—¡Mira! Ahí viene. —Susurró—. Hey, Adam.
—Chicas. —nos saludó. Pude percibir como en sus labios se formaba una ligera sonrisa de autosuficiencia.
Se giró a ver a Leila, y disimuladamente, acarició su propio cuello. El lugar exacto donde me había marcado.
Me levanté y salí de allí, se me había quitado el hambre repentinamente. Era el efecto que ese bastardo tenía en mí.
Me permití perderme por los jardines del instituto, observando como con la entrada de la primavera comenzaban a florecer las primeras flores.
Todo aquello significaba que mi cumpleaños estaba mucho más cerca de lo que quería. Y ese era otro problema, pero mucho más leve, no quería cumplir años.
Conocía a mi padre, me adoraba, pero al ser mayor de edad me pediría encarecidamente que me fuera y formara mi propia vida como adulta que pasaba a ser. Pero yo ya me sentía como tal sin la necesidad de un documento que corroborara esto.
Sonó el timbre nuevamente, era hora de regresar a clase. Ignoraba que asignatura me tocaba, a estas alturas iba y venía como un robot cumpliendo mi rutina.
Una aglomeración de alumnos en la entrada del instituto llamó mi atención. Intenté abrirme paso, pero mi escasa fuerza no bastaba para ello.
— ¡Mierda, eres su perrito faldero!
Adam. Perrito faldero. Kyle lo había descubierto sin lugar a dudas.
Deseché la táctica de empujar a la gente y comencé a escabullirme cuando se movían. Esquivando y recibiendo codazos, por supuesto.
Ante mí, Kyle se situaba apoyado en las taquillas, con una sonrisa de satisfacción en su rostro mientras Adam se retorcía de dolor en el suelo.
— ¡Kyle! —chillé. El susodicho inmediatamente dejó de reír y se fijó en mí. — Te dije que no quería que tomaras represalias.
— ¿Cómo? —Preguntó y se cruzó de brazos—. ¿Ha sido él?
Mierda. Elevé un poco la mirada y me encontré con James, quien escupía a Adam.
Adam me ha pedido una cita.
Las palabras de Leila resonaron en mi mente y todo cobró sentido.
Me acerqué a Kyle y apoyé mis manos en su pecho, presionándolo con fuerza. Su vista estaba clavada en Adam, quien se había levantado y le hacía gestos obscenos a mi amigo, quien era a su vez sujetado por Leila.
— Voy a matarle. —Bramó—. ¡Estás muerto!
Todos los presentes se callaron y pusieron su atención en Kyle, quien segundo a segundo se enfadaba más.
Tenía que evitar que perdiera los estribos, se delataría él solo y después no habría marcha atrás.
— Kyle, ¿me escuchas? Kyle, tranquilizate. —Susurré en su oído. Pude sentir como su cuerpo comenzaba a relajarse poco a poco bajo mis palabras y tacto.
— Le has educado bien, Elena. Tal y como un perro faldero. —Espetó Adam mientras reía.
— Desgraciadamente, a ti no te educaron en lo absoluto. Intuyo que es por eso que te dedicas a forzar chicas. —Dije. Su rostro se volvió sombrío, y sino fuera por la fuerza que Kyle me aportaba psicológicamente, quizá hubiera tenido miedo.
— No sé de que hablas.
— Vaya, te creía menos imbécil. Hablo de lo que me hiciste ayer, Adam. Querido e irresistible Adam, ¿no soportaste que te hubiera rechazado?
Él se dispuso a protestar, pero bajé la cremallera de mi chaqueta dejando únicamente a la vista las marcas de mí cuello.
— Quiero matarle. —Susurró Kyle, le di un codazo pero lo único que obtuve fue un agudo dolor en la zona.
— No he forzado a nadie, preciosa. Todo lo que hicimos fue por voluntad propia, ¿se ha enterado tu novio y ahora tienes que fingir? No te preocupes, a mí no se me olvidan tus gemidos.
— Hay gente que está enferma psicológicamente —dije—. Y que se creen realmente sus mentiras, deberías visitas un psicólogo, Adam.
Leila y James, junto al resto del grupo se han detenido frente a mí, defendiéndome en caso de que Adam se acercara más de la cuenta.
Pero Kyle era quien había enrollado sus brazos en mi cintura, cubriendo cuando podía con ellos. Sabía que necesitaba apoyo en una situación semejante.
Defenderle me había llevado a gritar a los cuatro vientos que había sido víctima de una violación.
— ¡Todos a clase! —Gritó el director.
Estupefacta comencé a caminar hacia el aula, pero Kyle me detuvo cuando los alumnos se hubieron dispersado.
— Gracias por controlarme —Susurró.
Me encogí de hombros en señal de respuesta y comencé a caminar cuando él volvió a detenerme.
— Oye, Kyle. Tengo que ir a clase.
— Solo quería oír mi nombre salir de tus labios.
— Te he dicho que necesitaba un tiempo...
— Claro, y te estoy dando tiempo y espacio. Llevo casi veinticuatro horas sin besarte.
— Eso no es suficiente —Le rebatí—. No puedo pensar con claridad si te tengo junto a mí.
— Es duro que te dejen —Admitió—. pero es aún más duro cuando ni siquiera mantienes una relación con esa persona.
Ouch.
¿En qué maldito momento había dado por hecho que ambos manteníamos una relación?— Pues así podrás asumirlo más rápidamente.
— Elena, piensatelo bien, solo espero que sepas que ahora tú estás enfadada, mañana quizá lo esté yo, y no podemos estar toda la vida discutiendo. No me replanteo la posibilidad de estar contigo y discutir todo el tiempo.
— Lo sé, Kyle. No necesito que me des más motivos para comerme la cabeza.
Él asintió y suspiro, agotado. Sabía que le estaba haciendo daño, pero no estaba dispuesta a fingir, a decirle cuanto le amaba...
— Solo espero que no sea demasiado tarde cuando decidas perdonarme.

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Dulce asesino
VampiriSabía que él acabaría con mi vida, mi mera presencia lo ameritaba. Y quizá, después de todo, no mereciera más que eso; había buscado mi propia muerte al conocerle. Todos nos guiamos por nuestros deseos más internos, y sabía que su único deseo era b...