5

351 51 0
                                    

Rosejay siempre había odiado a Peeves, el poltergeist horroroso y molesto que solía andar por la escuela buscando problemas.

Él le jalaba el cabello, la hacía tropezar con sus grandes pilas de libros, y además, Peeves la había pillado en el regreso a la Torre de Ravenclaw, y para su mala suerte, Argus Filch, el malhumorado celador, la atrapó intentando persuadirlo de no acusarla.

Eso le costó veinte puntos a Ravenclaw.

Además, Rosejay recibió una gran reprimenda y castigo de Filius Flitwick, el director de su casa y profesor de encantamientos.

Al parecer, nadie podía entender por qué alguien cómo Rosejay había osado a salir por la noche a escondidas, ni su prefecto, el profesor, Katrina o la misma Rosejay.

Mucho menos Clayton.

Rosejay cumplía su castigo en el invernadero, limpiando el desastre que habían dejado los de la clase de botánica. No paraba de refunfuñar y quejarse en voz baja de lo idiota que había sido por intentar negociar con Peeves y no correr, cuando una serie de pasos se hicieron presentes.

Sorprendente e increíblemente, se trataba de Clayton.

"Rosejay" la saludó como la noche anterior en el pasillo. Ella sólo lo miró, murmuró un corto "hola" y regresó a limpiar el suelo. "Lamento mi comportamiento de anoche" continuó diciendo, con un carraspeo. "No debí haberte hablado así ni dejarte sola con Flich por ahí, lo siento mucho."

Rosejay se encogió de hombros, y con el antebrazo (traía guantes puestos y éstos estaban muy sucios) se movió un mechón del cabello.

"Está bien" dijo. "Ha sido cosa mía después de todo."

De pronto Clayton estaba a su altura, y en ésta ocasión, fue él quién le quitó el cabello del rostro.

Sus ojos la estaban viendo directo a los suyos, fijamente. Pero no temblaba ni nada parecido, se sentía peculiarmente estable y fuerte.

Quizás Clayton le hacía eso.

"¿Por qué lo hiciste?" Le preguntó en un semblante casi tan serio como el de anoche. "¿Por qué ir a ese corredor?"

"Podría preguntarte lo mismo, pero sé que no me lo dirás" repitió sus palabras, con burla. Clayton sonrió ante eso y debido a tan hermoso gesto, Rosejay no pudo evitar hacer lo mismo.

Ésta vez fue Clayton quién se encogió de hombros.

"Supongo que tienes razón."

"La tengo."

"Los de Ravenclaw y su errónea creencia de que lo saben todo" negó con la cabeza, aún sonriendo.

Al terminar de limpiar el piso y ordenar el resto de los instrumentos para la materia (se suponía que Rosejay no debía utilizar magia en el tiempo del castigo, pero nadie se lo había prohibido a Clayton, quién encantó las escobas como disculpa), Rosejay y Clayton se detuvieron en la puerta, sin saber cómo despedirse del otro.

"Tengo entrenamiento de quidditch" dijo él. Rosejay asintió, recordando que él era el buscador del equipo y las incontables ocasiones que se había cubierto los ojos cuando era empujado por los otros jugadores. "Habrá un juego pronto."

"Lo sé" murmuró de vuelta.

Por tercera ocasión, Clayton sonrió.

"Pero no lo sabes todo, ¿o sí?"

Draco dormiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora