Como todas las mañanas luego de levantarse y antes de desayunar Seiji corría un par de vueltas para entrar en calor como ejercicio matutino, luego se bañaba y alistaba para ir a la escuela. Sin embargo desde hace unas semanas, desde que se enfrentó a su abuelo más precisamente, Seiji había dejado de hablar por completo con su hermano menor, este ya no le esperaba con su toalla y algo de agua como todas las mañanas, ni siquiera le dirigía la palabra en la casa y eso incomodaba bastante al pelinegro.
Aunque no todo era malo esos días, últimamente el trabajo en la empresa estaba más calmado y su padre pasaba más tiempo en casa, cosa que le agradaba bastante a Seiji. Ambos estaban sentados mientras su madre cocinaba el desayuno, su hermano menor bajó apurado los escalones y se sentó en silencio a comer. Asamu tenía el cabello rojo solo un poco más largo que su padre, su ojo derecho era de color morado y el izquierdo rojo, vestía con un elegante y distinguido uniforme blanco con los detalles en ocre y celeste, su mirada era seria y para molestia de Seiji indescifrable.
– Asamu no comas tan rápido, aun falta para el horario de entrada, llegaras a tiempo y si no, yo mismo te llevare – Se ofreció Seijuuro con voz serena mientras tomaba su taza de café.
– No hace falta padre, desde hace tiempo es el abuelo quien me lleva y me trae, pero no me extraña que hasta ahora te enteres. – Agregó el menor con indiferencia.
– Asa-chan no digas eso, Sei-chan solo quiere ser amable, él se interesa en ti. – Intervino Reo reprendiendo al menor con dulzura.
– No creo haber dicho nada malo mamá, de todas formas no tengo mucha hambre así que me retiraré por ahora. – Dijo Asamu dejando su plato a medio comer, tomó su bolso y una enorme carpeta como la que los profesionales usaban para llevar sus trabajos de arte, se notaba que trataba esa carpeta como si estuviera echa de oro puro. – Nos veremos por la tarde mamá. – Se despidió del pelinegro sin siquiera voltear a ver a su hermano o a su padre.
– Espera. – Le pidió Reo y con cuidado colocó una pequeña caja bien decorada en su bolso. – Tu almuerzo, no me interesa que tan buena sea esa academia, no dejaré que mi pequeño coma algo hecho por gente que no conozco. – Dijo con un tono que no dejaba que el otro replicara. – Cuídate y cuando regreses necesitaré que me ayudes con el trabajo ¿Te importaría?
Asamu le dedicó una suave sonrisa a su madre y asintió. – No es ningún problema, sabes que me gusta ayudarte con tu trabajo. – Dijo cambiando su tono apático a uno un poco más animado.
– ¡¡Qué bien!! Que suerte tengo en tener un hijo tan atento, cuídate mucho y nos vemos luego. – Le despidió gustoso besándole la frente antes de verle partir. Luego de unos segundos volteó a ver al otro par que le miraban con una extraña expresión en el rostro. – A ver, a ver ¿Qué les pasa? Siento sus miradas de envida desde aquí. – Dijo con cierta satisfacción.
– ¡¿Cómo lo haces?! – Le preguntó Seiji sorprendido a su madre. – Sin importar que le diga a Asamu jamás consigo que me sonría como lo hace contigo. – Se quejó.
– Sinceramente hasta a mi me molesta un poco su modo de tratar contigo, siempre es bastante formal cuando se dirige a mi. – Dijo Seijuuro celoso de la relación que tenía su marido con su hijo.
Después de escucharlos algo sorprendido Reo se rió ante los comentarios de su esposo e hijo. – Bueno no puedo evitarlo, Asa-chan y yo tenemos cosas en común de que hablar. Después de todo el ama dibujar y es muy bueno en eso, así que cada vez que necesito que él haga algún boceto o me ayude a elegir colores para los nuevos atuendos que debo diseñar sé que puedo contar con él. – Explicó a los otros como si fuese lo más natural del mundo.
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Para Superarte
FanfictionYa han pasado varios años, pero en el mundo del basket aun hay una leyenda que sigue vigente: La Generación de los Milagros. Sus seis miembros originales y el séptimo hombre que alcanzo el mismo titulo formaron una leyenda que aun prevalece. Ahora...