Tras lo ocurrido y con nuevas energías al haber hablado con sus padres los chicos de Shotsuko reanudaron las prácticas, no podían permitir que lo sucedido con Arkeryo los desanimara, las cosas no habían terminado aun. Cada quien se esforzaba por mejorar a pesar de que aun les dolían un poco las heridas, todos se concentraban en lo que seguía: la Winter Cup. Kazuo intentaba practicar sus triples con su mano sana pero le resultaba complicado ya que el agarre no era suficiente y el yeso le estorbaba.
– No te esfuerces tanto Kazuo, tendrás que esperar 2 semanas mínimo para poder empezar a mover el brazo. – Le recordó Seiji acercándose a él algo preocupado.
– ¿En verdad piensas que estaré dos semanas sin hacer nada? No voy a holgazanear solo por esta pequeñez, es una buena oportunidad para mejorar el impulso y agarre de mi otra mano. – Respondió el otro con terquedad. – Mi padre dice que siempre hay que dar todo de uno para que las cosas estén de tu lado. – Agregó señalando con total seriedad el brazalete de cuencas negras que figuraba como su lucky ítem del día según Oha Asa.
Seiji suspiró resignándose a ello, ya se había acostumbrado a las rarezas del peliverde. – No tienes remedio, haz lo que quieras pero ni bien vea que te estás esforzando demasiado te sacó del gimnasio, no quiero que te lastimes más, me preocupo mucho. – Le advirtió con firmeza, entendía como se sentía pero no iba a permitir que eso lo llevara a cometer una estupidez.
– No necesito que te preocupes por mí, aun así gracias. – Dijo con un ligero sonrojo.
– ¿Soy solo yo o alguien más siente que se perdió de algo importante aquí? – Preguntó Tsubaki en voz alta observando a aquellos dos.
– Créeme que no eres la única, aunque es fácil adivinar que sucedió... que envidia. – Masculló Tsubasa apretando el balón.
– ¿A qué se refieren? Yo los veo como siempre, no noto nada nuevo. – Comentó Leon sin entender qué era eso diferente que veían los Aomine.
– No te preocupes hermano, no esperábamos que tú lo entiendas. – Intentó reconfortarle Aoi.
– Bueno cortemos este aire, aun quedan diez minutos más de práctica, quiero verlos a todos correr ahora. – Les gritó Adako haciendo sonar el silbato.
La práctica siguió como de costumbre, si bien Adako había cuidado de bajar la intensidad y hacer algunas modificaciones para no agravar las heridas de los chicos no dejaba de ser intensa. Al finalizar la misma Nai tomó sus cosas y se dirigió a las duchas, sin embargo a diferencia de sus compañeros no volvió a colocarse el uniforme, en su lugar se vistió con unos jeans oscuros, una playera holgada y una campera deportiva. Su objetivo era salir de ahí lo más rápido posible, o al menos sin cruzarse a Tsubaki antes de salir, la peliazul era muy entusiasta con respecto a su vestuario y estaba 100% seguro de que no le dejaría irse así vestido sin darle primero una buena justificación. Lamentablemente la suerte no estaba de su lado, como si la chica tuviera un radar de moda lo atrapó ni bien salió del vestidor.
– ¿Se puede saber a dónde vas así arreglado? Y ni intentes evadir mi pregunta. – Se apresuró a decir la peliazul.
– Bueno... – Sabía que era en vano darle más vueltas, él era un mal mentiroso y Tsubaki no era tonta. – Como Mom me quitó mi celular use un teléfono público para hablar con Byaku-chin y él me dijo que si no podía hablarme como siempre que me invitaba a ir a su departamento. – Admitió completamente rojo de la vergüenza.
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Para Superarte
FanfictionYa han pasado varios años, pero en el mundo del basket aun hay una leyenda que sigue vigente: La Generación de los Milagros. Sus seis miembros originales y el séptimo hombre que alcanzo el mismo titulo formaron una leyenda que aun prevalece. Ahora...