Después de la visita exprés de Nathan y su familia, mi semana continuó tan gris como siempre.
Nathan y yo intercambiábamos mensajes, pero la virtualidad no se compara con estar juntos en persona.
También esa semana me dispuse a contarle a mi padre que tenía una relación con él. Antes de que largara frases desafortunadas, comencé a contarle todo desde el principio y al final de varios regaños, se sintió orgulloso por saber que estaba con un chico bueno y proveniente de una familia honorable. Además era el hijo de uno de sus viejos amigos, no podía quejarse mucho.
Nathan también había quedado en comentar la situación en su casa, la cuál no fue una novedad, ya que el Subteniente Miller ya sabía todo, su madre ya sospechaba y Josh sabía todo desde el comienzo.
Pero por suerte, todo entre nosotros estaba bien. Lo único que nos jodía era la distancia.
Luego de una semana, hice mi bolso y tomé un vuelo hacía Texas. Pasaría un par de días allí para ver a Alice y pasar tiempo con Nathan. Papá pagó todo sin protestar. Al menos sabía que ya no eran viajes de fiesta loca y compras sin sentido, aunque nunca prometí no hacer compras si encontraba algo que valiera la pena en Texas.
Me bajo del avión y espero mi equipaje pacientemente, al girarme encuentro una cabellera negra, una cara pálida y unos ojos pintados de negro a más no poder.
Salgo corriendo y tirando todo. Nos estrechamos en un caluroso abrazo y sollozos pequeños.
—No puedo creer que te haya extrañado tanto. — murmuré aún pegada a ella.
—Te juro que he comprado unas cortinas rosas para poner en mi habitación y no extrañarte tanto.— se burla y luego se aparta de mi.
—Qué graciosa, Morti.
—Ven, te ayudo con tus maletas.
***
Al primer lugar al que vamos es al cementerio. No puedo irme a comer o a ningún otro lado sin antes pasar por allí y tengo que aprovechar ya que Morti anda conmigo.
Estamos los tres juntos de nuevo, aunque no como quisiera estar, pero estamos al fin.
—No puedo creer que ya hayan pasado casi tres semanas. — comenta Morti sentándose a la par de la lápida. Prende un cigarro y luego deja su ramo de flores.
—No sabes cuánto te hemos extrañado grandulón. — me siento del otro lado y dejo mi ramo al lado del de Morti.
—Creo que lo que más extraño son tus bromas a la hora de la comida. — habla Morti hacia la lápida.
Rió.—Creo que yo también extraño eso, aunque yo era el blanco fácil de burlas.
—Hannah, ¿Tú crees que exista otra vida?
—Creo en muchas cosas, creo que reencarnamos en otras personas y nuestro paraíso o infierno es la realidad que exista en ese momento, si hemos sido malos, nuestra reencarnación tendrá una vida de mierda y al contrario si hemos sido buenos. Aunque también estoy abierta a la posibilidad de que haya un cielo y que todos vistan de blanco, mientras que los del infierno están encadenados al eterno sufrimiento.
Morti me mira pestañando un par de veces y luego le da una calada a su cigarro. Mira a la lápida y dice: —¿ves que ha perdido la chaveta?
—Sea dónde sea que esté Vitto debe estar riéndose de la estupides que acabo de decir.
—Seguramente, principessa.
La charla entre los tres continua, aunque sólo seamos dos hablando con una lápida. A la hora de irme siento un poco de culpa y largo un par de lágrimas, pero Morti me rodea con su brazo y me dice que es hora de que siga su largo sueño y no lo molestemos más.
***
La casa de Morti es acojedora. No es tan grande ya que sólo viven allí su hermana y ella. Pero tiene todo lo indispensable para vivir.
Su hermana es amable, pero de pocas palabras, sólo habla cuando necesita responder o dejar un aviso. Al parecer no pasará la noche aquí así que Morti y yo tendremos pijamada para nosotras dos.
—¿Va a ser una de esas pijamadas de película, en la que nos ponemos ruleros y nos hacemos las uñas, con dos pepinos en los ojos?
—Morti... tu pregunta está totalmente fuera de lugar. Es obvio que así será. ¿Con quién crees que estas tratando?
Morti ríe y se tira a su cama tapándose la cara con un almohadon. Se queja y luego se destapa mirándome.
—¿Preparamos un trago, entonces?
—Exacto.— le guiño un ojo.
Saco mi artillería pesada de cosméticos, cremas, esmaltes de uñas y ella corre a buscar la licuadora y las botellas para comenzar nuestra noche de chicas.
***
— ¿No volviste a ver a Holt?
Ella abre los ojos por completo y luego extiende la otra mano para la segunda capa de pintura.— con tantas estupideces me olvidé de contarte.
—Habla en este preciso instante.
— Nos hemos visto un par de veces, tiene un brazo jodido por lo de Medio Oriente. Así que me lo he cruzado en el super y en otros lados porque está de licencia.
—¿Se acercó a hablarte?— tomo el vaso de margarita y hago un sorbo.
— a la primera sólo me vio de lejos. Yo levanté la mano para saludarlo pero él dio media vuelta y se fue. A la segunda me lo choque en el super, ya no tenía escapatoria así que tuvo que saludarme, y le pregunté por su brazo...— le da una calada a su cigarro con la mano libre.— y hablamos un poco de lo que pasó allá y todo el tema de Nathan... La cosa es que él terminó invitándome un café.
—Al grano, ¿Fuiste?
—Obvio que fui, él llegó puntual como habíamos quedado. Conversamos un poco y luego tocó el tema de esa noche de la fiesta.— vuelve a dar otra calada a su cigarro.— me dijo que quería pedirme disculpas por eso. Entonces yo le dije que no importaba porque me había gustado el beso.
Tiro todo y grito. Ella ríe.— Joder, estas hecha toda una Hannah Crowell.
—Entonces él quedó en silencio y como vi que no decía nada. Le dije que no se preocupara por eso y ya. Traté de sacar dinero para pagar mi parte y él me dijo que no. Entonces le dije que podía pagar perfectamente mi parte y... prepárate para escuchar lo que viene...—pausa. Yo la miro expectante.— me dijo: no es por el dinero, es porque no quiero que te vayas aún.
Grito de nuevo y comenzamos a reír descontroladas.
—Ay Holt.— niego con la cabeza.— hubiera matado por ver tu cara.
—Yo estaba desfigurada.— ríe tomando una copa.— en ese momento se me fue lo Hannah Crowell y comencé a tartamudear.
—¿Cómo siguió todo?
—quedamos en vernos la próxima semana, está vez para ir a almorzar.
—Tengo que sacarme el sombrero ante ti. — me paro en la cama y hago una reverencia.
—¿Y qué pasó con Nathan?
Suspiro.— todo va mejor que nunca, pero la distancia es terrible. Tengo que aprovechar estos días. Luego tengo que volver a Las Vegas... A hacer nada.— bufo.
— ¿No has pensado en venir a vivir aquí?
—Si, pero el problema es papá.
—y habla con él, tienes un hogar aquí en casa. Podemos buscar trabajo juntas.
—awww Morti.— me acerco a abrazarla.— es un plan fabuloso, pero aún así tengo que hablar con mi padre. Es el único familiar que tengo , o que conozco, mejor dicho.
— Bueno, cuando vuelvas puedes ponerte en plan de hablar con él. A menos que no quieras dejar tu preciada Las Vegas.
—Créeme que ya no tengo diversión en Las Vegas. — niego tomando de mi copa.— no tengo nada para hacer allí.
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¡Señor, sí, Señor!
Teen Fiction"-¿Qué tú hiciste qué?- grito.-Estas demente, hombre." Hannah Crowell tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello esplendido y uñas largas y bien pintadas. Claro que no se pod...