— Co... Connor— dije.
Él se giró para verme. Quise ir hacia él.
— No...— dijo—, no vengas.
Me detuve. Y lo miré.
—Te...— dije, sentía un nudo en la garganta—... tenemos que hablar...
— No. No quiero saberlo.
— No, espera, tú no sabes...
— Necesito irme— dijo, antes de darme la espalda e irse.Observé cómo se alejaba de mí. Lentamente. Como si estuviera herido. Desapareció.
No. Así no quería que fueran las cosas. No iba a dejar que se fuera. No quería. Habían muchas cosas que pasaban en mi vida y por las que no me quedaba callado. Y esa, que era la más importante, no iba a ser la excepción. Connor no iba a irse.
No estaba dispuesto a dejarlo.— ¡Connor!— grité al mismo tiempo que trataba de ir hacia donde él estaba.
Sólo pensaba en alcanzarlo. Entonces, sin que supiera cómo, la silla se volcó. Caí medio metro lejos de ella. Sentí el dolor del golpe de mi cuerpo contra el pasillo de mosaicos. Intenté levantarme pero mi espalda me dolía demasiado. Ahora no, pensé. Tengo que ir con Connor.
Traté de alcanzar mi silla, pero aún estirando mis brazos no pude alcanzarla. Mi cuerpo me dolía tanto que no pude moverme.Me quedé ahí, con el brazo estirado hacia lo que necesitaba. Me dolía todo pero mi corazón era el que parecía estar a punto de romperse.
No pude ir con Connor.
No pude decirle que lo amaba.
No pude ser feliz.
Siempre había pensado que lo más horrible que me había pasado en la vida era haber nacido así.
No, no era lo peor. Ver a Connor irse era lo peor. Porque estar en la silla era desalentador, pero saber que Connor se había ido me mataba.En algún momento de mi vida, en rehabilitación, pensé que un día iba a morir. Que me caería y moriría.
Jamás pense morir de amor. Jamás pensé amar así. Jamás imaginé que sería amado.
Pero quería. Lo deseaba. Como nunca había deseado cualquier cosa.Así que ese era yo. En el suelo, con todo mi ser roto en pedazos. Ahí debí estar siempre. Tenía suerte de estar vivo.
Entonces lo pensé. ¿Por qué seguía vivo? ¿Por qué trataba de que mi vida continuara aún cuando no sabía si iba a tener un futuro? ¿Por qué me había aferrado a vivir? ¿Por qué no morí cuando era bebé? ¿Por qué seguía en ese mundo? ¿Por qué dios decidió dejarme con vida cuando sabía que sería una tortura? ¿Por qué quería que sufriera tanto?
Mi vista se nubló. Sólo podía ver la imagen borrosa de mi silla, tan cerca y tan lejos de mí...
Si pudiera alcanzarla. Si tan sólo pudiera. Si tan sólo pudiera mover un poco mis piernas. Sólo un poquito. Lo suficiente como para llegar a mi silla y subirme.Para alcanzar a Connor.
Mis lágrimas eran las que nublaban mi vista. Caían de manera precipitada por mi cara. Y no podía detenerlas.
Importencia. Cuántas veces no la había sentido. Cuántas veces no había querido ser normal. Cuántas veces me había imaginado en mi cabeza que ocurría un milagro y que yo me levantaba y podía caminar, como en las películas.Esperé el milagro. Seguía esperándolo. Sobre todo en ese momento. Porque por primera vez en mi vida había algo que quería. Alguien por quien podría hacer todo. ¿Por qué dios no me estaba ayudando?
Cerré los ojos. Me sentía cansado. Y mi cuerpo ya no se movía. ¿Qué estaba pasando? ¿Estaba muriendo? ¿Yo? ¿Y mi milagro? ¿Por qué eso estaba pasando?
Por qué de todas las personas tenía que ser yo.
Mi mente pensaba en abrir mis ojos y seguir tratando. En no darme por vencido. Como en las terapias. O las cirugías. O todo. Había aprendido a hacerlo. Pero no sabía por qué.
Recordé que una vez le pregunté al doctor Harper. Le dije que dios no existía. Porque yo le había suplicado por un milagro y no me había dado nada. El doctor dijo que en veces dios no te da lo que quieres, si no lo que necesitas.
Pero pensé que nadie necesitaba no poder caminar. Deducí que dios me odiaba. Y empecé a odiarlo. No sabía siquiera si existía. Pero siempre que algo me pasaba, terminaba recurriendo a él.Como esa vez. Deseaba que me ayudara. Incluso juré no pedirle nada más en mi vida. Sólo esa vez.
Pero no pasó nada.
Nada de nada.¿Por qué seguía vivo? ¿Cuál era el proposito que hacía que me levantara en las mañanas? ¿Qué era? ¿Qué?
Necesitaba a Connor. Como nunca. Me sentía bien a su lado.
Dios te da lo que necesitas, no lo que quieres.Tal vez por eso él apareció en mi vida. Para que lo amara. Me hubiera sido suficiente sólo con poder amarlo. Me conformaba con eso. Yo no debí ser nada. Pero incluso alguien como yo podía amar. Y ser amado.
Estaba bien. Una vida así no era tan mala. No importaba que fuera corta. Pude amar. Y me amaron. Mis padres me amaban.
Y Connor. Tan sólo me hubiera gustado poder habérselo dicho una vez. Una vez más.
Era increíble como un puñado de palabras podían significar tanto.
Era increíble cómo algo tan pequeño podía ser tan hermoso.
Era increíble cómo una persona podía cambiar el mundo entero.
Era increíble cómo podíamos amar.Está bien, me dije. Es suficiente. Obtuve el pequeño milagro que quería. No me dieron lo que pedí. Me dieron lo que necesitaba. Estaba bien si me dejaba llevar.
Esperaba que Connor supiera que mis sentimientos eran los mismos. Esperaba que fuera cierto. Esperaba que me amara. Y que fuera feliz. Sólo eso deseaba.
Entonces le pedí un último milagro a dios. Quería que Connor fuera feliz. Sin importar nada. Sólo eso pedía.
Respiré. Y sonreí.
No sentía mi cuerpo. Y hacía mucho frío. Alguien gritaba mi nombre. Cada vez me era más difícil respirar. Pero no tenía miedo. Me sentía en paz. Volvían a gritar mi nombre.
¿Era Connor? Me hubiera gustado escucharlo una última vez.
Así estaba bien. Me sentía agradecido con la vida. Me había dado más de lo que merecía. Aún así no la aprecié cuando debía. Pero me sentía bien.
Como si después sólo pudieran pasar cosas mejores.
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Todo lo que sé
Short StoryUn chico muy inteligente. Un chico en silla de ruedas. Una cafetería. Una mesa. Una conversación. Una conexión especial. Todo lo que sé es que no sé por qué no imaginé que todas esas cosas juntas no eran sólo una simple coincidencia.