Estado de Shock.

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Nathan.

Me despierto, lo primero que hago es tratar de levantarme pero un dolor ataca mi cabeza y hace que me vuelva a acostar. Me toco la frente y siento una venda en él, me debo haber dado un golpe muy duro en la cabeza. Hago fuerza para recordar algo pero la cabeza me duele aún más.

Trato de levantarme lentamente y quiero  sentarme en la cama pero no siento las piernas.

Me golpeo las piernas y no las siento.

Grito desesperado y me enderezo para ver que es lo que sucede, como puedo tiro las sabanas al suelo y veo que tan grave es.

Mi pie derecho no está. No está.

Grito de nuevo.

—¿Qué sucede?— entra mi padre a la carpa.— calmate Nathan.

—¡Mi pieeeee!— vuelvo a gritar desesperado.

Mi garganta duele de tanto gritar, papá trata de calmarme tomándome de las manos. Detrás de él puedo ver una silueta tímida.

No era una alucinación, era real, ella estaba en el mismo lugar que yo. Era ella.

—¡¡¡Qué demonios haces aquí!!!— grito enloquecido.

—Nathan yo...

—Tendrías que estar en casa, maldita sea. — tomo mi cabeza. — quiero que te vayas ahora, no quiero que estés aquí.

—Pero escucha...

—¡VETE!— grito.— no quiero verte.

Ella me mira sorprendida y veo su rostro desfigurarse. Pasa sus palmas desesperadamente por sus ojos y da media vuelta saliendo a toda prisa.

Siento un golpe en mi cara y me quedo mirando a papá, que está mirándome con el ceño fruncido. Ahora que lo veo detinadamente parece haber estado llorando. Su nariz está roja como un tomate y sus ojos aun cristalizados.

—¿Cómo te atreves a tratarla así?— me mira furioso. — Si no fuera por ella no estarías vivo.

Mi cabeza es una licuadora, mi cuerpo ya no siente dolor. Ya no siento nada en realidad.

Papá sale furioso de la habitación y me deja con todo este lío.

***

Hannah.

El corazón ya no me late. De verdad que no pensé que reaccionaría así.

Sé que hice cosas mal en mi vida. De hecho creo que el 90% de las cosas que hice están mal, ya sea porque no salieron bien o porque no las hice de corazón. Sé que me vine de infiltrada sin casi ningún conocimiento acerca de guerras, armas o combate. Sé que puse mi vida en peligro y la vida de mis amigos, dejando en el camino a Vittorio, que en paz descanse. Sé que todo lo que hice para llegar a Nathan pudo haber salido muy mal. Pero jamás pasó por mi cabeza el hecho de que él tuviera tal reacción conmigo.

Antes de todo el escándalo con Nathan, el Subteniente Miller, notificó mi ida y la de Alice junto con un grupo especial. No nos delataría delante de los demás superiores porque el castigo podría ser no contar la historia nunca, considerando todas las reglas que rompimos y el peligro que generamos y vivimos. 

¡Señor, sí, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora