15.

549 82 5
                                    

Por alguna razón terminamos llendo a su casa, aunque yo no quería por temor a que su madre regresara por algo y me asesinara de manera violenta y poco convencional.
Me sentía nervioso y hasta cierto punto incómodo, pero se me pasó cuando él dijo que tenía una enorme colección de videojuegos innecesariamente violentos que quise probar. Eran geniales. Y Connor era tan malo jugando, que le gané en todas las partidas. Intenté enseñarle trucos pero parecía que eso no era lo suyo.

Se hizo noche. Le avisé a mamá por medio de una llamada que llegaría un poco tarde.
Salí al jardín. Como la mansión tipo magnate de negocios de Connor estaba lejos de la ciudad, se veían muy bien las estrellas. Me bajé de la silla y me senté en le pasto. Luego me recosté. Sin duda la vista era buena.

— ¿Tú padre llegará muy tarde hoy?— le pregunté.
— ¿Por qué? ¿Quieres conocerlo?
— ¡No, gracias!
— Él es una buena persona— dijo Connor mientras se acostaba en el pasto, a mi lado—. Mamá también. Y ambos se aman mucho.
— No parece. Para ser sincero pienso que el amor no sirve para nada.
— Mi papá dice que el amor nos hace mejorar.
— Mi doctor dice lo mismo. Aunque no le creo.
— Deberías hacerlo. Él es un profesional.
— Sí, pero él lo dice porque seguramente está enamorado. En su caso sí le conviene estarlo, él necesita mejorar más que cualquier otro— dije.
— ¿Por qué?— dijo Connor.
— Por que es bastante torpe. O desafortunado. Ya no sé a quién culpar.
— Creo que cuando decía que el amor te hace mejorar, se refería a que te vuelve mejor persona. No más habilidoso.
— En todo caso, ¿Cómo sabe alguien que está enamorado? Es confuso.
— Yo creo que cuando hay algo de tu ser que quieras cambiar sólo porque quieres ser bueno para alguien, en ese momento se podría decir que amas a una persona.
— ¿Cambiar?— dije—, ¿Qué cosa? ¿Tu peinado o algo similar?
— No. Algo de tu actitud. Tal vez algo malo o desagrable. Al menos eso dice papá. Él me dijo que antes tenía tendencias terribles a beber más de lo normal. Pero cuando conoció a mamá fue dejando su adicción de lado porque sabía que no era bueno para nadie. Mejoró sin proponérselo. Sin darse cuenta. Así es el amor.
— ¿Tu padre era adicto al alcohol?
— ¿Es todo lo que te importa de lo que te conté?
— No, también escuché la parte del amor y las cursilerías.
— No son cursilerías. Es la verdad. Yo no lo sé pero confió en el juicio de mi padre.
— Supongo que tiene razón. Mis padres parecen amarse mucho pero de alguna manera no me lo creo...
— ¿De verdad?— me dijo—. Porque a mi me pareció que tu madre sí ama a tu padre.
— No, ella dice que sí porque teme que yo....

Me detuve. Miré a Connor, a mi lado. Él no tenía por qué saberlo.

— Nada— dije.
— ¿Nada?— dijo él—, ¿Qué ibas a decir?
— Nada. Olvídalo.
— Dime
— No.
— ¿Por qué?
— Por que es personal— dije, me giré—. Y no quiero hablar de eso.
— ¿Tienes problemas con tu madre? Por que ella parece una madre modelo.
— No con ella, si no con los dos... bueno, no pero... es que no sé...
— No entiendo nada.
— No es necesario. No importa realmente.
— Pero sí importa, Andrew— me miró atentamente, estaba muy cerca de mí—. La familia siempre es importante. Si hay algo que te molesta, deberías decirlo. Porque si hay alguien que va a amarte siempre sin importar nada, va a ser tu familia. Ellos.
— Lo sé pero... no me siento con la capacidad de decirles nada. Pero al mismo tiempo quiero saber... y quiero que sepan...
— Realmente no entiendo. Pero no es a mí a quien deberías contarle eso. Es a ellos. Si hay algo que quieres decir, dilo. Porque así eres tú. Siempre dices lo que piensas, ¿No?
— ¡No es tan fácil!

Me di cuenta de que le grité. Me apresuré a voltear a verlo. Pero él no parecía molesto.

— Lo siento— dije.
— Está bien. Te dije que yo podía ver a través de ti. Sé que no querías gritar.
— Entonces también sabes que no quiero hablar.
— Lo sé—me dijo—, pero deberías.
— No, no quiero.
— Sólo no sabes cómo hacerlo. Creo que te vendría bien un poco de práctica. Vamos, finge que soy ellos y dime lo que te molesta.
— No puedo hacer eso, tú no te pareces a mis padres.
— Usa tu imaginación.
— No sirve, en mi imaginación sólo hay unicornios.
— Inténtalo.
— Imposible— dije, decepcionado—. En mi mente tú eres Connor y ya.
— De acuerdo— dijo—. Entonces cuéntame todo. Tal vez no puedas decirle a tus padres, pero hablar te hará sentir mejor.

Lo pensé un poco. Habían muchas cosas que quería contar pero no a él. Era vergonzoso. Quería decirlo pero no sabía cómo. Temía que la imagen que él tuviera de mí desapareciera y en su lugar sólo quedara la persona que era verdaderamente, alguien lleno de temores y complejos.

Poco a poco de dije un par de cosas. Y él sólo escuchó. Llegó un momento en donde dije mucho, tanto que ni siquiera sabía que me molestaba. Lo miré. Él no parecía sorprendido.
No intentó calmar mis inquietudes. Dijo que eso dependía de mis padres. Y que yo tenía dos opciones: vivir así el resto de mis días o hablarlo.

No dije nada porque no sabía. Ya era tarde. Dijo que debía llevarme a casa. Yo no quería ir. Pero debía.
Subí al auto. Y él condujo. En todo el camino no hablamos. Estuvimos en silencio. Yo sólo pensaba. Podía hablar y tal vez todo mejoraría. O empeoraría. Tal vez me odiarían. Y no sabía qué sería de mí. Amaba a mis padres. Temía perderlos. Temía por todo.

Llegamos, muy rápido. Estacionó el auto frente a la casa. El auto de papá ya estaba en el patio, significaba que él ya había llegado. Miré la escena con ansiedad.

— ¿Qué vas a hacer?— dijo Connor.
— ¿Tú qué me recomiendas que haga?
— Hablar.
— ¿Tú lo harías si estuvieras en mi lugar?
— Lo haría.

Volví a mirar mi casa. Parecía que cada vez tenía más miedo...

— Me quedaré aquí— dijo él—. Si por algo las cosas no salen bien, puedes venir y estaré esperando.
— ¿No te irás?
— No.
— ¿Por qué?
— Porque es mi forma de agradecerte por confiar en mí. Pase lo que pase, estaré para apoyarte.
— ¿Y si todo sale mal?
— Igual estaré aquí. No sé que podría hacer para hacerte sentir mejor, pero pensaré en algo mientras no estás.

Lo pensé. Mucho. Y tomé una decisión.

— Voy a hacerlo— dije al fin.

Todo lo que séDonde viven las historias. Descúbrelo ahora