Me estremecí al oír el motor de un coche. No esperaba ver a Kyle.
Había decidido tomarme un descanso, alejarme del amor y de los vampiros por un tiempo indefinido, aún mi mente trataba de asimilar todo ello.
Se había comportado como un verdadero idiota, no había confiado en mí y no contento con eso, había insinuado que me había gustado ser violada.
Aún sentía las repugnantes manos de Adam recorrer mi cuerpo mientras gemía. Nunca podría olvidarlo.
Por eso había elegido el camino fácil y me había mentalizado de que nada había ocurrido. De que aquel chico no había sido capaz de abusar de mí.
Pero eso solo lo hacía más real.
— Leila, ¿qué haces aquí? —pregunté al subirme a su coche.
— No voy a permitir que Kyle te haga una encerrona, si quiere hablar contigo que lo haga en el instituto.
— Sigo enfadada con él.
— ¿Has decidido algo ya?
— Sí —afirmé— quiero hablar las cosas. Necesito hacerlo.
No podía huir de Kyle, eso era algo que mi cuerpo se negaba a llevar a cabo. Este pedía a gritos contacto físico con mi vampiro pero iba a tener que aguantarse hasta que me sintiera preparada para perdonarle.
Llegamos al instituto unos cuantos minutos antes de lo que usualmente solía llegar, ya que mi vampiro favorito —No tanto en estos momentos— siempre alargaba el viaje para poder hablar libremente.
No, esos pensamientos no me ayudaban en lo absoluto para mantenerme firme. Y verle allí, apoyado sobre la puerta del instituto, tampoco lo era.
— Puedo obligarle a que se vaya.—Sugirió Leila. Le miré y negué con la cabeza.
— Tarde o temprano debo hacerlo.
— ¡Mucha suerte! Acaba con él.
Le guiñé un ojo antes de abandonar el vehículo y aproximarme a Kyle.
Me mantuve a un par de metros de distancia, observando y analizando sus movimientos. Estaba nervioso, jugaba con sus manos frenéticamente y cuando no, las ocupaba para despeinarse su negro cabello.
Su postura delataba lo incomodo que se sentía, e intuí que era por mí. No debía de estar conforme con su actitud en el día anterior y esperaba que así me lo hiciera saber.
— Elena. —susurró. Su voz sonaba rota, lejana. Sin el rastro de dulzura al cual me había acostumbrado ya.
— Kyle.
— Lo siento —se disculpó— he sido un idiota. No he sabido como llevar los celos, pero no aguanto la idea de que alguien te toque, o que... Simplemente no puedo, pequeña.
— Tienes que aprender a sobrellevar los celos, Kyle. Un perdón no arregla nada.
— Lo sé, creeme que lo sé. Una simple palabra no puede remediar lo que he hecho, pero creeme, Elena, no pienso que seas una mentirosa. Confío en ti, eres importante para mí y no estoy dispuesto a perderte.
Sentía como mi cuerpo pedía a gritos abrazarle, pero mi corazón aún se mantenía fuerte, pero no por mucho tiempo más.
— Kyle, lo siento, pero ahora mismo no puedo perdonarte. Necesito un tiempo para pensar bien las cosas.
— Vaya, no sé que decir al respecto.
— Hay muchas cosas que decir, creeme. Pero no es ni el momento ni el lugar.
Me adentré en el instituto, ignorando si él había respondido o no. Había oído sus disculpas y sus motivos, pero si mi corazón se negaba a perdonarle significaba que aún la herida estaba abierta y yo no pensaba presionarme.
Me di el lujo de cambiarme de sitio ese día, viéndome incapaz de pasar seis horas junto a él. En su lugar, James había decidido ser mi compañero temporalmente.
— Te dije que no era trigo limpio. —Susurró.
— Hablando de limpio... Limpiate la nariz, moco.
— Eres de lo peor.
No haberte metido con Kyle.
Si él supiera que el susodicho nos podía escuchar, seguramente no hubiera dicho esa frase.
— Pero, en serio, no sé como puedes dejar que te haga eso.
Sus cálidos dedos rozaron mi cuello e inmediatamente me aparté, asustada. Las imágenes de Adam haciendo lo mismo me impedían tranquilizarme.
Él estaba en primera fila, rodeado de sus amigos. Sería tan fácil ir y acusarle por todo aquello...
— Elena, ¿pasa algo? —Preguntó James. Negué con la cabeza y subí la cremallera de la chaqueta negra que llevaba con la intención de cubrir aquellas marcas que me recordaban lo sucedido.
Me tranquilicé pensando que era James y no Adam, que él no pretendía herirme bajo ningún concepto.
— Si él te ha obligado a hacer algo que no quieres, te juro que...
Salvada por la campana. El timbre interrumpió sus palabras y lo agradecí, no podía soportar que culparan a Kyle por mis marcas por más tiempo, como si él me hubiera forzado.
Pero no podía decir quien había sido el verdadero responsable de todo esto, quien por cierto, no me quitaba el ojo de encima. Al igual que cierto vampiro que demostraba su desconformidad con mi nuevo compañero a través de gestos.
En definitiva, me sentía vigilada.
— Camina, zanahoria. —Ordenó James y yo rodé los ojos al oír el apodo.
— Vuestro hijo sería un moco rojo, o una zanahoria verde.
Ambos nos giramos y contemplamos a Leila, quien se reía de su supuesto chiste.
— Leila, camina. No me obligues a coserte la boca por lo que acabas de decir. —Amenazó James con una sonrisa burlona en su rostro.
— ¿Tan grave sería tener hijos con ella? Vale, es fea. Pero...
— James, ¿sabías que Leila..?
— ¡Vamos a comer! —Gritó ella, interrumpiendome y tiró de mí hasta llegar a la cafetería.
— ¿Cuando piensas decirle que te gusta? —susurré. James aún no había entrado a la cafetería.
— Nunca, es mala idea. Muy mala idea.
— ¿Por qué?
— Adam me ha pedido una cita.
HIJO DE SU MADRE. Arderá en el infierno de los personajes malvados junto a Iris... Y quizá el vampiro misterioso.. Juju
![](https://img.wattpad.com/cover/97884094-288-k825243.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Dulce asesino
VampirosSabía que él acabaría con mi vida, mi mera presencia lo ameritaba. Y quizá, después de todo, no mereciera más que eso; había buscado mi propia muerte al conocerle. Todos nos guiamos por nuestros deseos más internos, y sabía que su único deseo era b...