Tauro

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Me falte la clase de Literatura avanzada para colarme en la sala de computación, ya que era mejor usar una computadora que el celular. Prendí la maquina, y en Google busque ayuda para el manejo de la ira.

Sabía perfectamente lo que pasaba mi novio y no lo iba a ignorar, tenía miedo y mucho pero no importaba, lo tenía que esconder por su bienestar.

Encontré un montón de consultorios y grupos de apoyo, imprimí la información y las coloque en mi archivador, gracias a Dios no encontré a ningún profesor cerca, salí corriendo para ir hacia la cafetería.

Me acerque a la mesa de mis amigos, donde sólo estaban Piscis y Capricornio, él último no me saludo encambio mi amiga me sonrió pero con algo de timidez.

— ¿Te encuentras bien, no?.— Le pregunte, recordando nuestra conversación por teléfono sobre el incidente que tuvo hace poco.

La pisciniana asintió con pena.

— Creo que deberías ir con la policía y levantar la denuncia, aquellos desgraciados no pueden caminar tranquilamente. ¿Verdad, Capricornio?.— Esta vez mis ojos se dirigen a los de ellos.

Él revolvía su tenedor contra la ensalada y se la metía a la boca saboreando cada parte, sin siquiera mirarme. Seguí esperando incómoda.

— Piscis sabe lo que pienso al respecto.

La chica alarmada por nuestro tono de voz y la tensión que se sentía, y creo que cualquier que nos supiera atención lo sitio, alegó rápidamente.

— Ya, pero realmente tengo miedo de volver a verlos, prefiero dejar las cosas así, igual Can.— Dijo rápidamente.

Parecía nerviosa y juguetea con sus dedos sin siquiera tocar un bocado de su puré de manzana.

— Virgo está en la mesa de "Bad guys".— Comento Piscis.

— ¡Que valor!.— Lo contemplé.

Me levante del lugar y les avise que iría por una bandeja de alimento ya que sentía hambre. Así aproveche para pasar por aquella mesa, y en cuanto mi amigo se dio cuenta, le guiñe un ojo. Sabía lo que él sentía por ella y me parecía adorable. Mientras mi amigo sea feliz, yo lo seré.

— ¡Tau!.— Escuche la voz de Tyler.

Gire sobre mis talones y en el estaba sentado en la mesa contigua a la de los malotes, me acerque a él sosteniendo el folder en mi pecho y miedo a que me pregunté de sé trata.

Vamos, Tauro, eres astuta, ya te inventaras algo.

— Una buena porción de pizza alemana.— Dice mientras me la entrega.— Es lo que único que encontré, llegaste tarde.

Coloque el archivero en el asiento y me senté sobre el, por suerte mi novio no sé dio cuenta de aquel objeto. Un alivio.

¡Gracias a Dios!

Pasar el tiempo con él en la cafetería transcurrió tranquilamente, no mencionó ni una palabra sobre la pelea con el grupo de Leo, ni lo de sus lágrimas. Así que lo disfruta ya que sino hubiera sido muy incómodo.

En un momento mientras reíamos sobre la comedia que vio ayer, alcé la mirada y mis ojos se cruzaron con los azules del chico cabra, quien desvío su mirada rápidamente, estaba segura de que estaba molesto.

¡¿Por qué?!

Cuando terminó el pequeño receso, me despedí de mi novio y le avise que tenía apuro en llegar a Química, él me miró ceñudo pero me dejo ir, así que aproveche y corrí hacia la clase de Trigonometria avazanda.

Llegue a tiempo, gracias a mis largas piernas y sin sudar. Me quede pegada a la pared viendo una marea de estudiantes se acercaba para entrar hasta que divisé a un rubio familiar para mí. Lo jale hacia mí sin que me vea venir.

— Capricornio.— Dije sujetandolo suavemente.

Él tenía la mirada seria y ceñuda, jamás me miraba así, a cualquiera menos a mí. Retiró mis manos de sus brazos con cuidado y se dirigió a clase.

— ¡Espera!.— Trate de volverlo atrapar.

Era tarde, él había ingresado y su profesor un señor obeso, con poquísimo cabello y conocido como un tipo cruel que emplea el sarcasmo como si fuera su lengua natal, me detuvo el paso.

— Señorita ¿Usted se dio cuenta que Trigonometria avanzada para personas que utilizan el cerebro?.— Sonrió con malicia.

Escuche algunas risitas de los estudiantes que nos veían como si fuéramos un programa de televisión, rode los ojos y dirigí mi atención hacia él.

— Y para un gentío de creidos.— Dije lo bastante alto para que Capricornio me escuchará.

Salí refunfuñando y siendo consciente que me habían cerrado la puerta de mi próxima clase. Suspire con resignación.

Cuando las clases acabaron, me encaminó hacia la casa de Tyler, tomando el bus. No la conocía de nada pero Leo sí, y ella me envió un email con la dirección exacta y referencia. Le invite a que acompañará pero su madre la castigo encerrandola en su cuarto.

Odiaba tanto a sus padres.

Pensando en la vida de mi prima, termine cerca de la casa de Tyler, donde tuve que caminar hasta llegar a una casa blanca y de dos pisos, carecía de jardín y de pintura nueva. Toque la puerta ya que no había timbre.

Después de llamar insistentemente hacia la puerta, salí una señora joven de unos aproximadamente 30 y tantos, la señora tenía ojeras moradas y lucia cansada. Tenía unos preciosos ojos de color miel, justo como los de Tyler.

— Buenas tardes.— Murmure.

Trato de sonreír con simpatía pero solo atenuaba lo cansada que se veía. Vestía muy normal aunque abrió la puerta en pantuflas y un delantal.

— Soy Tauro, amiga de Tyler.— No me atreví a decirle que era la novia.

La señora me hizo señas para entrará y me senté en el sofá más cercano que encontré ya que no me sentía muy cómoda.

— ¿Tienes hambre?.— Pregunto con amabilidad.

Negué.

Si tengo pero no me pienso quedar.

— Señora...— Comencé.— Yo vine a hablar sobre su hijo, verá...

La puerta se abrió violentamente y en mi mente brillo la imagen de mi novio, salte del alivio cuando entró un señor mucho mayor que la señora. Aquel señor tenia el cabello castaño claro con canas asomándose, y unos ojos complemente negros.

El señor se acercó hacia nosotras y me ignoro totalmente lo que hizo que me incomodara más. Los ojos de la mamá de Tyler, se dilataron de miedo y se levantó del sofá.

— ¿Por qué estás de floja en la sala, estúpida?.

Mi corazón se estrujo cuando escuche esa palabra, cuando la señora corrió a a la cocina junto con tu esposo. Me aferra de la carpeta y escuche los gritos de la señora. Lo que hizo que despabilara y corriera fuera de ahí fue el sonido de un golpe.

Corrí sin mirar atrás, con miedo a que mis pies me fallaran y que aquel demonio se acerque y me pegue a mí también. En mi cabeza se seguía escuchando los gritos a pesar de lo lejos que ahora me encontraba pero estos eran los de mí mamá y los míos a los 10 años.

Con lágrimas en los ojos, llame a la policía y les conté lo que pasaba.

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¡Aquí D1Laurentis!

Dos capítulos seguidos.
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En dar teorías sobre los problemas de estos adolescentes y que pasara con las parejas.

¿Me

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