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Esa tarde, Rosejay iba tan concentrada en sus pensamientos (la mayoría respecto a Clayton y su misterioso comportamiento), que terminó por perderse entre los inumerables corredizos del castillo.

Las escaleras debieron moverse y yo apenas me he dado cuenta, pensó. Qué tonta.

No reconoció el lugar donde se encontraba ni las armaduras o retratos que la rodeaban.

Se tocó la cabeza, confundida, y decidió echar a la suerte y empezar a probar por los corredores y puertas hasta encontrar una salida o un camino conocido.

La primera puerta de la derecha era sólo un salón de clases vacío, y la siguiente resultó ser una vieja bodega con instrumentos de limpieza que saltaron en cuanto echó un vistazo dentro de ella, inclusive, un viejo trapeador jaló la puerta de vuelta con sus barbas.

El tercer intento fue el vencedor.

Nuevamente, se trataba de otro salón abandonado, pero éste tenía algo diferente al anterior.

Alguien, en realidad.

Clayton se encontraba en medio de la sala, sentado en una mesa vieja y observando fijamente el atril que tenía frente.

En cuanto Rosejay abrió la puerta y el rechinido de ésta rebotó en el cuarto, él giró su cabeza hacia ella y le dedicó una mirada incrédula.

"¿Rosejay?" Inquirió, como si temiese que se tratase de una mera alucinación. "¿En verdad eres tú?"

Rosejay esbozó una cálida sonrisa.

"Supongo que esto es otro secreto, ¿o me equivoco?" Clayton pegó un brinco al notar que se acercaba, y lanzó un pedazo de tela para cubrir lo que se apoyaba sobre el caballete.

Clayton medio asintió.

"Podría decirse que si" contestó con simpleza.

"Eres alguien muy complicado entonces."

"¿Complicado?"

"Sí, complicado."

Él enarcó una ceja.

"Rosejay Lula Kasim, yo soy un simple sangre sucia que apenas logró pasar unas cuantas materias, y tú eres una brillante estudiante que no deja de meter las narices donde no le incumbe y además, parece ser un pozo sin fondo de preguntas, ¿y me llamas a mí complicado?"

En lugar de ofenderse, Rosejay sonrió aún más.

"¿Me dirás qué haces aquí o debo seguir fastidiandote para saberlo?"

Clayton soltó un bufido, pero Rosejay pudo ver un indicio de una sonrisa delizarse con el gesto.

"Siempre me ha gustado pintar" terminó diciendo, tocando con las puntas de los dedos la tela sobre el atril. "Supongo que me hace sentir proyectado o lo que sea, pero me fascina en realidad. Encontré este lugar a finales del año anterior y a principios de éste decidí convertirlo en mi pequeño estudio personal. En serio lo necesitaba."

Rosejay puso su mano sobre la tela igual. Tan cerca de acariciar a Clayton...

"¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?" Lo miró a los ojos directamente. Clayton intentó terminar el contacto, pero Rosejay buscó los suyos hasta que cedieron en la huída.

"En mis vacaciones viajé a Albania" respondió. "Ya sabes, paisajes nevados y absurdamente hermosos, y lo único que quería era plasmarlos para nunca olvidarlos."

Rosejay tuvo que morder el interior de su mejilla para no dejar ir las preguntas que su mente formulaba con rápidez.

"Apuesto que debe ser precioso" dijo en su lugar, observando de nuevo al lienzo cubierto y las manos de ambos que ansiaban su encuentro.

Clayton asintió y sonrió completamente.

"En serio lo es" dijo él. "Lo más precioso de todo."

Draco dormiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora