Capítulo 41

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Thomas miro justo a tiempo de esquivar la cosa y evitar chocar con ella, pero, en su apresuramiento, tropezó. La varita se le cayó de la mano, mientras la araña gigante entraba en el camino y se abalanzaba sobre él.

- ¡Desmaius!- volvió a gritar Lily.

El encantamiento dio de lleno en el gigantesco cuerpo, negro y peludo, pero fue como si le hubiera tirado una piedra: el bicho dio una sacudida, se balanceo un momento, y luego corrió hacia Lily, en lugar de hacerlo hacia Thomas.

- ¡Desmaius! ¡Impedimenta! ¡Desmaius!

Pero no servía de nada: la araña era tan grande, o tan mágica, que los encantamientos no hacían más que provocarla. Antes de que estuviera sobre ella, Lily solo vio la imagen horrible de ocho patas negras brillantes y de pinzas afiladas como cuchillas.

La levanto en el aire con sus patas delanteras. Forcejando como loca, Lily intentaba darle patadas: su pierna pego en las pinzas del animal, y sintió de inmediato un dolor insoportable. Oyó que Thomas también gritaba Desmaius, pero sin más éxito que ella. Cuando la araña volvió a abrir las pinzas, Lily levanto la varita y grito:

- ¡Expelliarmus!

Funciono: el encantamiento de desarme hizo que el bicho la soltara, pero eso supuso una caída de casi cuatro metros de altura sobre la pierna herida, que se aplasto bajo su peso. Sin detenerse a pensar, apunto hacia arriba, a la panza de la araña, tal como había hecho el escreguto y grito ¡Desmaius! Al mismo que Thomas.

Combinados, los dos encantamientos lograron lo que uno solo no podía: el animal se desplomo de lado, sobre un seto, y quedo obstruyendo el camino con una maraña de patas peludas.

- Lily- oyó gritar a Thomas-. ¿Estás bien? ¿Ha caído sobre ti?

- ¡No!- respondió Lily, jadeando.

Se miró la pierna: sangraba mucho; tenía la túnica manchada con una secreción viscosa de las pinzas. Trato de levantarse, pero la pierna le temblaba y se negaba a soportar el peso de su cuerpo. Se apoyó en el seto, falta de aire, y miro a su alrededor.

Thomas estaba a muy poca distancia de la Copa de los Tres Magos, que brillaba tras ella.

- Llévatela- le dijo Lily sin aliento-. Vamos, llévatela. Ya has llegado.

Pero Thomas no se movió. Se quedó allí, mirando a Lily. Luego se volvió para observarla. Lily vio la expresión de anhelo en su rostro, iluminado por el resplandor dorado de la Copa. Thomas volvió a mirar a Lily, que se agarraba ahora al seto para sostenerse en pie.

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Lily Potter y el cáliz de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora