Dulce asesino

Sentimientos.

— Elena, pequeña... Despierta, venga, perezosa.

Me dolía la cabeza y me negaba rotundamente a obedecer a esa voz masculina. Quería quedarme en mis sueños, donde el rostro de aquel vampiro era el protagonista en cada momento.

Entonces sentí como unos fuertes y robustos brazos —más fríos que el hielo— rodeaban mi esbelto cuerpo.
Abrí los ojos en ese mismo instante.

— Kyle, eres un pesado.

Había soñado con él. Hasta tal punto lo había hecho que, cuando el sueño llegaba a su fin, me vi obligada a replantearme si era real o no. Afortunadamente, Kyle era absolutamente real. Desgraciadamente no me estaba besando como en mi sueño lo hacía.

Me acurruqué en su pecho, aprovechando su baja temperatura para despertarme. Me daba igual morir de hipotermia si así podía disfrutar del cuerpo de Kyle.
Era la primera vez que me abrazaba, y quería que durara tanto como fuera posible.

— Tienes que comer algo.—Murmuró. Su voz estaba mucho más ronca, como si ocultara un dolor interno.

— No. No quiero. —Me negué y me aferré más a su pecho. Entonces el gimió de dolor.

— Elena... Por favor, alejate de mí en estos momentos.

Esa era yo, jodiendolo todo. Me parecía tan cercano, tan perfecto, que con frecuencia olvidaba que era un vampiro. Me alejé de él, muy a mi pesar. No sabía cómo aquel sillón de masajes era capaz de resistir el peso de ambos, pero lo había hecho.

Me levanté, algo aturdida y concentrada en observar sus reacciones en todo momento. Su rostro aún mostraba el dolor que sentía internamente y me maldecí por ello, por ser la causante de todo aquel dolor.

— Te prepararé algo de comer.—Murmuró. No parecía tener fuerzas ni si quiera para levantarse.

Nuestra convivencia empezaba mal, muy mal. Y quedaban seis días por delante que no tenía la más mínima idea de como afrontar sin correr riesgos.

Intuí que Kyle no debía saber mucho de cocina, pero me demostró todo lo contrario. No era un plato elaborado, pasta y ensalada no era algo complicado de elaborar, pero para alguien que llevaba tanto tiempo sin cocinar para alimentarse, debía de ser todo un logro.

— Gracias. Tiene muy buena pinta.—Le felicité.

— Es lógico, lo he hecho yo.

— ¿Debo acostumbrarme a tu arrogancia?

— Elena, yo y mi arrogancia vamos en el mismo paquete. —Rió. Rodé los ojos mientras me llevaba un trozo de pollo a la boca, delicioso.

Sentía que se me olvidaba algo, tenía ese sentimiento desde que nos habíamos subido al coche hace horas, sin embargo era incapaz de recordar lo que me atormentaba.

Terminé de cenar y me dediqué por completo a obsevar a Kyle. Aún hacia muecas de dolor, pero estás disminuían con el paso de los minutos. Si estar tan cerca de mí le causaba aquello, mantendría la suficiente distancia como para evitarlo. Si, lo había decidido. No podía ser tan egoísta de elegir su dolor antes que el mío, que era causado principalmente por la distancia entre ambos.

Pero sabía que el abrazo que me había dado, había significado algo también para él. Y había sido por su propia voluntad, a pesar de que yo hubiera incrementado la intensidad de este; tenía que descubrir los limites de Kyle.

— ¿Tienes sueño? —Preguntó y yo negué. Había dormido bastante ya.—Lo suponía... ¿Qué quieres hacer?

Vi un brillo especial en sus ojos, pero decidí dejarlo pasar, recordando la promesa que me había hecho a mi misma de no herirle más, o no con tanta frecuencia.

— Quiero que nos conozcamos más.

— ¿Indirecta? —Preguntó con una sonrisa pícara. Negué con la cabeza.
No, aunque me gustaría.

— Bien, entonces, ¿qué quieres saber de mí? —Preguntó mientras se sentaba en uno de los sillones de masajes, imité su acción y me senté en el que había dormido anteriormente.

Su aroma se mantenía impregnado y me vi obligada a contener aquellas profundas ganas de aspirar aquel olor de primera mano.

— ¿Sientes algo por ella? —pregunté. Había sido más directa que lo que pretendía, pero era un tema que rondaba por su mente desde hacia ya unos cuantos días.

— ¿Por quién?

— No te hagas el tonto, Kyle. Ambos sabemos de quien hablo.

— Vale, lo siento.—se disculpó— Donde hubo fuego, cenizas quedan, ¿no? —ante aquellas palabras, sentí un desgarrador dolor en mi pecho—Pero el viento es capaz de llevárselas. Y creo que ese viento ha llegado a mí.

¿Hablaba de mí? Esperaba que así fuera. Pero eso era algo que no preguntaría, por el momento.

— Me toca —dijo él— ¿Quién es Tyler?

— Era mi novio. —Respondí más cortante de lo que pretendía. Pero al mencionar el nombre de aquel chico, inevitablemente recordaba todo lo que había vivido con él.

— ¿Cuanto estuvistéis juntos?

— Dos años, Kyle. Lo dejamos hace uno.

— Vaya, eso es bastante tiempo. ¿Sientes algo por él?

— Sí. —admití.

— ¿Él qué? —Preguntó. Su tono de voz se había vuelto frío, calculador. Posiblemente no se esperara aquella respuesta de mí parte, pero no pensaba darle otra ni más explicaciones antes de saber si lo que sentía por él era recíproco.

— Bueno, siento... —fingí un bostezo— Oh, vaya. Al final resulta que si tengo sueño, terminaremos la conversación otro día.

Él abrió la boca, posiblemente con la intención de contestar, pero yo volví a fingir bostezar. Me había dejado con la intriga de si era yo o no a quien había denominado como su viento, así que por el momento él no sabría lo que sentía por Tyler. Que se resumía básicamente en un cariño inmenso, que ni el paso del tiempo borraría.

Nuestra relación había sido inestable, y el me había proporcionado un cariño que a pesar de ser recíproco, nunca fui capaz de demostrárselo. Era un chico genial y del que no me habría costado enamorarme en otra situación.

Pero sin embargo, Kyle me había hechizado por completo tras darle un inesperado giro a mi vida que me dejaba inevitablemente anonadada.

Tenía miedo.

2k? Qué?

QUIIIIIUU?

NO ME HA DADO TIEMPO A ASUMIR EL 1K.

AY MI MADRE.

Okey, veamos.

Maratón, si, Maratón que empieza ahora y... Bueno, preguntas y respuestas.

Dejarme

JUSTO AQUÍ.

Las preguntas.

Cuando haya una buena cantidad de preguntas, lo subiré.

Besus💕