Capítulo 39

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Fue un instante extraño: Thomas y ella se habían sentido brevemente unidos contra el mortifago, pero enseguida volvieron a comprender que eran contrincantes. Siguieron por el oscuro camino sin hablar; luego Lily giro a la izquierda, y Thomas a la derecha. Pronto dejaron de oírse sus pasos.

Lily siguió adelante, usando el encantamiento brújula para asegurarse de que caminaba en la dirección correcta. Ahora el reto estaba entre Thomas y ella. El deseo de llegar ella primero a la copa era en aquel momento más intenso que nunca, pero apenas podía concebir lo que acababa de pasar. El uso de una maldición imperdonable contra un ser humano se castigaba con cadena perpetua en Azkaban: eso era lo que les había dicho su padre. Empezó a caminar más deprisa.

De vez en cuando llegaba a otro callejón sin salida, pero la creciente oscuridad era una señal inequívoca de que se iba acercando al centro del laberinto. Entonces, caminando a zancadas por un camino recto y largo, volvió a percibir que algo se movía, y el haz de luz de la varita ilumino a una criatura extraordinaria, un espécimen al que solo había visto en ilustración de El monstruoso libro de los monstruos.

Era una esfinge: tenía el cuerpo de un enorme león, con grandes zarpas y una cola larga, amarillenta, que terminaba en un mechón castaño. La cabeza, sin embargo, era de mujer. Volvió a Lily sus grandes ojos almendrados cuando ella se acercó. Lily levanto la varita, dudando. No parecía dispuesta a atacarla, sino que paseaba de un lado a otro del camino, cerrándole el paso.

Entonces hablo con una voz ronca y profunda:

- Estas muy cerca de la meta. El camino más rápido es por aquí.

- Eh...entonces ¿me dejaras pasar, por favor?- le pregunto Lily, suponiendo cual iba a ser la respuesta.

- No- respondió, continuando su paseo-. No a menos que descifres mi enigma. Si aciertas a la primera, te dejare pasar. Si te equivocas, te atacare. Si te quedas callada, dejare que te vayas sin hacerte ningún daño.

Se le hizo un nudo en la garganta. Era a Hugo a quien se le daba bien aquellas cosas. Sopeso sus probabilidades: si el enigma era demasiado difícil, podía quedarse callado e irse incólume para intentar encontrar entre ruta alternativa hacia la copa.

- De acuerdo- dijo- ¿Puedo oír el enigma?

La esfinge se sentó sobre sus patas traseras, en el centro mismo del camino, y recito:

Si te lo hiciera, te desgarraría con mis zarpas,

Pero eso solo ocurrirá si no lo captas.

Y no es fácil la respuesta de esta adivinanza,

Porque está lejana, en tierras de bonanza,

Donde empieza la región de las montañas de arena

Y acaba la de los toros, la sangre, el mar y la verbena.

Y ahora contesta, tú que has venido a jugar:

¿A qué animal no te gustaría besar?


Lily Potter y el cáliz de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora