Entré al cuarto de baño nada más despedirme de Guillermo. Me quité la bata y mis demás prendas. Las dejé a un lado y me dirigí a mi pequeño paraíso de aguas cálidas. Me sumergí lentamente en la bañera y cuando por fin estuve dentro del todo, me acomodé. Qué bien se estaba. Miré al techo pintado de blanco, al igual que casi todo el cuarto de baño. Me dediqué a no pensar en nada, a vivir por primera vez el presente, disfrutar de este baño relajante y no hacer cosa alguna hasta que decidiera salir, aunque siendo sincera me quedaría aquí por el resto de la semana. Me relajé tanto que en varios momentos di pequeñas cabezadas y me despertaba porque me ahogaba. A la quinta o sexta cabezada oí como alguien tocaba a la puerta.- Alteza, la cena está casi lista, vaya saliendo de la bañera y preparese para cenar, por favor.- Dijo una voz varonil. Era Guillermo.
- Ya voy- Contesté con fastidio. Con lo bien que estaba yo aquí, aunque a veces me ahogaba, ¡pero daba igual, yo estaba en la gloria!
Me levanté y salí de la bañera con cuidado de no caerme, cuando estube fuera de esta cogí una toalla para secarme el cuerpo y después mi cabello. Miré a mi derecha y pude ver ropa perfectamente doblada, no era uno de esos espantosos vestidos sino las típicas prendas sencillas que llevaría cualquiera. En poco tiempo ya estaba lista, una falda marrón acompañada de una camiseta del mismo color, era el conjunto perfecto para poder moverme por donde quisiera libremente.
Salí del cuarto de baño y me dirigí al comedor, iba con una sonrisa de oreja a oreja pensando en temas de conversación para hablar con Guillermo, ya que quería conocerlo. Llegué al comedor y allí estaba él, de pie mirando hacía la puerta, esperando mi llegada, supongo. Cuando aparecí por las puertas, las comisuras de sus labios se elevaron dejando ver su sonrisa. Hizo un ademán hacía la mesa repleta de comida.
- La cena esta servida- Dijo.
Yo sonreí y me dirigí hacía él a paso rápido. Cuando estuve a su lado hizo que me sentara donde mi padre solía sentarse mientras él ocupaba mi lugar. Luego vinieron los sirvientes y nos pusieron los platos por delante, mi plato contenía unas costillas de cerdo con salsa y unos vegetales de acompañamiento, miré al plato de Guillermo, él tenía un trozo de pan, guisantes y una patata cocida. La sonrisa se me borró.
- Guillermo, ¿por qué te sirven un plato diferente al mío?
- Porque soy un simple sirviente alteza, no me puedo permitir el lujo de comer como la realeza.- Y dicho esto empezó a comer.
Lo miré mientras comía, no entendía el por qué no podía comer lo mismo que yo. Era injusto. Después de un rato observandolo me miró incómodo.
- ¿Sucede algo, princesa?- Dijo moviendose en su silla incómodo.
- ¿Me puedes dar tu plato?- Me miró sorprendido.
-... ¿Mi plato?- Preguntó confuso, como si no hubiera escuchado bien, yo solo asentí como respuesta.
Me dio su plato y lo coloqué al lado del mío. Me quedé observandolos, uno revosante de comida y otro con tres cositas por encima. Guillermo y el resto de sirvientes me observaban curiosos, entre ellos Óscar, ansiosos por saber que iba a hacer. Cogí mi cuchillo y tenedor y corté la mitad de la costilla de cerdo de mi plato y la eché en el plato de Guillermo. Le extendí el plato y él se quedó mirando confuso. Yo solo sonreí.
- Ahora los dos comeremos lo mismo- Dije contenta. Él abrió los ojos por el asombro.
- No puedo aceptarlo alteza- Dijo tartamudeando haciendo que frunciera el ceño.
- ¿Por qué no?- Pregunté curiosa
- Porque esa es su comida.- Me quedé mirandolo.
Entonces volví a poner el plato al lado del mío, volví a coger cuchillo y tenedor, corté un poquito de la patata cocida y lo puse en mi plato, le extendí el plato otra vez.
- Ahora yo también tengo comida tuya, acepta la mía por favor.- Se quedo mirando el plato confuso y después me miraba a mi con la misma expresión. Apesar de su confusión finalmente accedió a coger el plato.
- ¿Por qué hace esto?- Dijo mientras yo me disponía a empezar a comer.
- Porque me sentiría mal viéndote comer solamente eso y yo mientras disfrutando de unas costillas exquisitas. Asique come, no te preocupes por nada.- Y empecé a comerme las costillas.- ¡Dios que buenas! Guillermo pruébalas, saben al mismísimo cielo, ¡ah! ¿me puedes hacer un favor y decirle después a Gastón que hoy se superó con este plato?- Dije para después darle otro bocado a las costillas, a lo que él rió.
- Claro que sí, alteza- Dijo mirándome con ternura. Después empezó a comer y por fin probó las costillas.
Al ser tan expresivo, podía ver reflejado en su cara que le encantaban las costillas, ya que las disfrutaba. En cada bocado había unos segundos que cerraba los ojos disfrutando del sabor. En un momento noté como alguien me observaba y miré hacía mi izquierda que es donde me encontré con la mirada de Óscar, me estaba sonriendo y yo por supuesto, le devolví el gesto. Volví mi mirada a mi plato y empecé a devorar las costillas, para al poco tiempo dejar el plato completamente vacío.
ESTÁS LEYENDO
Leyendas de la realeza I: El mito del rey || Editando ||
FantasíaCuando el rey decide comprometerla por conveniencia, huye para poder vivir lejos de aquel extraño sitio al que una vez llamó hogar. Sin propósito ni meta más que no ser descubierta, emprende una búsqueda para encontrar aquella criatura que recurre...