Sentí como me zarandeaban violentamente, despertandome asustada y alarmada. Tarde un poco en enfocar bien todo, movía mi cabeza a todos lados intentando saber que estaba pasando, dónde estaba y sobretodo quien me movía de forma tan brusca mientras me gritaba cosas que no lograba entender a la perfección. Cuando logré por fin verlo todo con claridad Óscar estaba parado enfrente mio cogiendo mis hombros con fuerza y mirándome totalmente horrorizado.
- ¿Qué pasa?- Logré decir con voz muy débil y confundida.
- Vienen hacía aquí, están registrando todas las casas cercanas al castillo, tenemos que irnos. -Abrí los ojos como platos.
Me levanté rápidamente y empecé a coger mis cosas dejándolas en la alforja. Mientras Óscar registraba los cajones en busca de algo desconocido para mi. No le dí importancia.
- ¿Cómo lo sabes? - No era el momento para hablarlo pero no se porque abrí la maldita boca.
- Mi madre fue a comprar al pueblo esta mañana y vio como varios grupos de guardias entraban en las casas que se encontraban cerca del castillo. Deben haber notado mi ausencia o a lo mejor creían que intentarias encontrar algún lugar donde residir unos días.
- Maldita sea- Maldije por lo bajo.
Cogí las últimas cosas que me quedaban, el libro y algunas prendas. Cuando estuve lista miré hacía la puerta y Óscar me esperaba allí impaciente, no sabía si temblaba o daba saltos del nerviosismo. De su frente caiga gotas de sudor, su cabello rubio estaba alborotado y sus manos no paraban de moverse. Salí de la habitacion corriendo junto a él, ignorando completamente las punzadas que constantemente me daban en la pierna. Bajamos las escaleras a gran velocidad y allí nos encontramos con Sara y Genrik yendo de un lado a otro mirando desesperadamente por las ventanas por si alguien se acercaba. Llegamos al salón y allí Óscar se dirigió hacía la chimenea. Apartó todas las cenizas y una tela dejando ver una puerta cuadrada de metal. Antes de que pudiera abrirla Sara se acercó hacía él y lo abrazó con fuerza mientras lágrimas caian de su rostro.
- Sé que puedes con esto, nosotros estarémos bien. Cuídate mucho y prometeme que cuando todo esto acabe volverás con nosotros.- Dijo entre sollozos.
- Te lo prometo.- Dijo en un hilo de voz. Enterraba su cabeza en el cuello de Sara seguramente para que no viéramos como lloraba. Nunca le gusto eso. Sentí una punzada en el corazón al verlos así. Todo porque había convencido a Óscar para que viniese.
Sentí una mano tocar mi hombro y giré la cabeza para ver quien era. Genrik estaba parado enfrente mia conteniendo las lágrimas. Su mirada se dirigió a Sara, quien cuando se tranquilizó se separó de Óscar dejando un beso en su frente y acercándose a nosotros. Se cogieron de las manos y me miraron los dos. Sin previo aviso me estrujaron entre sus brazos y yo correspondí de la misma manera.
- Siempre te considerarémos una más de la familia.- Dijo Sara mientras sus sollozos volvían a ser más notorios.
- Siempre fuiste nuestra niñita y siempre lo serás. - Dijo Genrik. La presión en el pecho cada vez se hacía más fuerte.
Aunque estuviera previsto marchar hoy, no me esperaba que fuera una despedida tan repentina. Lágrimas empezaban a resbalar por mis mejillas. Nos separamos cuando empezamos a escuchar relinchos de caballos que cada vez se hacían más notorios, más cercanos. Empecé a temblar cómo nunca antes lo había hecho.
- ¡Vamonos!- Gritó Óscar con la trampilla ya abierta. Me giré hacía él y tarde un poco en reaccionar, para cuando llegue allí ya tocaban con brutalidad la puerta.
- ¡Abran la puerta, son ordenes del rey!- Gritaron desde afuera. Me arrodillé enfrente de aquella puerta de metal que nos llevaría a no sé dónde. Miré a Óscar y asintió rápidamente pero mi cuerpo no se movía. - ¡ABRAN LA PUERTA!
Y sin pensármelo dos veces me adentré allí donde nada más había oscuridad. Baje cuidadosamente por unas escaleras y cuando llegué al final de estas no toqué el suelo. Me alarmé imaginandome que esto sería un agujero sin fondo alguno. Empece a hiperventilar. No veía nada, solo sentía la fría madera de la escalera, sentía la humedad del ambiente y sentía como mi corazón latia a mil por hora, como si me fuera a dar un infarto.
- Lilianna salta.- Oí la voz de Óscar encima mia. Miré hacía arriba y no pude verle. No sabía dónde estaba. Solo por la voz sabía que estaba encima mia
- No veo nada.
- Solo salta, no lo pienses, estas a unos metros del suelo, no pasará nada.- Tragué saliva notoriamente. Esto iba a doler. Respiré hondo, cerré los ojos fuertemente y deseé que mis dedos nunca hubieran soltado la escalera. Contuve la respiración mientras caía aterrorizada.
Acabe cayendo sobre algo blando y mullido, extrañada empecé a palpar. Eran almohadas colocadas estrategicamenre para quien saltara de la escalera. Suspiré aliviada. Pensaba que me quedaría sin pierna de tal golpe que me hubiera llevado.
- ¿Estas bien?- Preguntó todavía desde arriba.
- Sí, estoy bien- Contesté alegre de seguir viva o de no haber quedado coja.
- Bien apartarte, ahora voy yo. Avisame cuando te hayas quitado.
Empecé a palpar a mis alrededores, cuando noté que ya el suelo no era mullido sino que era duro y frío me levanté y avise a Óscar de que ya podía. Escuché su cuerpo chocar contra las almohadas, pero me preocupé cuando no escuché ningún ruido más.
- ¿Óscar? ¿Estás bien?- Pregunté asustada y preocupada.
A los pocos segundos una luz apareció a poca distancia mia, dejando ver el rostro de Óscar. Sus ojos se encontraron con los míos y se apresuró a llegar a mi lado, cogió mi muñeca y tiró de ella. Empezamos a andar en línea recta, él seguía sosteniendo mi mano guiandome. Lo mire entretenidamente, su pelo revuelto, sus ceño fruncido cómo de costumbre, su mandíbula tensa al igual que todo su cuerpo y su mirada fulminante, pensativa y enfadada. Gotitas de sudor caían por su frente, con su mano libre sostenía un candelabro encendido que nos iluminaba de forma tenue el camino. Un camino de piedra, un camino con algunas partes irregulares y con símbolos extraños en las paredes. Empecé a fijarme detalladamente en los símbolos que podía, ya que íbamos relativamente andando rápido. Mis ojos analizaban los símbolos lo que le alcanzaba la vista o lo que le daba tiempo a ver. Me detuve en una especie de dibujo de una mujer y un dragón.
- Atari...- Murmuré.
- No hay tiempo para hablar de esas cosas Lilia...- No tuvo tiempo de terminar su frase porque yo ya estaba pegada a la pared observando aquel extraño dibujo para saber que significaba. Óscar se fue acercando lentamente quedando detrás mia y ahora dándome la mayor claridad posible que podía dar aquella velita.
Aquel dibujo representaba una escena de la historia, veía como una mujer, que se suponía ser Atari, sostenía un bebé entre sus brazos y como un dragón grande e imponente se situaba detrás suya mirando a la criatura. Sonreí ante aquello. La historia era verdad. Aquí había pruebas más que existentes, esto no puede ser solo una coincidencia. Pero ahora las siguientes dudas aparecían, ¿por qué estaba aquí? ¿Óscar sabía algo de esto? ¿ y sí lo supo, por qué nunca me lo dijo? Lo único que hice fue mirar a Óscar que miraba embobado aquella pared como yo hace unos segundos.
- Es real- Dije. Me miró todavía con la misma cara con la que había observado aquel dibujo tallado en la pared.- Todo esto sucedió de verdad, ahora si sabemos que no nos aventuramos en algo que no sabemos si de verdad pasó o existió, porque aquí esta la prueba. No puede ser una simple coincidencia.
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Leyendas de la realeza I: El mito del rey || Editando ||
FantasíaCuando el rey decide comprometerla por conveniencia, huye para poder vivir lejos de aquel extraño sitio al que una vez llamó hogar. Sin propósito ni meta más que no ser descubierta, emprende una búsqueda para encontrar aquella criatura que recurre...