Finalmente había empezado, ese día tendrían lugar los partidos que definirían quienes serian los cuatro equipos en pasar a la final de la Winter Cup. La expectativa y la emoción colmaban el aire del estadio esa mañana. El primer partido del día seria Fubuken vs Naraame, ambas escuelas generaban una expectativa increíble, los guerreros perseverantes contra la elite implacable.
Hisui arrastro a Ryouma a toda velocidad rogando poder llegar antes que los equipos se dirigieran a los vestidores para poder saludar y desearles suerte en persona a los hermanos Mitobe. Cuando la pelirroja pudo finalmente encontrar a su chico prácticamente lo tacleo frente a los otros desconcertados miembros de Fubuken.
– ¡¡RINI!! – Le grito emocionada abrazándolo ya en el suelo.
– Ara, ara ¿Quién es tu amiguita, Rini? – Pregunto Saito divertido ante el recién descubierto apodo de su compañero.
– Saito no le molestes, Mitobe-kun tiene derecho a ser feliz. – Le reprendió Kaname, sabía que su amigo podía ser realmente molesto con ese tipo de cosas y no podía evitar sentir pena por su kouhai.
Taeko suspiro ante la penosa escena y le hizo señas a Takano para que la siguiera. Obviamente sus compañeros de equipo tenían algunas cosas pendientes y prefería dejarles perder un poco de tiempo antes del juego a tenerlos distraídos durante el partido.
Rinichi logro reincorporarse tratando de hacer oídos sordos a las burlas del pelinaranja. – Mayuzumi-san, visite. Me alegra mucho tenerte aquí.
– ¡Por supuesto! Hisui vino especialmente para ser la porrista personal de Rini ¡Fubuken a ganar! – Exclamo la pelirroja agitando eufórica los brazos imitando a una porrista.
– Wow, alguien tiene espíritu ¡Mira Kaname! Encontré a mi gemela. – Se burlo Saito abrazando a Hisui. – Se parece más a mí que Taeko ¿Crees que pueda cambiarla?
Kaname intento reprimir una sonrisa para poder lucir algo autoritario. – No, creo que ya tienes suficientes hermanas.
– ¡Ah, no es justo! Puedo cuidarla. – Protesto el pelinaranja.
– Ella no es un perrito, Saito. – Le reprendió el rubio dando el asunto por terminado.
Al margen de aquel escándalo digno de ser acto de un circo, Ryouma recupero el aliento maldiciendo por lo bajo. La hiperactiva de su compañera no había querido pedir un auto y lo había arrastrado todo el camino a pie desde el hotel. A pesar de todo sintió su ira diluirse cuando una cálida y familiar mano se poso dulcemente en su hombro.
Rina le sonrió dulcemente. – "¿Estás bien?" – Esa simple frase puso a Ryouma inmediatamente de buen humor, pero su corazón dio un verdadero brinco cuando observo que la pelinegra seguía utilizando la pizarra que le regalo.
– ¿Aun usas eso? – Exclamo sonrojado tanto por el gesto como por la vergüenza de lo ocurrido.
– "Por supuesto. Aun no me has comprado una nueva como prometiste y además me pareció un lindo gesto. La guardaré como un recuerdo". – Admitió con una tímida sonrisa mientras sus mejillas se teñían de un sutil rojo.
Ryouma no sabía que decir, por un lado quería abrazarla pero con Hisui presente eso sería imposible o de lo contrario ella y Ren lo molestarían hasta la muerte. Así que opto por devolverle la sonrisa y entregarle un paquete envuelto como regalo. – Ten, te prometí una agenda nueva así que aquí tienes.
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Para Superarte
FanfictionYa han pasado varios años, pero en el mundo del basket aun hay una leyenda que sigue vigente: La Generación de los Milagros. Sus seis miembros originales y el séptimo hombre que alcanzo el mismo titulo formaron una leyenda que aun prevalece. Ahora...