Capitulo 25

1.3K 111 2
                                    

Me quedé muda. ¿Tan fácil soy de leer? Sé que los demás sabían que yo me quería marchar de aquí pero ¿tantas ganas se me veía?

Le dije a Óscar que le obligaría a venir conmigo si me marchaba, ¿realmente sería capaz de alejarlo de todos sus seres queridos?, ¿lo haría por mi?, ¿él estaría bien con eso? Si huye conmigo se convertirá en un criminal buscado por los soldados para sentenciarle. No pensé en todo aquello, no podía hacerle eso y mucho menos quería hacerlo. Además si huimos, sea quien sea quien vaya conmigo, los dos tendríamos el mismo destino.
No le deseo eso a nadie y mucho menos a él. Quiero irme pero... no puedo. Y si, por milésima vez me lo digo a mi misma. No puedo. Tengo que aguantar por ellos y por el futuro de las personas que habitan este minusculo reino.

Miré a Guillermo parado enfrente mia al lado de Óscar. Serios, esperando que diga algo, sin embargo solo negué. No salían palabras o tal vez no quería que salieran, la verdad ni yo misma lo sé. Guillermo frunció el ceño, mirándome sin comprender. Yo le había contado todas aquellas veces que salí a escondidas del castillo, pasé días y noches allí con gente más que encantadora, en la casa de Óscar con su familia, conociendo artesanos y sus métodos de trabajo, escuchando hermosas historias cantadas por juglares y ayudando a los más necesitados. Todo era como un cuento de hadas, como la de mi sueño...
Espera, ¡la leyenda!

Aparté de mi camino a aquellos dos hombres que me miraban extrañados y llegué al libro esquivando miradas del mismo tipo. Lo cogí. ¿Y si aquí estaba la respuesta?, ¿esto es lo que debo hacer?. Si la leyenda es verdad puedo ir a ver a aquella criatura y pedirle un deseo que lo cambie todo, a partir de eso todo irá bien otra vez. ¿Podría resultar? Sigo pensando que de verdad que me estaba llamando... puede que sólo sea un sueño pero lo pienso tanto hasta el punto de que creo que es verdad. Es una locura, lo sé pero, ¿para que esta la vida entonces? He desperdiciado lo que llevo vivido en hacer cosas que odiaba y que sólo hacía para complacer a mis padres sin éxito alguno. Creo que ya es hora de vivir una aventura, pero no obligaré a nadie a venir conmigo. Iré sola.

- Esto.- Enseñé el libro.- Es lo que debo hacer.

Todo el mundo me miró sin comprender, excepto Óscar quien abrió los ojos como platos negando con la cabeza rápidamente.

- Ni se te ocurra- Dijo amenazante.

- ¿Tú ves otra solución?- Le pregunté. Se puso enfrente mia y me quito el libro.

- Vuelve a hablar con tus padres, habla con ese príncipe de pacotilla y que entienda que no le gustas, que no le amas y que se case con otra, intenta que te comprendan y se acabó. Nada de locuras.

- Ya he salido muchas veces del castillo, no creo que pase nada por ir un poco más lejos.- Me quejé.

- Lilianna, no es un poco más lejos, estamos hablando de casi recorrerte medio reino.

- El reino es muy pequeño.

- ¡Porque así es como se ve en mapas, Lilianna! ¡No me seas cabezota! ¡No puedes salir! ¡No durarías ni un día fuera y menos yendo a otros lugares que no fuera el pueblo que tienes a pie de palacio!

- ¡Puedo manejarme yo sola! ¡Sé cuidarme!

- ¡Qué bien te cuidas que hace unas semanas estabas casi sin poder ver ni poder levantarte de la cama por contestarle a tu padre! ¡Qué bien te cuidas que cada vez que te saco de este castillo vienes con alguna magulladura porque te caes o por cualquier tontería! ¡NO PUEDES SALIR! ¡ERES MUY INOCENTE PARA CREER QUE TODAS LAS PERSONAS DE ESTE REINO SON IGUAL DE HONESTOS Y HUMILDES! ¡HAY PERSONAS QUE MATARÍAN POR UNO DE TUS ANILLOS O COLLARES, Y PEOR, HAY PERSONAS QUE MATAN POR DIVERSIÓN! ¿¡NO ENTIENDES QUÉ TE PUEDES QUEDAR A MEDIO CAMINO DE CONSEGUIR ALGO QUE PUEDE QUE NI EXISTA!?

Gritó y desencadenó toda su ira. Su cara estaba roja, su pelo despeinado, respiraba agitadamente y su expresión me llegó a recordar a la de mi padre por un momento. Nunca lo vi tan enfadado pero me mantuve en mi sitio y no mostré en ningún momento ganas de llorar, que a decir verdad, no me faltaban.
Cogí el libro de entre sus manos lentamente y le miré a los ojos.

- Esta noche me iré yo sola. No te obligaré a venir, es más lo prefiero así, si vienes conmigo te convertirás en un criminal perseguido por los guardias que hay distribuidos por todo el reino y no quiero eso para ti.- Pasé al lado de Óscar y me dirigí a la salida de aquella sala. Miré hacía atrás, todos contemplandome con lágrimas en los ojos menos Óscar ya que seguía de espaldas y no podía ver su rostro.- Chicos, muchas gracias a todos por lo que habéis hecho por mi todos estos años, os aprecio mucho de verdad, os quiero a todos con toda mis alma.-Los sollozos se hicieron más notables, aunque no lo pareciera, me estaba partiendo el alma verlos así.- Óscar,- Lo llamé. Giró su cabeza y me miró de reojo pude ver que también lloraba.- a ti también, muchas gracias por preocuparte tanto por mi, pero tengo que hacer esto. Siento haberte decepcionado. Te quiero mucho. Espero veros pronto.- Y cerré la puerta detrás mia.

Leyendas de la realeza I: El mito del rey  || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora