Run away from here.

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Los santos que abundaban en la capilla eran testigos de la sangre que era derramada en el altar, de los cortes y los maltratos que sufrían Melanie y Gerard.

Melanie fue subida al altar junto a Gerard, se encontraba en la misma posición que él, con sangre recorriéndole la cara y cayendo en su uniforme roto.

Habían rezado demasiado, mientras a su alrededor la gente cantaba una siniestra canción, y el reverendo leía algún que otro verso de la Biblia.

Lindsey estaba tras ellos, con una copa de plata y un cuchillo del mismo material.

***

Halsey llegó lo más rápido posible al sótano para abrir la trampilla que conducía a los túneles.

–chicos...– susurró para llamar la atención del grupo. Cuando se ganó la atención de todos, les indicó con un gesto que se acercaran un poco.– Frank quiere escapar hoy.– les dijo.

–¿¡hoy!?– preguntó Oliver.– no puede ser hoy, no estamos preparados...

–eso es lo de menos. Si nos quedamos aquí a saber qué nos harán. Ya es tarde para echarse atrás, hemos liberado a Frank rompiendo una maldita puerta.– dijo Halsey.

–mierda. Tenemos que huir si no queremos que nos castiguen.– dijo Pete.– vale, este es el plan. Patrick y yo iremos a coger dinero del despacho de la directora. Brendon y Ryan cogerán las cosas importantes que tengamos en nuestros cuartos, Ray y Spencer cogerán las provisiones de la cocina y
Bob y Mikey iréis afuera, si no salimos, quiero que corráis lejos de aquí, Oliver, Andy y su equipo iréis a coger los mapas, y Halsey irá a ayudar a Frank, Jamia y Hayley... ¿aclarado?– preguntó Pete. Todos asintieron.– bien. A propósito, ¿dónde está Lindsey?– preguntó. Todos se encogieron de hombros.– si no está aquí en media hora, nos iremos sin ella. Bien, ahora corred y nos volveremos a encontrar afuera.– todos estaban de acuerdo, y corrieron a donde se les había asignado.

***

Frank y las chicas llegaron a la residencia de los chicos por la puerta del jardín. Era tan de noche que a penas se veía nada, la poca luz que desprendía la luna fue eclipsada por los nubarrones negros que surcaban el cielo.

Poco después comenzó a llover, cosa que les facilitaría la huída, pues el agua borraría sus huellas.

Entraron en el interior de la residencia y lo primero que escucharon fue una canción espeluznante que provenía de la capilla.

Todo estaba cerrado con llave a cal y canto, así que decidieron colarse por la puerta trasera, pero también estaba cerrada.

–¿y ahora qué hacemos?– preguntó Jamia desesperada.– puede que estén ahí, siendo obligados a rezar o haciendo esa terapia rara de la que me habló Frank...

–tranquila.– le susurró Hayley.– no podemos hacer ruido, así que no podemos darle patadas a la puerta... tiene que haber alguna llave que lo abra todo...

–¿probamos con estas?– preguntó Jamia sacando un montón de llaves del bolsillo de su falda de uniforme.

–¿tenías todas esas llaves y me habéis sacado a patadas?– preguntó Frank.

–no había caído en que las había cogido, estaba de los nervios. A demás, ha sido guay romper la maldita puerta.– dijo Jamia.

–bueno trae.– dijo Hayley cogiendo todas las llaves y probándolas de una en una.

–esto será interminable.– dijo Jamia quejándose. Pero al escuchar un click' se calló.– ¿lo has conseguido?– preguntó impresionada.

–sí. Ahora máximo silencio.– susurró la chica. Abrió poco a poco y se asomó para ver qué pasaba.

Mama we all go to hell.(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora