Lily sintió que los pies daban contra el suelo. La pierna herida flaqueo, y cayo de bruces. La mano, por fin, soltó la Copa de los Tres Magos.
- ¿Dónde estamos?- pregunto.
Thomas sacudió la cabeza. Se levantó, ayudo a Lily a ponerse en pie, y los dos miraron en torno.
Habían abandonado los terrenos de Hogwarts. Era evidente que habían viajado muchos kilómetros, porque ni siquiera se veían las montañas que rodaban el castillo. Se hallaban en el cementerio oscuro y descuidado de una pequeña iglesia, cuya silueta se podía ver tras un tejo grande que tenía a la derecha. A la izquierda se alzaba una colina. En la ladera de aquella colina se distinguía apenas la silueta de una casa antigua y magnifica.
Thomas miro la copa y luego a Lily.
- ¿Te dijo alguien que la copa fuera un traslador?- pregunto.
- Nadie- respondió Lily, mirando el cementerio. El silencio era total y algo inquietante-. ¿Sera esto parte de la prueba?
- Ni idea- dijo Thomas. parecía nervioso- ¿No deberíamos sacar la varita?
- Si- asintió Lily, contenta de que Thomas se hubiera anticipado a sugerirlo.
Las sacaron. Lily seguía observando a su alrededor. Tenía otra vez la extraña sensación de que los vigilaban.
- Alguien viene- dijo de pronto.
Escudriañando en la oscuridad, vislumbraron una figura que se acercaba caminando derecho hacia ellos por entre las tumbas. Lily no podía distinguirle la cara; pero, por la forma en que andaban y la postura de los brazos, pensó que llevaba algo entre ellos. Quienquiera que fuera era de pequeña estatura, y se llevaba sobre la cabeza capa con capucha que le ocultaba el rostro. La distancia entre ellos se acortaba a cada paso, permitiéndoles ver que lo que llevaba el encapuchado parecía un bebe.... ¿o era simplemente una túnica arrebujada?
Lily bajo un poco la varita y echo una ojeada a Thomas. Este le devolvió una mirada de desconcierto. Uno y otro volvieron a observar al que se acercaba, que al fin se detuvo junto a una enorme lapida vertical de mármol, a dos metros de ellos. Durante un segundo, Lily, Thomas y el hombrecillo no hicieron otra cosa que mirarse. Y entonces sin previo aviso la cabeza le empezó a dolerle. Fue un dolor más fuerte que ningún otro que hubiera sentido en toda su vida. Al llevarse las manos a la cara la varita se le resbalo de los dedos. Se le doblaron las rodillas. Cayó al suelo y se quedó sin poder ver nada, pensando que la cabeza le iba a estallar.
Desde lo lejos, por encima de su cabeza, oyó una voz fría y aguda que decía:
-Mata al otro.
Entonces escucho un silbido y una segunda voz, que grito al aire de la noche estas palabras.
- ¡Avada Kadavra!
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Lily Potter y el cáliz de fuego
RomanceOtro verano llega a su fin para Lily, la cual está impaciente por volver a Hogwarts para su último año. A sus diecisiete años, solo desea terminar su último año con buenas calificaciones para cumplir su sueño de ser sanadora, en Hogwarts le espera u...