Sincericidio.

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Hannah.

Se quita la camiseta y se lanza en un perfecto clavado.

Me alarmo y trato de escapar, pero él es más rápido que un tiburón y me ataca por la espalda sujetándome de la cintura.

—¡Suélteme! — chillo pateando y dando manotazos al agua.

—No, te he dicho que salgas.— nada a la dirección contraria conmigo agarrada del abdomen. Me rodea tan fácilmente que parece que su brazo fue hecho para encajar conmigo.

—Cuando le dije lo de venir a sacarme, no era literalmente.— dejo de patalear y me resigno.

En especial porque no puedo dejar pensar el hecho de que lo tengo pegado a mi cuerpo y está sin su camiseta. Y NUESTRAS MALDITAS PIELES ROZAN. Y debo hacerme al pensamiento de que estoy enojada con él ¿no?
Sé que es un idiota, pero ya que se me va a acabar la diversión tan rápido, por lo menos disfrutemos el momento.

—No me interesa.

Llega conmigo a la orilla aún envolviéndome.

—Sube.— me ordena en tono molesto. Probablemente le estoy explotando los nervios de rabia.

—Le dije que en unos minutos me iba — me apoyo en el borde y hago fuerza para tomar impulso y elevarme.— ¿Tanto le cuesta confiar en mi?

Me incorporo y lo veo mirándome fijamente, luego aparta la mirada y veo su cara enrojecer.

A poco no me ha estado mirando con el Bikini.

Le hago un favor y tomo mi ropa del piso y comienzo a colocarmela sin decir nada.

Él sale, se seca un poco y toma su camiseta del suelo. — en ti no se puede confiar.

Me giro molesta y lo confronto.— ya le dije que esa vez sólo quería divertirme. Cómo ahora, sólo quería nadar un rato.

—Sí, seguro. Si es como aquella vez entonces debes estar esperando que tu novio aparezca para "divertirte" con él en la piscina.

¿Acabo de escuchar bien?

—¿Qué?— me acerco a él y lo miro fijamente. — ¿Qué fue lo que dijo?

—Nada, olvidalo.— niega con la cabeza y levanta su linterna para irse.

—No no no, a ver...—pongo una mano en  mi cadera mientras resoplo riendo. — ¿Usted me dice eso por lo que paso hoy? Vitto no es mi novio. Creo haberselo dicho.

—No tienes que darme explicaciones. Además, si no es tu novio entonces, no creí que fueras de esas que lo hacen con cualquiera.— dice casi escupiendo las palabras.

KHE.

¿Me acaba de decir zorra?

Antes de que aleje su mirada, le estampo mi mano en su mejilla tan fuerte como puedo. Y créanme que si fue fuerte porque ya llevo varios meses entrenándome.

Mi mano cosquillea y él se toca la mejilla sorprendido.

—¿Cómo se atreve?— chillo furiosa. — No sé qué fue lo que hice para que esté tan molesto conmigo, pero eso sí, ni se le ocurra volver a decirme cosa semejante.— lo apunto con el dedo.

Tomo mi camiseta y mi vista se dirige a la salida.

Él toma mi brazo y me hace girar.

—¿Qué le pasa? ¡Dejeme!

¡Señor, sí, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora