Capitulo 27

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Le miré con preocupación. Él sabía las consecuencias, sabía todo lo que tendría que dejar atrás, a su familia, su estilo de vida, su trabajo, sus amigos... y todo por protegerme.
Sin embargo aquí estábamos esperando a que Guillermo que estaba fuera nos diera la señal para poder salir sin que nadie nos viera. Por lo visto estaban implicados todos en esto, Mariam estaba entreteniendo a los guardias de la parte de atrás para que cuando llegaramos pudiéramos salir sin problemas, Gastón rondaba por la entrada del castillo por si venían mis padres, Azucena estaba a unos metros de Guillermo para avisarle cuando debía hacer la señal y para distraer a los guardias que se nos presentaran y Gloria estaba en la cocina y en el comedor, vigilando a mis padres que por lo visto todavía no se habían marchado de allí. Me sentía muy agradecía y a la vez muy nerviosa por ellos, si algo salia mal, acabábamos todos bajo tierra.

- Lilianna. - Me llamó Óscar. Le miré y me sonrió.- Todo saldrá bien, ya lo verás.- Asentí.

Oímos como picaban la puerta. Guillermo estaba dando la señal. Óscar dirigió su mano al picaporte y abrió la puerta lentamente. Sacó su cabeza y miró a ambos lados para asegurarse, cogió mi mano y tiró de mi sacándome fuera de ni habitación. En ese mismo instante sentí como me tapaban con algo, mire que era, una capa muy parecida a la que llevaba Óscar de color marrón claro, pero de mi talla. Me giro para saber quién me había puesto aquella prenda topandome con un Guillermo sonriente. Le susurré gracias y repentinamente Óscar me empujó hasta uno de los grandes tapices y allí nos escondimos. Al principio no entendía por qué y cuando iba a preguntárselo, un poco molesta por haber sido tan bruto que un poco más y me estampa contra la pared, me tapó la boca y puso su dedo índice en medio de sus labios en señal de que me callase. Así lo hice. 
Empecé a escuchar pasos pesados y sonidos de metal chocando entre sí. Guardias.

- Buenas noches, Señor Guillermo, ¿le pasa algo a la princesa?- Preguntó una voz de hombre que no reconocí.

- No, ¿qué problema debería haber?- Preguntó intentando disimular sus nervios. Se notaba mucho pero esperemos que los guardias no sospechen.

- ¿Entonces por qué se halla aquí?- Preguntó otra voz.

- Esto es por si la princesa me necesita, tengo que acudir rápidamente y cómo ir más rápido que estando aquí.- Contestó Guillermo.

- ¿Estará aquí toda la noche?- Dijo dudoso un guardia. Guillermo rió.

- Que va muchachos, en cuanto pase unas horas la princesa se quedará dormida así que será menos probable que necesite mis cuidados.

Hubo un silencio. Nadie hablaba. Me estaba empezando a sudar las manos, no tenía ni idea de lo que sucedía ahi, no sabía si se estaban acercando o si se iban, no oiga nada.

- Bueno muchachos, no os preocupéis ya estaré yo atento a la princesa, seguid con vuestro patrullaje, aunque, ¿sabéis? A mi tambien me apetece dar una caminata, os acompaño muchachos.

Dicho esto por parte de Guillermo, se oyeron pasos alejándose. Cuando ya no se oiga ruido alguno, Óscar inspeccionó el lugar y tiró otra vez de mi mano.  mirando hacia las  escaleras.

- No hay nadie, vamos.- Cogió mi mano y volvió a tirar de mi. Salimos por las grandes puertas del castillo. Ahora nos dirigíamos a la parte de atrás.

Leyendas de la realeza I: El mito del rey  || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora