Óscar me levantó del suelo, al ver que mis piernas involuntariamente temblaban, me cogió en brazos sin previo aviso y se dirigió a mi habitación. Caminaba lento pero con pasos agrandados, me sujetaba con firmeza y a la misma vez con delicadeza, su mirada preocupación a veces bajaba a la mía para comprobar si todavía tenía los ojos abiertos.
Llegamos a la habitación y allí se apresuró por llegar lo antes posible a mi cama, donde me sentó. Yo tenía la cabeza agachada por lo que todo mi cabello caía sobre mi cara ocultando mis lágrimas. Noté cómo él se ponía de cuclillas enfrente mia, noté su mirada de preocupación buscando la mía, noté cómo sus manos apartaban mi pelo y secaban mis lágrimas. Acarició suavemente mi mejilla enrojecida mientras que con delicadeza levantaba un poco mi cabeza para que pudiera verle. Su mirada de preocupación y dolor fue como un pinchazo en el pecho, no quería que él estuviera así, no quería tenerlo cerca, por si mis padres por alguna razón ilógica consideraban que tenían que degollarlo.
De repente sin darme cuenta, Mariam se encontraba al lado de Óscar con un cuenco enorme con agua y trapos.
- ¡Ay, bendito sea el señor! Ese animal no se le ocurrió hacerte nada más, ¡menos mal!- Dijo Mariam.
- ¡Tú, estirado engreído! ¡¿No podías haber cerrado la puta boca no!? - Óscar se levantó enfrentando a Guillermo, mientras este solo dirigía su mirada a mi con terror.- ¡HABLA MALDITO INSIGNIFICANTE! - Entonces le cogió de la camiseta y lo estrelló contra la pared. Guillermo parecia haber despertado de su trance porque miró a Óscar con confusión.- ¡RESPONDE!
- Yo... lo lamento mucho, no quería que pasara esto...
- ¡Tu perdón no me sirve! ¡Le viste la cara! ¡Viste como quedó su maldita cara Guillermo!- Guillermo me miró y después dirigió su mirada al suelo rápidamente. Asintió.- ¡Mírala!- Le cogió del mentón fuertemente e hizo que volviera a mirarme.- Quiero que se te grabe esta imagen para que aprendas a cerrar tu sucia boca. Ojalá pudiera pegarte una paliza ahora mismo pero yo creo que incluso la disfrutarías bastardo.
Y lo tiró al suelo y entonces yo reaccioné, me levanté de la cama y me dirigí a Guillermo. Me arrodillé delante de él, evitaba mi mirada.
- Guillermo, no fue culpa tuya.
- Sí lo fue. Óscar tiene razón, debería haberme callado. Si lo hubiera hecho tú no estarías así...
Me tumbé en su pecho, podía oír su corazón latiendo, acelerado al igual que su respiración.
- Nada de esto es culpa tuya, si tú no se lo llegas a decir, se lo hubiera dicho yo, aparte de todo lo que le solté.
La sala se quedó en silencio, nadie decía nada. Yo era la única que podía oír algo, ya que tenía la oreja pegada a al pecho de Guillermo. Era muy cálido y fuerte. Sus latidos se hacían cada vez más acelerados al igual que su respiración.
Me levanté y con dificultad logré poner mi espalda recta. Todos vigilaban mis movimientos, sobretodo Óscar que apartaba su mirada ni un segundo de mi.
Lo sé, era una persona débil, con cualquier cosa me derrumbaba, ellos lo sabían y temían por mi. No fue la primera vez que estuve así. Un día pararon de repente, lo que a mi me causó alivio y no me volvieron a poner una mano encima, hasta hoy.
- Estoy bien- Le dije a todos los que habían allí.- Esto no es nada chicos, estoy bien.
Oí el llanto desconsolado de Mariam, lo que provocó un efecto en cadena.
Gloria, Sofía, Rafael y Guillermo lloraban desconsoladamente. Óscar intentaba controlar sus lágrimas, al igual que yo, aunque físicamente fuera débil, intentaba ser fuerte por ellos, por los que siempre estuvieron a mi lado.Ellos si son mi familia, mi auténtica familia.
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Leyendas de la realeza I: El mito del rey || Editando ||
FantasyCuando el rey decide comprometerla por conveniencia, huye para poder vivir lejos de aquel extraño sitio al que una vez llamó hogar. Sin propósito ni meta más que no ser descubierta, emprende una búsqueda para encontrar aquella criatura que recurre...