Capitulo 32

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Los rayos de sol entraban por la ventana haciendo que abriera los ojos cuando aún quería seguir durmiendo. Me acomodé entre los brazos de Óscar e intenté volver a dormirme. Oía su respiración pausada y regular. Eso de alguna manera, me relajaba y me hacía sentir segura. Levanté mi mirada encontrándome con su rostro más cerca del mio de lo que esperaba así que instintivamente di un respingo.

¿El resultado de aquello? Lo tiré de la cama.

Fui consciente de lo que hice cuando se escuchó sonidos de dolor provinientes de él.
Me miró con el ceño fruncido y sus labios apretados haciendo de ellos una fina línea. Lo único que se me ocurrió fue sonreír intentando parecer inocente.

- ¿Se puede saber por qué has hecho eso? Había otras formas de levantarme mucho menos agresivas.- Se levantó del suelo y empezó a estirarse a la misma vez que bostezaba.

- Lo siento- Me disculpe.- Es que me desperté y estabas... no sé... emm... muy cerca y me puse nerviosa y te empujé sin querer.- Tartamudeé varias veces nerviosa lo que a él le hizo gracia.

- Vale vale. Ver tu reacción ante este tipo de cosas lo compensa todo- Y volvió a reír. Esta vez fui yo quien lo miró molesta aunque la cambié por un gran dolor en la pierna.

Que por culo da la pierna.

La miré y la venda estaba roja. Estaba volviendo a sangrar. Óscar se percató de aquello y se arrodilló delante mia.

- No pasa nada, vamos a cambiarle las vendas y ya no volverá a sangrar si no haces movimientos bruscos.- Dijo al ver mi cara de preocupación. Yo asentí.- Bien, dejame coger algunas cosas, vuelvo a por ti y nos vamos a un río cerca de aquí ¿vale?

- Vale.- Contesté. Me regaló una amplia y reluciente sonrisa para después besar mi frente y marcharse.-  Espera ¿para que vamos a un río?- Me pregunté en voz alta. Me reí de mi misma.

Pasaron los minutos y todavía no volvía, las vendas empezaban a terminar de teñirse del color de mi sangre. Me mareaba con tan sólo pensarlo.

Siento como alguien me observaba así que miró hacía mi lado dirección a la puerta de la habitacion y veo a dos chiquillos ahí parados, Derek y Liam. A los padres de Óscar les dio por esos nombres tan poco comunes en nuestro reino. Sus cabelleras rubias estaban despeinadas y sus grandes ojos color café me observaban con curiosidad. Eran dos niños idénticos, tan idénticos que llevaban la misma ropa, los mismos zapatos y los dos tenían un lunar en la mejilla izquierda cerca del ojo. Se veían tan tiernos. Tapé disimuladamente mi pierna con la manta para que ni la vieran, no creo que fuera agradable para ellos. Les sonreí.

- Hola chicos, cuánto tiempo.

- ¿De verdad eres tu Lili? -Dijo Derek. Asentí.

- Pues has cambiado mucho...- Dijo Liam.

- ¿Ah si? ¿Tú crees?- Dije con un tono divertido haciendo que ellos rieran.- Os traje regalos, ¿me acercáis mi alforja para poder darlos?- Se levantaron corriendo y buscaron por todas partes la alforja. Cada uno por una parte, chillandose si habían encontrado la alforja.

- Liliiii, ¿dónde estaaa?- Preguntó Liam.

- No lo encontramos- Dijo Derek. Yo reí. Los dos inflaron sus mejillas y fruncieron su ceño mirándome. Que monos son.

- Esta encima de la cajonera al lado del armario.- Lo señalé y fueron corriendo.

Entre empujones y codazos me dieron mi alforja. Rebusque dentro a ver que podía darles. Entonces encontré unas nectarinas, a ellos les pirraban las nectarinas. Solo se las comían cuando venia yo, así que nunca podía venir sin ellas.

- Bien, tenéis que cerrar los ojos.- Y así lo hicieron.- Poner la manita...- Dije alargando la "a". Pusieron su pequeña manita y yo les di la nectarina. Abrieron los ojos y no les dio tiempo a decir nada ya se lo estaban comiendo o mejor dicho devorandolo.

- Chicos ¿qué se dice?- Dijo una voz masculina. Miré quien era. Óscar mirando la escena apoyado en el marco de la puerta. Sonreía mientras negaba levemente con la cabeza.

- ¡Gracias!- Dijeron los niños con sus boquitas llenas de fruta.

Leyendas de la realeza I: El mito del rey  || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora