Capitulo 46

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Caí de espaldas chocando con la arena, empuñando mi navaja la cual ahora estaba manchada y húmeda. Seguía dando bocanadas de aire para recuperarme totalmente, aunque ya no percibía esa espesa capa de niebla, podía ver claramente y conseguía oír vagamente unos sonidos agonizantes. Me apoyé en mis codos para poder levantar la cabeza y ver de donde provenían. Fijé mis ojos en el hombre con armadura manchada de rojo que se retorcía en el suelo de dolor y desesperación. A los pocos segundos su cuerpo se volvió inerte.

- Lilianna, tenemos que irnos.- Dijo Óscar rápidamente. No podía apartar la mirada de aquel cuerpo tumbado en la arena.- Lilianna, despierta tenemos que irnos enserio, algunos soldados se acercan.- Negué lentamente con la cabeza.

- Le maté...- Murmuré.- Maté a una persona...- Lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas.

Me había convertido en un monstruo.

Sentí como me agarraban del brazo y me levantaban del suelo. Óscar me cogió entre sus brazos y empezó a correr, pasando por delante del cadáver. Me sentó en un caballo y él hizo lo mismo colocándose detrás de mi, cogió las riendas y el animal empezó a cabalgar en dirección contraria de los soldados.

•••

Sentía la respiración agitada de Óscar y cada movimiento que hacía para observar si quedaba algún rezagado de los que hace unos minutos nos perseguían. Un suspiro de alivio me dio a entender que otra vez los habíamos despistado, habíamos vuelto a escapar de una muerte segura.

Cabalgabamos lentamente entre las enormes montañas de arena, mi mirada estaba fijada en mi mano manchada con sangre y soteniendo lo que muchos ven como algo indefenso. Pensaba en qué me había convertido, qué cosas estaba haciendo a cambio de mi libertad y qué si era lo correcto. Bajo aquellos sentimientos de miedo y desesperación, ese hombre me dio a elegir, su vida o la mia. Se me acababa el tiempo y mi instinto respondió por mi. Verlo en el suelo sufriendo y agonizando fue una imagen que no quisiera que se repitiera, sin embargo sé que no será la última vez que pase.

- Lilianna...- Susurró Óscar llamándome. Al ver que no respondía apoyo su barbilla sobre mi hombro.- No te preocupes, ya pasó. Te prometo que no volverá a suceder. Lo siento mucho, debería haber hecho algo, en ese momento no supe cómo actuar.

-...Pero por lo visto yo si...- Murmuré.

- Hiciste bien.- Fruncí el ceño.

- ¿Matar a gente para tu beneficio propio es bueno?- Sin querer se me quebró un poco la voz al intentar finalizar la oración. Giré un poco mi cabeza y lo miré de reojo.- Tú bien sabes que la respuesta no es la que me quieres hacer creer.- Se oyó un suspiro por parte de él. Sus brazos me rodearon el torso sosteniendo aún las riendas del caballo.

- Tal vez estuvo mal, pero si no fuera por ti nosotros no estaríamos aquí.- Y lo único que supe hacer fue agachar la cabeza y empezar a sollozar más de lo que hacía antes.- Sé que a partir de ahora me dirás que eres una persona despiadada y sin sentimientos, pero me gustaría decirte que aunque tú te veas así, a mis ojos eres una heroína, también me salvaste la vida. Pronto el resto del reino pensará cómo yo, cada uno de los habitantes te verán igual que yo.

- ¿A costa de cuantas vidas?

- Ninguna con la que tú tengas que acabar, si alguien se interpone en nuestro camino, ya me ocuparé yo.

Y nadie volvió a hablar, ninguno de los dos se atrevió a pronunciar palabra alguna. Óscar al deshacer el abrazo me quitó la navaja y la guardó, aunque eso en parte me tranquilizó un poco todavía podía ver su sangre sobre mi mano, pequeños hilos de color rojo que recorrían toda mi palma. Por un momento recordé a aquella criatura de ojos esmeraldas que apareció en mis sueños una vez y que no se dignó a aparecer de nuevo, cuando me giré a verle, sus manos también estaban cubiertas de sangre y si no fuera porque lo rodeaba un montón de cuerpos inertes parecería que ese líquido rojo salía de los poros de su piel.

•••

Las horas pasaron, ya no sé si recorríamos el camino correcto o si íbamos en la dirección indicada. Mi mente estaba ocupada pensando en otras cosas, ahora mismo no tenía la cabeza sobre los hombros.
Sentí un movimiento brusco que casi hizo que me cayera, el pobre animal estaba exhausto y empezaba a tambalearse. Cuando menos nos lo esperábamos cayó desplomado al suelo y nosotros salimos disparados. Me incorporé y vi al pobre animal, respiraba pausada y profundamente, a los pocos segundo vi como no movía ni una fibra de su cuerpo. Suspiré frustrada, en cambio Óscar se levantó le hizo una pequeña reverencia al caballo y le agradeció por su esfuerzo. Cogió mi mano y seguimos andando.

•••

No encontrábamos nuestro destino, estábamos cansados y sedientos. Para que no nos diera una insolación rajé una parte de mi falda, quedándose ahora a la altura de las rodillas, y nos los pusimos en la cabeza. Estaba tan cansada que me costaba caminar, agradecí por aquella idea de rajar la falda y maldije por no haberlo pensado antes.
Hubo un momento en que tropecé conmigo misma y caí al suelo desplomada chocando con la arena ardiendo. Quise levantarme pero mi cuerpo no respondía, no podía mover ni un solo músculo y eso me frustraba. Vi como Óscar se arrodilló al lado mío y me miró con preocupación. Volvió a levantarse y me montó en su espalda, empezó a andar como si nada.

- No te duermas Liliana, por lo que más quieras, no te duermas.- Me suplicó. Su voz sonaba más ronca de lo normal.

- Bájame, puedo andar...- Conseguí decir. Él negó.- Que si puedo...

- Cállate, lo único que tienes que hacer ahora es no cerrar los ojos. No malgastes energía en estupideces.- Se paró de repente dejándome confusa.- Hay un oasis... allí.- Dijo soltando una sonrisa de alegría y alivio al terminar la frase, siguió caminando pero nada más dar un paso cayó al suelo. Abrí lentamente los ojos y lo vi insconciente en la arena. Intenté llegar hasta él para despertarlo pero me fue inútil. Pronto yo también cerré los ojos.

Leyendas de la realeza I: El mito del rey  || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora