Capitulo 19: "No me derrumbare"

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Ritsu se apresuró a seguir la resto para poner rumbo al hospital donde Adako y el señor Midorima los esperaban, primero dejaron a los más lastimados para que fueran atendidos y luego Seiji y Ritsu fueron hasta donde Kazuo los esperaba. Este se encontraba en una habitación bastante cómoda con un yeso en el brazo izquierdo, a su lado estaba la castaña y sentado en la cómoda de la habitación estaba el padre de este mirando seriamente a los recién llegados.

– Creo que tienen mucho que explicar ¿No lo creen? – Soltó Midorima una vez la puerta se cerró.

– Shin-chan no te enojes con ellos, no paso nada. – Intentó tranquilizarlo su hijo para luego dirigirse al pelinegro. – Como sea ¿Cómo terminó todo?

Seiji desvío la mirada apenado. – Perdóname... tuvimos que renunciar, las heridas fueron demasiadas y de seguir así se habrían vuelto permanentes. Lo lamento.

– Déjeme explicarle todo Midorima-san... bueno vera... – Empezó a tartamudear Ritsu buscando justificar lo que había pasado.

– No hace falta, Kazuo-kun y yo ya le dijimos todo. – Le interrumpió Adako cruzándose de brazos.

– Con mi hijo ya hable y volveremos a hablar mañana cuando termine mi turno. – Aclaró Midorima dirigiéndole una mirada severa a su hijo por encima de los lentes. – Entiendo sus razones pero entenderán que teniendo más heridos me veo en la obligación de comentarle esto a sus padres ¿Verdad? Después de todo son menores y es mi responsabilidad como médico.

– Lo comprendo y asumo toda responsabilidad por esto como capitán del equipo. –Se apresuró a declarar Seiji. – Fui yo el que propuso no decir nada al respecto hasta que estemos en un nivel aceptable, por ende me haré cargo de todo.

– No seas idiota Akashi, todos tenemos la culpa y hablaremos con nuestros respectivos padres. – Decidió Kazuo buscando evitar que la culpa de todo recayera en el pelinegro.

– No estoy tan molesto porque no nos hayan dicho nada, me molesta más que esto haya acabado de esta forma. – Dijo Midorima dejando escapar un profundo suspiro, no estaba molesto con su hijo, por el contrario le enorgullecía y le divertía la situación, pero lo que no podía pasar por alto era lo que había ocurrido. – Sinceramente no puedo creer que ahora haya jugadores capaces de caer tan bajo. Tengo que seguir trabajando así que hablaré bien contigo mañana, pero llamaré a tu madre y le pondré al tanto. Llamaré a Akashi y a los demás en un rato, primero atenderé a los chicos para que puedan irse. – Decidió saliendo de la habitación.

– Adako, Ritsu acompañen a los demás a sus casas, ustedes viven más cerca, yo acompañaré a Kazuo ya que su casa me queda de paso. – Propuso Seiji tras unos minutos de silencio.

– Comprendo, en ese caso los veré el lunes en la escuela a ambos. – Aceptó la castaña empujando a Ritsu fuera de la habitación para dejar a los otros dos solos.

Seiji suspiró nervioso en el silencio, más allá de todo lo que había pasado ese día, lo que estaba por venir le aterraba más. Al volver a su casa no solo debería explicarse con sus padres sino con su abuelo, y ahí estaba el verdadero problema. – Deberemos volver... maldición...

Kazuo observó al mayor e inmediatamente se levantó y empezó a juntar sus cosas y las del otro. – Vamos Akashi, ya es tarde si nos demoramos mucho anochecerá. – Y sin decir nada más lo tomó de la mano y salió en silencio.

Ambos fueron caminando en silencio y tomados de la mano hasta la casa del peliverde, el mayor se veía completamente sumergido en sus pensamientos por lo que Kazuo prefirió no preguntar nada y seguir el camino. Al llegar a la casa de este Seiji se detuvo en seco y, algo inseguro, se despidió. Pero antes de poder irse el menor le sostuvo con firmeza el brazo.

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