Trabajo duro.

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Hannah

En la mañana, lo primero que siento es un golpe. Me quedo sin aire por unos segundos y cuando me recupero me doy cuenta de que estoy en el piso. He caído de espaldas y por eso se me cortó la respiración unos segundos. Me levanto sobresaltada y a quien veo es al Sargento Miller, va con un uniforme parecido al que nos dieron y se ve tan fresco como una lechuga. Me ha tirado de la cama.

Miro por la ventana y el sol a penas está apareciendo.

—Está loco?— chillo histérica. Los demás comienzan a despertarse por el ruido que estamos haciendo. Vitto pasa una mano por mi espalda.— ¡Casi me mata!

—¿Estás bien?—pregunta en susurro con temor a que el Sargento diga algo.

—Marinero, son las seiscientas y uno.— habla el Sargento. — a las seiscientas tenía que estar en el campo de entrenamiento.
—¿Es una broma?— pregunto incrédula. —¿¡Esta es un maldita broma de mierda!?—Chillo histérica y zapateo de rabia. Cierro mis puños, tanto que siento que me estoy cortando con las uñas.

Nathan

Voy explotar pero de risa. Esta es una típica escena de comedia estadounidense de la niña malcriada.

Hannah

Me ha tirado de la cama por demorar un minuto y encima de todo eso casi muera sin aire por el golpe.

—Marinero Crowell, ya sé ha ganado un día entero de sanción anoche. ¿Quiere ganarse una semana?

¡Carajo! Quiero mandarlo al demonio. No me importa que tan guapo sea y que tan amigo sea su padre del mío. Estoy de mal humor y cuando estoy de mal humor las cosas se ponen feas. Miro su boca idealizando pegarle un puñetazo, pero Vitto pasa una mano por mi espalda y me susurra "Respira y no abras tu boca. Sólo respira" .

—Voy enseguida, señor.

Él da media vuelta y sale por la puerta, mientras todos me quedan mirando. Morti se sienta mirando hacia nosotros, su cabello negro esta revuelto y su piel es tan blanca que con sus ojeras, parece un espectro.

—¿Qué hiciste para que te dieran un día completo de castigos?— su voz es adormilada.

Yo me siento en la cama suspirando y saco mi espejo de mano. No me he colocado mi antifaz de sueño anoche, y más el cansancio, mis ojeras son terribles. Parezco un mapache. Pero un mapache en serio. No tendría el tiempo de ponerme un poco de base o corrector para disimularlo.

—Le dije que se fuera al demonio.— hablo mientras busco la ropa que me dieron. Está sucia y llena de tierra, pero no pienso ponerme mi ropa importada para que me hagan besar el suelo. Así que ahora comprendo por qué el Subteniente me aconsejó que usara el uniforme.

—Si, definitivamente vas a morir cumpliendo castigos. — dice Morti volviendo a tirarse en la cama.

Estoy tan enojada que me cambio ahí, delante de todos. Sé que Vitto está mirándome fijamente, así que cuando termino de cambiarme, me giro y le digo que deje de observarme. Él se levanta las manos a la altura del pecho y responde "No miré, lo juro", pero creo que todos se dan cuenta de que no estoy para bromas.

Tomo un poco de enjuague bucal y hago gárgaras, escupiendo por la ventana. No puedo creer que no tenga mi tiempo para aunque sea lavarme la cara.

Amarro bien mis botas y salgo, pero antes de salir escucho a la gorila hacer un comentario.

—Barbie no puede dejar de llamar la atención.

¡Señor, sí, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora