Ren resoplo molesto, le hubiera gustado pasar más tiempo hablando por teléfono con su amado Kagami-kun pero tenía un deber que cumplir y si no se presentaba Hotaru no se lo dejaría pasar así sin más, se le había hecho costumbre llamar al pelirrojo todos los días y pasarse horas así pero esa mañana fue interrumpido por cierto albino molesto y tuvo que dejar de lado sus planes. Aun así lo que más le molestaba era el constante acoso que recibía por mensaje tanto del molesto de Yuuki como de la enérgica Hisui, ese par de idiotas parecían amar complotarse para hacerle la vida de a cuadros. Llego al aeropuerto con varios minutos extra y la mirada cansada, odiaba tomar un avión: los carteles confusos, las enormes demoras por chequeos, la gente corriendo perdida de un sitio a otro. Para bien o para mal Ren no necesitaba mirar esos molestos carteles o preguntar nada para ubicarse, de a kilómetros uno podía escuchar los escandalosos gritos que el albino daba reclamando su presencia con entusiasmo. Sinceramente no quería sonar cruel, pero más de un vez había imaginado que se atragantaba con algo o que los pulmones lo dejaban tosiendo o sin habla.
– ¡Ren-kun! ¡Por aquí! ¡Aquí arriba! – Gritaba enérgicamente a todo pulmón Yuuki agitando ambos brazos desde el piso de arriba donde había restaurantes y algún café para descansar.
La gente en el aeropuerto comenzaba a darse vuelta por el alboroto y Ren tuvo que subir hasta donde se encontraba el albino sintiendo las miradas curiosas de casi todos allí. Su rostro comenzaba a arder por la vergüenza así que ni bien llego arriba le propino un buen golpe al albino para callarlo y arrastrarlo hasta donde ya los estaba esperando Hotaru.
– Veo que no tardaron en armar un numerito delante de todos, hice bien en quedarme apartada. – Comentó con una pequeña risita la pelinegra.
– No es gracioso. – Le replico Ren. – Además ¿Era necesario llamarme? ¿Acaso no saben bajar del avión solos o qué? Estaba ocupado en cosas importantes.
– Primero que nada te sugeriría que soltaras a Mikado-kun, llevas arrastrándolo del cuello de la camisa un buen rato y su rostro no tiene un buen color. – Señalo algo preocupada por el estado del otro.
– Oh, había olvidado que lo traía conmigo, es ridículamente ligero. – Se excuso soltándolo y dejándolo por fin volver a sentir el oxigeno llegar sus pulmones. – Como sea no respondiste mi pregunta ¿Por qué demonios tenía que venir? – Volvió a protestar fastidiado.
– Porque somos un equipo, si nosotros tres pudimos viajar antes a Tokyo lo mínimo que debemos hacer es venir a recibir correctamente a nuestros compañeros. – Explico con tranquilidad. – Además déjame decirte que estar ligando no es excusa para faltar. – Agrego con una sonrisa angelical que causaba escalofríos al pelinegro.
– ¿Cómo lo...? Olvídalo, eres medio bruja. – Dio por sentado ignorando la cuestión. – Aun así te conozco, me llamaste por algo más ¿Qué es? – Preguntó suspicazmente.
– Bueno, primero que nada una vez que lleguen los demás nos dirigiremos al hotel, no sé donde hayas estado estos últimos días pero debes mudar tus cosas al hotel con nosotros así que has una llamada para que traigan tu equipaje y síguenos. La Winter Cup comienza hoy y tenemos mucho que arreglar antes de eso. – Ordeno con calma pero dejando en claro que no aceptaba objeciones. – La segunda razón es justamente que nosotros tenemos algo importante que compartir con el resto.
– ¿Uh? ¿Algo importante? – Preguntó desconcertado el albino ya recuperado. – No recuerdo tener nada importante que decir. He estado trabajando, desde que llegue a Tokyo todo ha sido sesiones de fotos, entrevistas, visitas al doctor... varias visitas al doctor.
ESTÁS LEYENDO
Para Superarte
FanfictionYa han pasado varios años, pero en el mundo del basket aun hay una leyenda que sigue vigente: La Generación de los Milagros. Sus seis miembros originales y el séptimo hombre que alcanzo el mismo titulo formaron una leyenda que aun prevalece. Ahora...