¿En qué puto minuto Josh se convirtió en Nathan?
—¿Qué... qué pasó aquí?— miro hacia atrás confundida, tratando de meter las lágrimas que casi me salen de los ojos.
—Oh, Josh se fue a dejarle el tupper a mamá. Se pone histérica si no se lo devuelven rápido.— dice con total normalidad mientras juntas sus manos despreocupadamente.
—Y... y... ust... ¿Cuándo llegó aquí? — pregunto molesta.— ¿Estuvo escuchando lo que dije?— frunzo el ceño.
—Si, desde el principio, eres tan despistada que ni si quiera te diste cuenta de cuando Josh se levantó de tu lado.
Sigue con esa tranquilidad espeluznante.
—No entiendo lo que sucede.— niego con la cabeza.— Usted no debería estar aquí.
—Primero que nada, sólo quería disculparme, no sabía que iba a terminar escuchando toda tu historia. Y ahora que la sé, quiero disculparme el triple, porque no tenía idea de lo difícil que es ser alguien como tu.
—¿Lo difícil que es ser yo?—pregunto aún sin comprender nada.
No comprendo ni la situación, ni a este tipo que un día me trata mal y ahora está como si no hubiera ocurrido nada. ¿Quién le comprende?
—No lo digo sarcásticamente, de verdad, debe ser difícil saber que tus padres no se preocupan por ti. Debe ser difícil tratar de no sentirse solo. De tener a más que a ti mismo para confiar. ¿Así que tu padre te envió sólo porque hiciste una fiesta por tu cumpleaños? Digo no es nada malo por lo cual castigarte de tal manera.
Me tapo la cara y deslizo mis manos lentamente con pesadumbre. — es patético.—niego con la cabeza— no puedo creer que tenga que estar pasando por esto.
—No tienes por qué avergonzarte, son cosas que pasan.
—¿Sabes? No tengo ganas de seguir hablando de esto, menos contigo.
Hago el ademán de levantarme pero el me sujeta del brazo y me hace detener.
—Aún no te vayas porque tengo que hablar contigo.
—Oh... ya veo... me va a decir más cosas del estereotipo que tiene con la gente como yo: un hueca y plástica niña mimada, que necesita la atención de todo el mundo y por eso se le lanza a los hombres como si fuera una cualquiera.
—No Hannah. De verdad, me di cuenta de que estoy en falta. — me mira alarmado.— no voy a decirte nada de eso, sólo quiero que sepas que me he dado cuenta de lo idiota que he sido por tratarte de esa manera. Y te debo una explicación, por más que la explicación sea más absurda que el motivo de tu padre para mandarte a un campamento militar.
Lo miro aún más extrañada.
—¿Explicación?
—Claro, ¿No quieres saber por qué fui tan idiota?
Me quedo callada unos segundos.
—La verdad que no pensé que pudiera existir una explicación, pensé que sólo eras idiota y ya.
Él se sonríe. Viéndolo de perfil es condenadamente atractivo y su perfume me pone alerta. Un idiota condenadamente atractivo y perfumado.
—Estas muy enojada, lo sé. Pero... ¿Nunca pensaste en la posibilidad de que todo eso fue porque me gustas?
—¿Pensar en las posibilidades de que...? — me calló. ¿Acaso oí bien?
Me quedo callada mirándolo. Él sigue sin inmutarse. Sigue tan tranquilo como el agua de noche.
ESTÁS LEYENDO
¡Señor, sí, Señor!
Teen Fiction"-¿Qué tú hiciste qué?- grito.-Estas demente, hombre." Hannah Crowell tenía la vida perfecta. Todo lo que pudieran imaginarse: Autos, motos, la mejor ropa, los mejores zapatos, un cabello esplendido y uñas largas y bien pintadas. Claro que no se pod...