Parecía que mi padre hubiera venido conmigo. Kyle, adoptando la postura de que yo era mucho, muchísimo más jóven que él me había obligado a ponerme un abrigo. Pero como este era suyo, la obligación se había convertido en algo maravilloso para mí.
Abrió mi puerta antes de subir al coche. Kyle estaba echo a mi medida, ochenta por ciento picardía, veinte por cierto de caballerosidad.
— ¿Falta mucho? —pregunté.
— Todavía no he arrancado, Elena.
— ¿En serio? No me había dado cuenta, pensaba que habías detenido el mundo y por eso no avanzábamos, lo siento.
Él comenzó a reír y sujetó una de mis manos entre las suyas y la besó.
— Eres muy tonta, pequeña.
Pequeña.
— Y tú un idiota. Arranca.
Él soltó mis manos y simuló el típico gesto de un soldado cuando recibe ordenes.
— A sus ordenes, mi capitán.
Arrancó el coche y segundos más tarde una de sus manos había vuelto a sujetar mi mano izquierda, trazando círculos en esta con sus caricias.
— ¿Qué película quieres ver? —pregunté.— No sé, la que tú quieras. Posiblemente yo ya habré visto todas.
— Me has engañado, Kyle. Si las has visto no vas a disfrutar.
— Te dije que prefería la ducha.
Me sonrojé inmediatamente y agradecí que fuera de noche para poder disimularlo un poco, pero sabía que él lo podría ver perfectamente.
— Pues quiero ver una de acción. —Le dije.
— ¿Acción? —Preguntó, sorprendido
Asentí.
— Estás destrozando una tradición, Elena, que lo sepas.—bromeó— En nuestra primera cita debería llevarte a ver una de terror, para que te abrazaras a mí. O una de romance y drama, para que cuando terminara poder besarte.— Eso puedes hacerlo igualmente. —Gruñí. Sabía que solo lo decía para que no le reprochara el haberme engañado.
— Tengo una idea.
— Sorprendeme.
— Veamos una de vampiros.
Le miré interrogante, si era una broma, a mí no me había hecho gracia.
— No te enfades, tonta.—dijo y besó nuevamente mi mano— Solo quiero verla. Para comparar.
— Seguramente hayas visto todas.
— Cierto —Admitió— pero nunca lo he comparado con nadie.
Asentí lentamente. Me obligué a recordarme que estábamos en una cita, y que como tal, debía de intentar que esta saliera bien.
El resto del trayecto se basó en él intentando mantener una conversación y en mí, evitándolo a toda costa. No me parecía ni de lejos ver una película sobre vampiros con uno de ellos. Sería tan incomodo como ver una película con partes subidas de tono con mi padre y Zayra.
Eso me recordó que mañana al despertar les llamaría. Llevábamos sin hablar desde hace dos días y no iba a dejar que nadie me distrajese de cuidar a mi padre, aunque fuera a distancia.
Una vez en el cine Kyle se mantuvo más alejado de mí. Posiblemente se hubiera rendido ya y no intentara arreglarlo por sí mismo. Pero mi mano podía a gritos reencontrarse con la suya.
Cuando entramos a la sala en concreto, estaba bastante llena y él me llevó rápidamente al final de la sala, donde de momento no se había sentado nadie.
Abracé con fuerza las palomitas, iba a necesitarlas.
— ¿No te da miedo que te comparen? —Susurré.
— No, mientras no tenga los ojos rojos no habrá dudas.
— ¿Ninguno los tenéis de ese color?
— Las lentillas verdes camuflan a la perfección cualquier tonalidad roja.
— ¿Entonces tus ojos no son verdes, no?
— Si me alimento son verdes, sino rojos, ¿ya? —Preguntó molesto.
— No vuelvo a interesarme por ti. —Gruñí y me llevé un puñado de palomitas a la boca.
— Lo siento, pequeña. Es solo que... —suspiró— me gustaría ser como tú.
Le abracé con cuidado de no tirar ni el refresco ni las palomitas. Amaba cuando el gran y fuerte Kyle se convertía en un indefenso chico que solo buscaba un abrazo.
— Gracias. —susurró y cogió con sumo cuidado uno de mis rizos entre sus dedos. — Mi ricitos.
Negué con la cabeza mientras sonreía y ambos nos separamos para ver la película con claridad.
Pronto se apagaron las luces y en la pantalla aparecieron avances de otras películas. Realmente nada de eso me interesaba, no después de que Kyle volviera a juntar mi mano con la suya. Simplemente yo no necesitaba más que eso.
En la pantalla apareció una figura masculina agachada, ocultándose de quienes le seguían. Era un chico rubio, cuyos ojos se parecían al mismísimo fuego.
— Es rumano —susurró— un gran tópico de las películas.
Asentí estando de acuerdo. Por su sonrisa sabía que esto se había convertido en un juego.
— Duerme en un ataúd, típico.
Él se mordió el labio inferior y asintió, dándome la razón.
— Otro —dijo— no nos quemamos al sol.—gruñó.
Me había quedado sin ideas, así que decidí que era hora de poner toda mi atención en la película.
— Joder. —susurró cuando una animadora apareció en pantalla. Le miré incrédula.
— ¿Joder? —repetí.
Él me miró y asintió. Mataría a esa actriz, lo haría con mis propias manos, solo necesitaba saber su nombre.— Me están comiendo con la
mirada.—Se explicó.— ¿Quienes?
— Mira disimuladamente a la derecha, dos filas más abajo. —Dijo, haciendo especial hincapié en disimuladamente. Así que, eso hice, disimulé levantarme para poder subirme los pantalones y giré mi cabeza en esa dirección.
Un grupo de chicas que debía de tener mi edad se lo comían con la mirada, literalmente. Volví a sentarme y me aseguré de que vieran nuestras manos entrelazadas antes de que apoyara mi cabeza en su hombro y él, riéndose, comenzara a acariciar mi pelo.
Pude ver en sus rostros la indignación, pero yo no pensaba dejarles vía libre con Kyle.
Cada quien lucha por lo que es suyo.

ESTÁS LEYENDO
Dulce asesino
VampirosSabía que él acabaría con mi vida, mi mera presencia lo ameritaba. Y quizá, después de todo, no mereciera más que eso; había buscado mi propia muerte al conocerle. Todos nos guiamos por nuestros deseos más internos, y sabía que su único deseo era b...