reglas y orden?"

Empezó a caminar en su dirección, seguramente para huir de sus cuestionamientos, mas en el breve momento que estuvo a la misma altura que Rosejay, ésta se atrevió a tocarle un hombro.

"Clay..." Murmuró ella, confundida por su actitud. Él dió un paso hacia atrás, eliminando todo contacto entre ellos.

"¿Por qué no te metes en tus propios asuntos, Lula?" Gruñó, y después se alejó con grandes zancadas de ahí.

Bien, definitivamente su primera conversación con Clayton no había sido la ideal,

pero al menos la consideraba horrorosamente memorable.

Aún así, la verdadera razón de por qué Clayton se paseaba por esa sección y lucía tan nervioso se mantenía inconclusa.

Además, también estaba el detalle de que él acababa de llamarla por su segundo nombre, cuando Rosejay apenas recordaba habérselo dicho una vez a Katrina y que ninguno de los profesores se referían a ella de esa forma.

¿Cómo lo había adivinado él entonces?

Draco dormiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora