Capitulo 17 (editado)

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-Yo también te quiero Óscar.- Contesté. Abrió mucho los ojos.

- ¿Enserio?- Preguntó mientras se le formaba una sonrisa de oreja a oreja.

- Claro que sí, siempre has estado ahí para mí, para cuidarme y aconsejarme. Eres un gran amigo Óscar.

- Oh...- Su sonrisa desapareció dejándome desconcertada. ¿Dije algo malo? De repente me cogió de la mano fuertemente entrelazando sus dedos con los míos.- Siempre estaré ahí para ti Lilianna.

- Gracias.- Le sonreí. Se levantó se la cama y se dirigió a la puerta, cuando la abrió se quedo mirándome extrañado con una sonrisa de burla.

-¿Qué pasa?, ¿No vienes? No te iba a ofrecer mi brazo para que puedas levantarte de la cama. Levántate tú y baja a desayunar, vaga.- Y dicho esto salió por la puerta.

Se oía su risa desde el pasillo. ¿Me dijo vaga? ¿Por qué me dijo vaga? ¿Quién se cree para decirme vaga? Me levanté de la cama y prácticamente corrí hasta la puerta, me asomé al pasillo y veía como se alejaba.

-¿¡Qué me dijiste ricitos de oro!?- Le grité. Se giró y lo vi con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡ADEMÁS DE VAGA, SORDA!- Gritó y echó a correr. Empecé a correr tras él.

•••

El desayuno junto a mis padres transcurrió en silencio. Nadie hablaba, ni siquiera nos dirigíamos las miradas. Cuando por fin terminó aquel incómodo desayuno, que en verdad no echaba nada de menos, me aseguré que mis padres no me rondarán y me escapé hasta llegar a la cocina. Entré y de inmediato cerré la puerta llamando la atención de los que había allí. No me dió tiempo a decir nada cuando ya estaban todos encima mía preguntándome cómo estaba y los que no sabían nada de lo ocurrido preguntaban qué me había pasado. Veía a Gastón, Gloria, Rafael y Azucena delante mía con sus caras de preocupación.

- Querida, ¿cómo te encuentras hoy?- Dijo Gloria

- Me contaron lo que pasó pero no me imaginaba que ese monstruo te hubiera dejado casi desfigurada. ¿Qué te pasó?

-¡Azucena! ¿¡Cómo te atreves a decirle eso a mi niña!? Tiene la cara hinchada y magullada, pero no está desfigurada.

- Mariam, mira a la chiquilla. Admite que la dejó irreconocible.

- Tonterías, eso cuando pase unos días verás como vuelve a estar igual de hermosa que siempre.

- Mariam, en verdad si que estoy un poco mal... - Me interrumpieron

- ¡Tonterías! ¿No escuchas chiquilla?- Suspiró resignada- Necesitas medicamento, ¿verdad?- Asentí.- Ahora vuelvo.

Y dicho esto se giró y desapareció en el interior de la cocina. La seguí con la mirada encontrandome con Óscar observando la situación en silencio desde el fondo de la cocina. Intenté sonreirle pero acabo siento una media sonrisa. Al cabo de un rato noto a alguien mirándome, Gastón me miraba atentamente la cara como si de un cuadro se tratase. Hasta que cambio de expresión y sus ojos empezaron a mirarme con pena.

- Yo si fuera tú, me largaría de aquí inmediatamente. Ya has pasado por muchas cosas, demasiadas para tu edad y para ser la princesa de este pobre y pequeño reino.- Me sorprendió lo que dijo, nunca lo oí hablar tan calmado. Eso me dio a entender que lo decía muy enserio.

Yo negué con la cabeza


Leyendas de la realeza I: El mito del rey  || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora