¡Sorpresa!

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—Dime que es lo que quieres y veré que puedo hacer con lo que tengo disponible. — me siento en la cama.

—Bueno, me gustaría cambiar un poco mi cabello. — señala sus rulos. —  algo de maquillaje y consejos de moda.

Me paro y giro al rededor de Grace examinándola.

—Bien, vamos a comenzar con depilación.

—Esa palabra me duele de sólo escucharla. — dice Grace sentándose en mi cama.

Comienzo la labor de calentar la cera. Con el calor que hace no me hace falta fuego o algun mechero. La dejo al sol unos minutos y problemas resuelto.

Hasta entonces me fijo qué hacer con el cabello de Grace.

Faltan tres horas para la fiesta sorpresa. Algo tengo que lograr con esta chica o dejo de llamarme Hannah Crowell.

Divido su cabello en varias partes y luego comienzo a pasar la plancha alisadora y luego la envuelvo un poco dejando pequeños rulos en las puntas. Por suerte su cabello no es tan rebelde  y no me cuesta tanto dejarlo liso.

Al terminar su cabello se ve más largo de lo que parecía.

Busco la cera. Que realmente está blandita, pero no del todo y me ocupo de ir hasta la cafetería a que me la calentaran.

—¿Lista?

—Puedo soportarlo. — dice afirmando.

Pongo un poco de cera entre medio de sus cejas y luego de unos segundos tiro rápido para que salgan los vellos.

Ese no fue el peor. Lo peor fue cuando tuve que depilar sus axilas y sus piernas.

—¿Cuándo termina ésta tortura?— dice clavando las manos en el colchón miserable.

—Falta una pierna.

Luego de terminar con la depilación pasamos a ver la ropa.

—¿Qué es lo que tienes entre tu ropa?

—Tengo jeans y remeras lisas comunes.

—Supongo que ese es tu estilo ¿no? Bien, veamos que hay.

Hurgo entre los pantalones y todos son sueltos y del mismo color.

—Nada que nos sirva. — digo dejando su mochila en la cama. — aunque... si tú estas de acuerdo, podríamos corta uno y hacerlo un short.

—Tú eres la experta, sólo hazlo.

Tomo las tijeras de Morti y sin pensarlo corto las piernas del pantalón tratando de dejarlo a una medida justa.

Tampoco la voy a hacer usar vestidos y tacones si ese no es su estilo o no está acostumbrada.

Deshilacho un poco los bordes del nuevo short y con algo de pegamento que tenía por ahí entre mis porquerías le pegué  algunos detalles brillantes que saqué de alguna ropa que tenía.

—Póntelos y fíjate si te sientes cómoda.

Lentamente se los sube y se mira a si misma.

—Me siento bien. — dice sonriendo y mirándose por todos lados.

—Prosigamos.

Veo entre sus remeras. Nada que se pueda arreglar.

Me giro en mis talones y voy a mi maleta. Algo tengo que tener que pueda irle.

Se prueba diez blusas, las cuales le van muy pequeñas porque la diferencia de tamaño entre ella y yo es un poco notoria.

Hurgo en las cinco malestas algo que le pueda ir más a su cuerpo y encuentro una blusa que puede irle bien, de color hueso.

¡Señor, sí, Señor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora