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Rosejay se encontró a las once de aquella noche en el vestíbulo de la entrada.

En el camino, Harry Potter, Hermione Granger y Neville Longbottom la alcanzaron.

"No tienen idea de lo que me topado la noche que Filch me pilló" le contó a los niños mientras caminaban desgranados. "En el pasillo del tercer piso hay un gran perro que..."

"Qué custodia una trampilla" la interrumpió Harry.

"Y que tiene tres cabezas" Hermione concordó. "Además de que seguramente protege la Piedra Filosofal."

Rosejay frunció el ceño.

"Vaya, al parecer están muy bien enterados del asunto" murmuró. "Katrina casi se cae de la silla cuando le conté de la criatura."

"Su nombre es Fluffy, por cierto" Harry se encogió de hombros. "Le pertenecía a Hagrid."

"¿Y ustedes qué hicieron? Anoche no pudieron contármelo" comentó. Y era verdad, Flitwick se había encargado de sacarla de la oficina de McGonagall antes de poder hablar con los niños.

"Nos atraparon en la torre de astronomía, después de entregarle un dragón a los amigos del hermano de Ron" Hermione le dedicó una mirada de soslayo a Neville, al igual que Harry. Neville agachó la cabeza.

"¿Un dragón?" Rosejay se quedó boquiabierta. "Deben estar bromeando, ¡eso ha sido peligroso!, aunque ya tengo una idea de a quién ayudaron con eso" comentó, analizando el hecho de que si Hagrid era capaz de tener un perro de tres cabezas y llamarlo Fluffy, por qué no un dragón.

Cuando llegaron al vestíbulo Filch ya estaba allí y para su no tan grata sorpresa, el horrible celador era acompañado por el pequeño diablo de Draco Malfoy.

"¿Qué hace Malfoy aquí?" Preguntó por lo bajo.

"Ha sido castigado con nosotros" habló Neville por primera vez, con la voz temblorosa.

Rosejay bufó. Malfoy no era ningún santo de su devoción. Quizás se debía a su pésima actitud y complejo de superioridad por provenir de una familia adinerada, o simplemente tenía que ver con el hecho de que Clayton le había contado que el niño solía molestarlo por tener padres muggles.

"Síganme" Filch encendió un farol y los condujo afuera. "Seguro se lo pensaran dos veces antes de romper otra regla de la escuela, ¿verdad?" Los miró con aire burlón. "Oh, sí... trabajo duro y dolor son los mejores maestros, si quieren mi opinión... es una lástima que hayan abandonado los viejos castigos... colgarlos de las muñecas, del techo, unos pocos días" suspiró, nostálgico. "Yo todavía tengo las cadenas en mi oficina, las mantengo engrasadas por si alguna vez se necesitan... Bien, allá vamos, no piensen en escapar, porque será peor para vosotros si lo hacen."

Cruzaron el oscuro parque, con las sombras tocándolos en su mayoría puesto que el farol de Filch no era suficiente para iluminar a todo el grupo, y además, las nubes cubrían a la luna, en complicidad.

Rosejay, que iba al final del grupo, estuvo segura de distinguir un extraño movimiento entre los árboles del borde.

Parpadeó, y luego nada.

Seguramente empezaba a imaginar cosas por el nerviosismo.

"¿Eres tú, Filch?" Escucharon un grito a la lejanía. Las ventanas de la casa de Hagrid, el guardián de los terrenos de Hogwarts, estaban iluminadas. "Date prisa, quiero empezar de una vez."

Rosejay vio como el rostro de Harry y Hermione se llenaba de alivio al escuchar la voz de su gran amigo. Neville seguía tan nervioso que Rosejay sintió pena por él. Y ni hablar de Malfoy, el mocoso iba refunfuñando y quejándose —murmurando siempre "mi padre se enterará de esto"—. Rosejay estaba ya fastidiada de él. ¿Cómo los demás eran capaz de soportarlo?

"Supongo que crees que vas a divertirte con ese papanatas, ¿no?" Filch preguntó burlón, observando a Harry. "Bueno, piénsalo mejor, muchacho... es al bosque adonde irán y mucho me habré equivocado si vuelven todos enteros."

Rosejay bufó. Filch pareció haberla escuchado, puesto que su mirada viajó de Harry a ella.

"¿La señorita tiene algún inconveniente?"

"No moriremos ni seremos despedazados" dijo. "Hagrid no dejará que eso nos suceda."

"Él no puede protegerlos a todos" Filch acotó. "Por si no lo has notado, son un grupo peculiarmente numeroso."

Neville dejó escapar un gemido y Malfoy se detuvo de golpe.

"¿El bosque?" Exclamó el niño, sin su máscara de indiferencia. "Hay toda clase de cosas allí... dicen que hay hombres lobo."

Neville se aferró de la manga de la túnica de Harry.

"Eso es su problema, ¿no?" La voz de Filch brillaba de alegría. "Tuvieron que haber pensado en los hombres lobo antes de meterse en problemas."

Finalmente Hagrid se acercó a ellos, en compañía de un gran perro de pelaje negro. También llevaba una ballesta en manos y un carcaj con flechas en la espalda.

Rosejay sabía que el bosque era peligroso, cualquiera en Hogwarts lo hacía, y que por supuesto, estaba prohibido para los estudiantes andar merodeando en el.

La visión de Hagrid armado le hizo sujetar con más fuerza la varita.

"Menos mal" dijo el guardián. "Estoy esperando hace media hora. ¿Todo bien, Harry, Hermione?"

"Yo no sería tan amistoso con ellos, Hagrid" Filch lo miró mal. "Después de todo, están aquí por un castigo."

"¿Por eso llegan tarde, ¿no?" Hagrid frunció el ceño. "¿Has estado dándoles sermones? Eso no es lo que tienes que hacer. A partir de ahora, me hago cargo yo."

Filch hizo una mueca de disgusto.

"Volveré al amanecer" dijo finalmente, con malicia "para recoger lo que quede de ellos."

Después, se giró y la oscuridad se lo tragó. Apenas distinguían su figura andante —la cual, para Rosejay, se onduleaba en felicidad— en dirección al castillo.

"No iré a ese bosque" Malfoy aclaró, con un notorio temor.

"Lo harás, si quieres quedarte en Hogwarts" dijo Hagrid con severidad.
"Hiciste algo mal y ahora lo vas a pagar."

Malfoy siguió quejándose un rato más, y Hagrid se encargó de callar todos sus reclamos. Rosejay se sentía exhausta como para hacer algún comentario, y el guardián parecía arreglárselas muy bien con el niño.

Un pensamiento no dejaba de rondarle la cabeza.

Clayton no había asistido a su cita la noche anterior, a pesar de que había sido él quien la convocó. Él pensar en ello le revolvió el estómago.

¿Acaso Clayton quería que fuese castigada o todo había sido mera coincidencia?

Porque después de verlo salir con los ojos llorosos de la oficina de Quirell...

No, él no haría eso. Él no... ¿O si? Rosejay no tenía idea de qué pensar.

Suspiró, y se limitó a seguir al grupo,

en dirección al oscuro y terrorífico bosque.

Draco dormiensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora