Es un vampiro.

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—Ay dios... - Susurré mientras caminaba tras él, en su casa. Todo era glorioso, grandioso. Podía notar como Kyle había puesto cada detalle de si mismo plasmado en su casa.— ¿Y tus padres?

Mala pregunta. Su rostro se ensombreció durante unos segundos antes de volver a adoptar su faceta de chico de hielo.

— Murieron. -Respondió. Podía notar el dolor y el esfuerzo que le había llevado pronunciar aquella palabra. Decidí no hacer ningún comentario al respecto, desde luego que ni para él ni para mí era de buen gusto hablar de muertes.

Tras dejar mis cosas en un pequeño cuarto -el cual estaba lleno de campañas y sacos de dormir- ambos nos dirigimos al salón.

—¿Qué te pasó en el brazo? —Preguntó rompiendo el silencio. Yo me encogí de hombros restándole importancia a los hechos.

—Me resbalé hace un mes, en un par de días me quitan la escayola.

— Cuando una persona te pide que te cuides no espera que cuando vuelva te encuentre herida.

—Pero cuando esa persona dice que vuelve en un par de días no te esperas que tarde un mes.

Touché.

Sonreí satisfecha, me gustaba ganar y aún más ver como Kyle fruncía el ceño al darse cuenta de que, de un segundo para otro, me había declarado la ganadora de esa breve e insignificante discusión.

Pero al parecer, él no pensaba rendirse.

—Alguien me ha echado de menos,-bromeó él, permitiéndome apreciar cada detalle de su bonito, por no decir magnifico, rostro.

— Sí, te he echado de menos. -Respondí, siendo sincera. Pero aún guardaba un as bajo la manga.
—Elena...

—¿No ves que necesito un chofer para que me lleve al instituto?

Él frunció el ceño, le había molestado y yo lo sabía, pero no me molestaba en lo absoluto.

- No es creíble, busca otra excusa—replicó él—, sé cuanto te gusta caminar.

— Eres insoportable.

— Sabes que realmente no piensas eso.

¿Cuando el tímido y cerrado Kyle se había convertido en una persona bromista y abierta?

— Callate. —Le ordené pero su mirada no estaba puesta en mí. En un principio, viajaba delicadamente entre mis labios y mis ojos, podía ver en los suyos como ardía interiormente. Bajé mis ojos hacia sus manos y tal y como lo suponía, él jugaba con ellas.

Era yo quien desde un principio, le había puesto nervioso, lo cual, en vez de gustarme, me extrañaba. Algo escondía, y debía de ser muy, pero que muy gordo. Entonces volví a mirarle a él y pude contemplar como miraba a algo —o alguien– detrás de mí. Intenté girarme, pero sus frías —heladas, delicadas, suaves...— detuvieron mi rostro y me obligaban a mirarle a él. Podía ver como sus sentidos estaban puestos en algo que se encontraba detrás de la puerta, parecía un cazador acechando a su presa.

—...  Pero tienes un defecto, eres muy ingenua.

Recordé aquellas palabras y sentí como un escalofrío recorría mi piel, no quería creer lo que mi subconsciente ya había averiguado.
Todo pasó a cámara lenta.

Solo pude percibir durante unos escasos segundos como Kyle se levantaba, —a tal velocidad que parecía producto de mi imaginación,— antes de que su cuerpo rodeara el mío y cubriera cuanto pudiera con sus brazos. Fuertes, estables, fríos...

— ¿Me has traído la comida a casa? —Preguntó una voz femenina. Cerré los ojos con fuerza, rogando por que fuera una pesadilla y no la maldita realidad. ¿Cuantas veces me perseguiría la muerte hasta finalmente acabar conmigo?

— Alejate de ella. —Respondió él, su voz era firme, intimidante. Podía sentir el movimiento de sus cuerdas vocales al hablar.

— ¿Quién es, bichito? —Preguntó ella, con cierto todo de burla en su voz,— Venga, cielo. Comparte conmigo.

— Te dije que no volvieras.—Bramó él, furioso.— Ni te atrevas a acercarte.

— ¿Por qué, bichito? No seas malo, cariño.

Bichito, cariño, cielo... Todo aquello me permitía saber que debía de ser una persona que en algún momento le había fallado, o herido.

Sentí como mi cuerpo dejaba de rozar el suelo, y por un momento, me sentí capaz de volar. De rozar el cielo.
De abrir las alas y surcar las nubes.
Pero todo ello concluyó cuando sentí como mi cabeza impactaba con un frío muro que reconocí al instante como el pecho de Kyle.

Me giré y por primera vez, abrí los ojos.

Estaba entre los brazos de él nuevamente, y frente a nosotros, una chica rubia, que muy a mi pesar, parecía más una diosa que un vampiro. Su rostro mostraba la necesidad de acabar conmigo; la cual incrementaba segundo a segundo.

Alcé la vista solo un momento para observar el rostro de Blake, completamente ensombrecido, con aquellos colmillos sobresaliendo de su perfecta y pulcra dentadura. Su mirada prácticamente —si es que no lo estaba haciendo— mataba a aquella chica. Ella sonrió con autosuficiencia, mostrando aquellos colmillos que deseaban penetrar mi piel.

— Volveré, bichito. Nadie me quita lo que es mío. —Anunció ella, mirándome en todo momento.

Nadie me quita lo que es mío.

Ella consideraba a Kyle de su propiedad, y yo solo me había entrometido en su camino. ¿Era siempre así el amor, o solo era así de letal conmigo?

La chica caminó con aires de superioridad a la salida, no sin antes darnos una última mirada que hizo que mi cuerpo se paralizara por completo —aún más, si es que era posible—.

Cuando cerró la puerta,
Kyle no se movió ni un solo milímetro. Lo cual aproveche para asumir todo lo ocurrido.
Lo primero, me había entrometido entre una relación —o antigua relación— de vampiros.
Lo segundo, ella iba a por mí.
Lo tercero, y más importante a mi parecer, me estaba enamorando de un vampiro y era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Tengo un problemo. La cuestión es que cada día subimos unas cien visitas, por lo que los maratones se van juntando entre sí. ASÍ QUEEE, un maratón a la semana. Porque sino la novela se termina en cinco días, os amo❤

Dulce asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora