A la mañana me levanto un poco menos dolorida pero dolorida en fin. La trompeta suena y un poco me siento aliviada de poder dormir una hora más, porque siempre me levantaba mucho más temprano para mis castigos. Creo que ha sido un récord pasar dos días sin estar castigada, pero de sólo pensar todo lo que nos harán hacer hoy, prefiero un castigo.
Morti es la primera en levantarse. Vitto y yo nos quedamos en la cama juntando ganas de levantarnos. Pero luego nos levantamos rápido porque ha venido un marinero a gritonearnos.
Aún dormidos nos vamos a desayunar nuestro café y nuestra tostada. Vitto se va con sus amigos los raros y Morti y yo nos quedamos desayunando tranquilamente mientras comentamos cosas sobre lo que pasó ayer. Por lo menos sé que hoy y todo lo que resta de la semana no le veré la cara a Joiner pero no quiero quedarme con las ganas de venganza. Me ha lastimado y no voy a permitir que ella gane esta guerra.
Nos indican que hay que salir de nuevo al campo de entrenamiento. Debemos correr una hora, veinte flexiones y treinta abdominales.
Las cosas iban bien sin mis amigas las flexiones, pero de tanto hacerlas creo que esta vez pude hacerlas con menos dificultad. En cambio Morti, sigue besando el suelo y no puede evitar rasparse todo el brazo cada vez que cae brutalmente al piso. Vitto nos mira, porque él es mucho más rápido y fuerte y ha terminado primero que todos sus ejercicios. Ayuda a Morti sin que el Marinero a cargo de nosotros lo note.
Después de hacer las flexiones y los abdominales, nos hacen correr una hora más, mientras sentimos gritos y quejas del marinero. Parece que la motivación aquí es la palabra "Debilucho" porque la he sentido decir más veces que en cualquier otro momento de mi vida.
Nos dan unos minutos de recuperación.
—No sé cuánto pueda aguantar esto. — dice Morti.— la próxima vez lo pensaré dos veces antes de apuñalar a alguien.
Yo comienzo a reírme. — el lado bueno es que voy a tener un cuerpo espectacular para el final del verano.— digo levantando mi remera y viendo mi abdomen.
—No puedes con tu genio.— dice Morti riendo.
Nos mandan de nuevo a donde están los muñecos de práctica. Allí está el Sargento Miller, tan impecable como siempre. Con sus lentes oscuros y sus pecas al sol. Su camiseta bien ajustada a sus pectorales... los pantalones que marcan por completo su traser...
—¡HEY!
—¿Qué pasa?
—Te has quedado como en trance. — dice Morti frunciendo el ceño.— ¿Estas bien?
—Sí, es que me perdí en un punto ciego.— miento.
Vitto se acerca y nos rodea por los hombros.— Se ha quedado perdida en el punto Miller.— murmura riéndose.
Siento ardor recorrer por mi cuerpo y disimuladamente le pego con el codo en su costado derecho. Él se queja de dolor pero tiene esa sonrisa burlona en su rostro.
—Cierra tu boquita.— le gruño por debajo.
Nathan nos recibe a todos y explica que por situaciones protocolares Cabo Joiner no nos podrá entrenar en esta etapa así que él va a encargarse de que aprendamos técnicas de combate.
El nuevo entrenador, ojalá me hubiera tocado uno así en la prepa.
—Para empezar, les voy a enseñar llaves y golpes claves en el combate. — dice sacándose los lentes mientras comienza a caminar en frente de todo el grupo. — es necesario que aprendan a luchar, porque en una contienda en la que no tengan un arma a la mano o en el caso de que ya no tengan municiones, es necesario saber tácticas de defensa para poder inmovilizar al enemigo. — levanta la mirada hacia el grupo. — Minnetti, un paso adelante.
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¡Señor, sí, Señor!
Teen Fiction"-¿Qué tú hiciste qué?- grito.-Estas demente, hombre." Hannah Crowell tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello esplendido y uñas largas y bien pintadas. Claro que no se pod...