Ven conmigo.

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Nos encontrábamos en un pequeño bar a las a fueras de la ciudad. Al principio, me había negado pero como siempre Leila había conseguido convencerme diciéndome que ella no me obligaría a tomar nada que no quisiera y no me quedó otra que aceptar.

Pensé en huir —tal y como había pensado la primera vez que tuve contacto con Kyle— pero ella entrelazó nuestros lazos reprochándome con la mirada.

— Eres toda una malota bebiendo limonada. —Bromeó y le miré mal mientras bebía a través de aquella pajita rosada.

— Oh, es que tú te ves tan tierna bebiendo vodka...

Ella comenzó a reírse, por lo que segundos más tarde y sin poder evitarlo, me encontraba riendo junto a ella.

— Elena, necesito que me hagas caso en este momento, di en voz alta que necesitas ir al baño y aprovecha para mirar detrás de ti, iremos y volveremos rápidamente, ¿está bien?—susurró acercándose a mí y asentí lentamente aún sin comprender que ocurría. Pero sabía que cuando Leila se podía en modo súper espía era mejor seguirle la corriente.

— Voy al baño, ¿vienes? —dije alzando la voz, quizá demasiado, ya que algunas personas se giraron a mirarme.

— Oh, ¡por supuesto! —exclamó ella.

Bien, era terrible mintiendo. Cogió su bolso y ambas nos levantamos de la mesa, disimuladamemte –o quizá no tanto– me giré y pude ver que Kyle estaba allí.

¿Por qué de todos los bares de la ciudad había tenido que venir a este, al más alejado de la zona donde ambos vivíamos? Sentía como la ira invadía mis venas, no me hacía ni pizca de gracia verle, allí, —tan guapo como siempre o inclusive más—acompañado por la misma chica que había jurado acabar conmigo por entretenerme entre ella y Kyle.

Entonces, sentí como el miedo, mezclado con la ira recorría mis venas, y al llegar al baño y mirarme al espejo, pude ver como mi cara demostraba lo que sentía en aquel momento; traición. Él había prometido que su intención no había sido nunca beber mi sangre, sin embargo, allí estaba él.

Reunido junto a la mujer que quería hacerlo.

— ¿Quieres que vaya y le rompa una botella de alcohol en su vacía cabeza? Porque Elena, soy capaz de hacerlo.

— Yo también soy capaz, Leila, pero creo que es hora de pasar de él, es decir, ¡me envió a la friendzone! No mereces ni que le hable. —le dije repitiendo las palabras que ella misma me había dicho una y otra vez desde aquel día.

— ¡Eso es! ¿Y sabes que vamos a hacer ahora? —Gritó ella, alentandome.

Ambas nos miramos y nos sonreímos, esperando el momento idóneo para decir lo que supuestamente ambas pensábamos sincronizadamente.
Contó hasta tres con su fina y delicada mano derecha antes de que ambas gritaramos.

— ¡Emborracharnos!

— ¡Irnos a casa!

Ambos nos miramos confusas antes de comenzar a reír durante un par de segundos. Pero la risa—por lo menos, la mía— se detuvo al recordar que traidor se encontraba fuera del bar y con quien.

— Tengo una idea —anunció— bueno, en realidad dos, nos quedamos y no bebemos o nos vamos a mi casa y llamamos al grupo.

¿Quedarme en el bar el cual sería mi lugar de sepultura y ver a Kyle, o irme a casa, con gente que me cae bien y ni verle ni morir?

Esa sería la pregunta correcta, pero no me atreví a decírselo en voz alta y desvelar el secreto de Kyle. 

— Ve llamando al grupo. —Le respondí y salí del baño, impactando contra el muro que me esperaba pacientemente tras la puerta.
Jadee del dolor y llevé mis manos a la zona afectada, principalmente la frente y acaricié esta repetidas veces como si así pudiera eliminar el dolor.

— ¡Elena! ¿Estás bien? —exclamó Leila, quien todavía estaba retocando su natural maquillaje. Oí sus pasos y pronto sentí su mano en mi hombro.

—Oh, creo que estás más que bien, os dejo... Solos.

Me hice a un lado involuntariamente para dejarla salir, alzando al mismo tiempo la mirada para encontrar aquellos profundos e inestables ojos verdes que me mantenían en vela toda la noche.

— ¿Qué quieres, Kyle? —pregunté incomoda, me sentía herida y traicionada por lo que había visto minutos atrás.

— Hablar contigo.

— Ya lo estás haciendo.

— A solas.

— Estamos solos.

— En un lugar más adecuado.

— Los baños son un lugar adecuado.

Kyle resopló y se llevó su mano derecha para despeinar su cabello negro como la noche, no pude evitar morder mi labio ante aquella imagen y sentir como algo en mi interior despertaba con fiereza, quemando todo a su paso. Miró hacia el pasillo y después de comprobar que no había nadie, tiró de mí para entrar al baño femenino —que era individual— y cerrar este con llave. Me alejé de él cuanto pude, intentando que mi mente no divagara e imaginara algo que podríamos hacer en ese mismo baño.

— Elena...

— Traidor. —Le interrumpí.

— No es lo que piensas, tenía que hablar con ella...

— No quiero explicaciones que no me voy a creer.

— ¡Elena deja de ser tan irracional! Necesito hablar contigo. —Gritó enfadado, provocando que temblara cada centímetro de mí cuerpo a la vez que mis piernas comenzaban a fallar. El poder que Kyle tenía sobre mi cuerpo era extremo.— Ella fue a buscarte a tu casa después del instituto.

— ¿Qué? —chillé— ¡Mi padre lleva todo el día enfermo! ¿Qué coño le ha hecho?

— Nada. —Respondió él— Llegué a tiempo antes de que ella pudiera hacer nada. Pero Elena, creo que no estás siendo prudente, hay un vampiro y creeme que no es débil, que quiere tu cabeza.

— ¿Y qué hago, Kyle? ¿Me encierro en mi habitación esperando a que ella se canse? Ambos sabemos que eso no sucederá.

— Ven conmigo.

— ¿Q-qué? —tartamudee— estás loco, no iré contigo a ninguna parte.

— La próxima semana no hay instituto, ven conmigo, dame tiempo para solucionar todo esto. —Afirmó mientras se acercaba lentamente a mí y acariciaba mi brazo. Era imposible resistirme a él.

— ¿Y mi trabajo? ¡Tengo que trabajar!

— Hablaré con tus jefes, haré lo que sea, pero necesito que aceptes.

Pasaron varios minutos antes de que fuera lo suficientemente fuerte como para rechazar su oferta. Pero cuando lo fui, sentí que mi corazón tomaba nuevamente las riendas.

— Iré contigo, Kyle.

Dulce asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora