— Hey, Elena.Elevé la mirada y me encontré con Adam McCampell. En otro momento, quizá en otra vida y siendo otra persona, su presencia me habría intimidado y habría comenzado a convulsionar desde el momento en el que se acercó a mí. Pero por muy guapo que fuera, no caería.
— Aquí no se te ha perdido nada, Adam. —Espeté y su fuerte risa inundó el pasillo.
Maldecía el momento en el que había decidido ir a buscar a Kyle en vez de estar comiendo en la cafetería.
— Pues yo creo que sí —susurró— y está delante de mí.
— Escuchame, para ya. No me interesas lo más mínimo.
— No hace falta que te interese, la atracción va por encima de ello.
Posicionó sus brazos acorralándome contra la pared. Él estaba pidiendo a gritos que le pegara una gran patada.
— Bonita, nadie tiene por qué enterarse de eso. Ni si quiera el perro faldero que tienes por novio.
— Bonito, no te conviene acercarte a mí más de lo necesario.
— ¿Y sino? ¿Qué harás preciosa?
Sus labios impactaron contra los míos y poco importó mi actitud, mi resistencia o las leves patadas que conseguía darle. Había apoyado todo el peso de su cuerpo sobre el mío y mi escasa fuerza no bastaba para apartarle.
Sentía como su erección aumentaba por segundos y en varias ocasiones me vi tentada a vomitar en su boca.
Intenté cuanto pude que su lengua atravesara mis labios pero finalmente lo consiguió y aquello solo hizo que me diera aún más asco.Seguí forcejeando cuanto pude. No podía entender como era posible que nadie estuviera por los pasillos, aunque yo tampoco debía de haber estado allí. Adam menos.
Entonces empecé a tener miedo. Parecía que nadie vendría a sacarme al cenutrio de encima, quien al parecer estaba dispuesto a llegar mucho más allá. Con una de sus manos sostuvo las mías por encima de mi cabeza, con la intención de darle un mejor uso a la otra. Apretó y pellizcó mis pechos.
De repente dejé de sentir el peso de su cuerpo sobre el mío y me permití hacerme ilusiones, pensando que quizá nos hubiera visto alguien y me hubieran ayudado. Pero nada de eso sucedió.
Golpeó mi cabeza con quien sabe que, dejandome inconsciente por unos cuantos minutos que el había aprovechado a la perfección.
Sus repulsivas manos recorrieron mi cuerpo, el cual solo cubría mi ropa interior. Intenté, sin éxito, apartarle, pero el golpe en mi cabeza había conseguido marearme lo suficiente como para reducir mis fuerzas al cero.
Sentía sus labios recorrer mi cuerpo y yo no podía evitarlo. Mis manos estaban atadas a una de las puertas del baño y mis piernas eran sujetas por sus grandes manos, las cuales se encargaron de romper mi ropa interior inferior.
— Veamos que te ha enseñado el perrito faldero. —Murmuró con la voz ronca causada por la excitación que sentía en ese momento.
— Termina ya con esto, Adam. —Gruñí. No iba a concederle el placer de oírme suplicar.
Nada evitó que se introdujera en mí de un solo golpe, provocado que un grito de dolor saliera de mis labios. Él continuó excediéndose conmigo, besando mis pechos, mordiéndolos... Dejando marcas que me atormentarían por mucho tiempo.
Durante minutos escuché sus gemidos y jadeos de placer, poco antes de que saliera de mí tras tener un gran orgasmo.
— Sino quieres que esto se repita, será mejor que nadie se entere, aún tienes muchos agujeros en tu cuerpo. —Amenazó y salió del baño.
Yo seguía allí. Había sido violada y humillada hasta niveles insospechados. No podía creer que me hubieran hecho esto, en un centro educativo para mayor índole, donde supuestamente velaban por la seguridad de sus alumnos.
— ¡Elena!
Aquel grito, aquella voz. Podía oír como abría y cerraba puertas, y pronto, su rostro angelical estuvo ante mí. Le sonreí con las pocas fuerzas que tenía en aquellos momentos y él comenzó a desatar mis muñecas y a vestirme.
— Has venido. —susurré.
— He llegado tarde, muy tarde... Cuando he percibido donde estabas tú ya...
— Llévame a casa.
Él asintió rápidamente y me llevó en brazos durante todo el trayecto. Me sentía como quien dice, muerta. No por el hecho de que me hubieran quitado la vida, sino por el haberme obligado a hacer algo a lo que no habría estado dispuesta ni aunque hubiera dinero de por medio. Y ese algo era abrirme de piernas a cualquier idiota.
Me recostó sobre el sillón de su coche y después el entró en este.
— Voy a matarlos, Elena. Voy a hacerlo, a la mierda todo.
— Kyle, tranquilizate.
— ¿Cómo coño quieres que me tranquilice? —Gritó— ¡Mira lo que te han hecho, joder!
Recorrió mi cuerpo con su mirada. Estaba mareada, incluso mi visión era algo borrosa. Pero nada de eso me impedía observar a Kyle con detenimiento.
— No voy a volver a dejarte sola —prometió— jamás.
— No podemos estar juntos en todo momento, Kyle.
— Ven a vivir conmigo.
Esas cuatro palabras bastaron para que perdiera el conocimiento y me dejara ir, abandonando mi cuerpo.
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Dulce asesino
VampireSabía que él acabaría con mi vida, mi mera presencia lo ameritaba. Y quizá, después de todo, no mereciera más que eso; había buscado mi propia muerte al conocerle. Todos nos guiamos por nuestros deseos más internos, y sabía que su único deseo era b...