Muerte.

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Hannah.

Avanzamos los tres juntos, junto con otros dos grupos. La explosiones se escuchan más  fuertes. Gritos aún más  espeluznantes se oyen más cerca. Lo peor de todo, esquivamos cuerpos de soldados estadounidenses, de terroristas, de gente civil y niños. Algunos cadáveres ya despiden olor. Trato de seguir mirando hacia adelante.

Un par de marineros del otro grupo dispara unas tres veces y se siente el grito de un hombre a lo lejos.

—¡Mantenganse alerta!—grita el marinero principal.

Seguimos caminando y en un abrir y cerrar de ojos, una camioneta llena de polvo sale por entre los escombros con cuatro tipos arriba de la cajuela.

—¡Cubránse!

Vitto me toma del brazo y me jala hacia una pared que de milagro todavía está en pie. Los tres nos escondemos y sentimos los disparos desenfrenados. Vitto se asoma y aprieta el gatillo varias veces.

¡Maldición! ¿Para qué demonios vine si voy a estar siendo una maldita carga para mis amigos? Debería reaccionar y pensar en mi objetivo.

Vitto nos da la señal de que podemos seguir.

Dos marineros se retiran porque han resultado heridos. Los demás continuamos caminando rápido pero escabulléndonos por los rincones, con las armas listas para disparar.

Me mentalizo en que cualquier bulto sin uniforme de la marina es el enemigo. Debo reaccionar. Tengo que dejar este tipo de actitudes de cobarde.

Suena una explosión, más cerca de lo que parecía. Los escombros vuelan y nos  obligamos a tirarnos en el piso para protegernos. Seguimos arrastrándonos entre los escombros.

***

Te sorprendería lo que puede pasar en cinco minutos...


***

0:15

Un grupo de terrorista con metralletas a lo largo de toda la calle esperando a que aparezcamos. Por el intercomunicador nos contestan que el grupo principal está del otro lado a la barrerra mortal. Ellos son el objetivo que hay que eliminar.

El intercomunicador vuelve a sonar, una voz conocida manda coordenadas en código sobre las posibilidades, municiones y posibles ataques que se puede realizar en conjunto.

—¡Nathan! —susurro. Comienzo a moverme pero en cuanto se siente el ruido de los escombros los disparos impactan en las pocas paredes que aún quedan en pie.

—Hannah, no te muevas.—murmura Vitto.

—Necesito crear una distracción. Tengo que llegar al otro lado.

—Espera, no te arrebates. Lo haremos en equipo.

0:35

Nos quedamos detrás de las paredes y de vez en cuando disparamos. Esos segundos escondiéndome me parecen años.

1:02

La desesperación me gana y salgo de mi escondite sin importar nada, aprieto el gatillo varias veces mientras grito y creo que un par de cuerpos caen y luego de ver eso, me vuelvo a esconder entre las paredes.

Siento las miradas de sorpresa, y algunos regaños por el intercomunicador de quién fue la kamikaze que hizo eso.

El pecho me late fuerte al saber que acabo de matar a dos personas.

¡Señor, sí, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora