A la luz de la luna.

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Nathan.

Después de hablar con Carol y decirle que dejase de actuar como una adolescente, le dejé en claro que la cosa entre nosotros había terminado hace tiempo.

A pesar de que Hannah es mucho menor que Carol, se comporta más madura que ella. Aún no puedo creer que siga haciendo estas escenas.

Mi padre también le ha advertido. Su comportamiento puede poner en juego su rango.

Carol parece haber comprendido esta vez. Quiero creer.

Me la pasé todo el día entrenando al grupo de Josh en cuanto al entrenamiento de combate. Hasta que se hizo de tarde y se fueron a las barracas a descansar. En mi ida al despacho de mi padre me encontré con un escena muy peculiar.

Hannah.

Camino a las duchas, una mano firme me toca el hombro y me detiene en medio del campo. Al girarme veo a Grace, con una toalla. Al parecer también va a las duchas.

Me pongo alerta, porque a lo mejor quiere continuar lo que ha quedado pendiente en la mañana.

—¿Puedo hablar contigo, Hannah?

Miro hacía ambos lados y luego la miro a ella con confusión.

—Si, ¿qué sucede?— pregunto cruzando de brazos.

—No sé como decirte esto...— dice  mirando al suelo y sobando su nuca.— Eh... bueno... creo que eres la única que puede ayudarme...

—Sueltalo.

—Me gusta Vittorio.

La mandíbula casi me llegó al suelo, literal. ¿Grace y Vittorio? Es decir, esto es algo radical.

—Y... bueno, quiero que me ayudes a ser un poco más femenina. Ya sabes...

Recalculo un poco lo que me acaba de decir.

—Mira, para gustarle a alguien no tienes que ser más femenina, sólo tienes que ser tú. — aflojo mi postura y le hablo con tranquilidad. — pero si tu, quieres por ti misma un cambio de imagen eso es otro asunto.

— Pensé que en cuento te comentara esto, te reirías y dirías un millón de estupideces. — habla con más tranquilidad.

—¿Por qué haría eso?

—No lo sé, me dio esa impresión.

—Grace, la verdad es que no tengo nada en contra tuyo. El primer día me   parecías una fracasada más  del resto junto a mi. Porque llegamos todos como unos fracasados y lo seguimos siendo. Pero tu hiciste un comentario sobre mí, sin si quiera conocerme. Si, puedo ser insoportablemente egocéntrica y asquerosamente rica. Pero no significa que sea una plástica, una zorra, una insensible, una hueca o cualquier estereotipo que se te cruce por la mente. Tal vez si hubiéramos empezado de otra manera nos hubiéramos  ahorrado problemas desde hace mucho tiempo.

Ella me mira sorprendida y luego agacha su cabeza.

—Lo admito, tienes razón y además creo que te tenía un poco de envidia al ver que... no sé, tienes todo lo que quieres y Vitto siempre se fija en ti y anda contigo para todos lados. Tal vez quería ser un poco más como tú.

¡Señor, sí, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora