Capítulo 54

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Abrí los ojos, respiré con necesidad. Mi pecho subía y bajaba a gran velocidad. Se me erizó la piel y una gran confusión se instaló en mi. Me senté en donde me encontraba reposando hace unos momentos y miré a mi alrededor. ¿Otra vez en la habitación? ¿Cuántas veces más despertaría en este lugar sin haber recordado como llegué?

Oí un gruñido a mi lado y miré alarmada. Era Óscar, quien se estaba desvelando por mis movimientos bruscos. Me avalancé sobre él cogiendole del hombro y zarandeandole con tal fuerza que hizo que se despertará de golpe y provocando que rápidamente se sentara a mi lado desorientado. Miró a todas partes hasta que su mirada chocó con la mía, fue entonces cuando su cuerpo se destensó y frunció el ceño mientras que luchaba consigo mismo por no cerrar los párpados del sueño que todavía tenía.

- Lilianna, ¿qué diablos te....?

- ¿Dónde está Yoi?- Pregunté de repente interrumpiendole. Después de preguntar, dejó de batallar con sus párpados, su expresión somnolienta desapareció dejando lugar a la curiosidad y a una mirada que estaba en alerta.

- ¿Para qué quieres saber dónde está?

- Tú solo dime si lo viste o no.

- ¿Pero para qué quieres...?

- ¡Óscar, sabes o no dónde está!- Negó lentamente con la cabeza.

Salí de la cama corriendo, dejando a Óscar en la cama. Pasé por el salón donde se encontraban Mina y Nelis. Intentaron detenerme al verme tan apurada y nerviosa, pero las esquivé y seguí corriendo. Salí por la puerta de la casa oyendo como mi nombre era gritado por varias personas, algunas que ni siquiera reconocía. No le di importancia y seguí corriendo en dirección al lago. Fue en el último lugar en donde le vi, debería estar ahí, sino buscaría en otra parte, no sé dónde pero solo quería encontrarlo.

A contrario de otras veces, hoy sí me desperté recordando lo que pasó la noche anterior, aunque no recuerde como llegué a la cama, y me preocupa que a Yoi le haya sucedido algo. No sé que le puede pasar a un niño que tiene poderes sobrenaturales, pero sentía la necesidad de saber para poder quedarme tranquila y a lo mejor, si él me lo permitía, ayudar.

Seguí corriendo recibiendo miradas de desconcierto y curiosidad por parte de los habitantes de la aldea hasta que llegué a la pequeña zona frondosa que se encontraba entre la aldea y el lago. Corría todo lo que mis piernas me permitían mientras mis gemelos recibían todos los arañazos de las plantas que crecían a ras de suelo y mis hombros recibían varios golpes por parte de las palmeras que yo intentaba esquivar en vano.
Por fin llegué al claro del lago, allí me paré respirando agitadamente, y me quedé observando a los alrededores.
No había rastro de él.

¿Ahora qué? ¿Qué debería hacer?

- ¡Yoi!- Grité desesperada.

¿Se había ido, escondido tal vez?

- ¡¡Yoi!!

¿Responderá si me oye? ¿Querría hablar conmigo y abrirse solo por una vez?

- ¡¡¡Yoi!!!- Volví a gritar.

Giraba sobre mis talones todo el rato intentando divisarlo, por si en algún momento llegara a responder o solamente a hacer acto de presencia silenciosamente.

Pasaban los minutos y cada vez perdía más la esperanza de que se encontrara aquí. Hasta que dirigí mis ojos al agua del lago. Él se cayó dentro del lago, ¿y si sigue ahí? ¿y si en realidad no salió?, ¿y si mis recuerdos me engañan? Me dirigí a las aguas cristalinas del lago dispuesta a zambullirme para buscarle. Justamente cuando me iba a meter en el agua una voz me detuvo.

Leyendas de la realeza I: El mito del rey  || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora