Todo lo que sé es que no soy estúpido. Hasta yo me había dado cuenta de esa realidad. En retrospectiva era obvio. Cuando fuimos un día al centro comercial, una chica empezó a hablar con Connor como si se conocieran de toda la vida. Luego, cuando nadie me vio, le arrojé una bola de papel. Pensé que lo hice porque odié que interrumpiera mi charla con él, pero ese no fue el verdadero motivo. Lo peor es que ni yo lo sabía en ese entonces.
En otra ocasión, cuando caminábamos por la calle, Connor se detuvo para ayudarle a una anciana a cargar sus cosas. Yo iba con ellos comiendo uvas. Cuando Connor no estaba mirando, le arrojé una a la anciana. Ella se giró a verme.
— ¡Fue ese señor!— le señalé a un hombre que iba pasando junto a nosotros.
— ¡Usted es un mal hombre!— le dijo la ancianita antes de golpearlo con su bastón.Sí, nadie sospecharía del chico en sillas de ruedas.
En ese instante ni yo sabía por qué molesté a la anciana. Mientras más lo pensaba más me daba cuenta.
Estaba celoso. Y por ende envidiaba a cualquiera que tuviera la atención de Connor.
Supuse que era porque Connor era la primera persona que se había interesado en mí como amigo y que era natural que me sintiera tan celoso de los que me robaban atención.
De hecho, era un poco triste porque trataba a Connor como si fuera mío, y eso no era cierto.Aún estaba confundido, pero sabía que esos ataques de celos tenían que terminar antes de que Connor se diera cuenta. Sabía que estaba mal porque hasta a Lizzy le tuve envidia. A ella y a sus enormes senos. Menos mal que Connor no sabía nada. Si lo hubiera descubierto me habría muerto de la verguenza. Eso sería difícil de explicar. Para ser sincero, no sabía cómo era la amistad entre dos hombres, pero estaba muy convencido de que no era así, conmigo celando a Connor con hasta una anciana.
Pero no había mucho que pudiera hacer. Pensé en que posiblemente era porque no quería que me robaran a mi único amigo. Y sentía eso porque no tenía más amigos. Mi solución a esa premisa fue tratar de hacer más amigos además de Connor.
En la escuela, intenté llevarme bien con todos e incluso ser su amigo. Me llevó una semana integrarme con los demás. Claro, en esa semana seguí viendo a Connor como normalmente lo hacía.
Sin embargo, ellos no podían dejar de verme como alguien frágil que debía ser cuidado. Me harté. Estaba por tirar mis esfuerzos a la basura cuando noté que había un chico que me hablaba más de lo usual. Es decir, todos me hablaban cuando éstabamos juntos, pero él incluso me buscaba aunque los demás no lo hicieran. Como en el grupo su asiento estaba muy cerca del mío, solía hablarme mucho entre clases.Se llamaba Jace. Era alto, de cabello largo y una sonrisa que me daba mucha confianza. Además de que era muy simpático. Antes no le hablaba tanto no porque no pudiera, si no porque sinceramente no había tenido oportunidad de conocerlo mejor. Había sido un error. Era agradable y gracioso.
Después de unos días en que noté eso, también supe que él era diferente. No solía tratarme como si pudiera romperme, si no que me veía como otro más de sus amigos. Porque tenía muchos amigos. No me sorprendía que fuera tan popular. Sin embargo, lo que sí me sorprendió fue que dejara a tantas personas de lado sólo para sentarse en la misma mesa que Lizzy y yo en la cafetería.— ¡Chad es grandioso!— dijo Lizzy, muy emocionada—, ¡Es el novio ideal!
— ¿De verdad?— dije, me sentía incómodo por la presencia de Jace.
— No sabía que salías con alguien, Elizabeth— dijo Jace.
— Así es— dijo ella—. Chad es genial. No estudia aquí pero puedo verlo después de clases.
— Pues es muy afortunado— afirmó Jace—, tú eres muy bonita.
— Gracias— dijo Lizzy.Ella obviamente estaba feliz. Y no hablaba de otra cosa que no fuera su preciado Chad.
— ¿Qué harán en las vacaciones que se aproximan?— dijo él.
— Cierto— dijo Lizzy—. Ya va a ser navidad. Es emocionante, significa que puedo pasar más tiempo con Chad.
— Yo me iré a visitar a mis abuelos paternos— dijo Jace—. Es un tanto aburrido porque viven lejos pero me agrada la tranquilidad. ¿Y tú, Andrew?
— Estaré en casa. Menos en víspera de navidad— dije.
— ¿Tú y tu familia irán a alguna parte ese día?— preguntó.
— No realmente. Sólo me iré yo, pero será para visitar a un amigo.
— Tal vez después puedas visitarme a mí— dijo él.No respondí. Eso era demasiado pronto. Me tomó definitivamente por sorpresa.
— Aunque ese día será uno muy estresante— dijo—. Tal vez luego.
— Quizá luego— dije, más animado.¡Genial! Para todos los que me consideraban un inepto a la hora de agradarle a las personas, estaban equivocados. Acababa de hacer un amigo y no necesité de nadie o de nada.
Sin embargo, eso no terminó por calmar mi alma. Al principio estaba bien, hasta que Jace se fue con sus otros amigos. Se despidió y se fue. Y no sentí nada. Es decir, no tuve celos de las personas que estaban con él o me sentí mal por quedarme solo. No. Pensé que se debía a que no lo conocía muy bien como para haber profundizado un vínculo. Luego mi teoría se vino abajo cuando recordé que conocía a Lizzy desde mucho antes que a Connor y aunque ella tenía muchas amigas e incluso un novio, yo nunca me había sentido así por ella.
No. Eso era algo exclusivo de Connor. Él era el diferente, que me hacía sentir diferente. Pero no sabía cómo. Y me frustraba. Odiaba no saber lo que pasaba.
Naturalmente me deprimí. No quería no saber. Y cuando hablaba con él o lo visitaba, más me confundía. Era como si se me hubiera caído una venda de los ojos. Las cosas eran diferentes. Mucho.
La navidad se acercaba.Imaginé que seguramente me pasaría un día increíble con Connor, solos, únicamente él y yo.
Hasta que pasó ésto:— Andrew— me dijo por teléfono—, perdona por hacer esto, pero voy a tener que cancelar nuestro compromiso.
— ¿Eh? ¿Por qué?
— Mis padres quieren que vaya con ellos a una fiesta de navidad que hará el gobernador. Tengo que ir.
— Suena aburrido.
— Va a ser aburrido— se quejó—. Lamentablemente no estarás para alegrar mi día.
— ¿Y por qué no?— dije—, ¿No puedo ir contigo?
— ¿Quieres ir?
— ¿Te sorprende?
— Naturalmente. Será una fiesta de gente pretenciosa y estirada. Siempre pensé que odiabas a esas personas.
— Las odio— contesté—, pero resulta que soy tan buen amigo que no voy a dejar que mueras de aburrimiento. Tendré que hacer el sacrificio. No me queda más que acompañarte a esa fiesta horrible. Al menos que no quieras que vaya.
— ¡Quiero que vengas!— dijo.
— Genial— dije—, pero no prometo que todo salga bien. Como sabes, soy un imán para las cosas inesperadas.
— Cuento con que eso pase— sonrió.
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Todo lo que sé
Short StoryUn chico muy inteligente. Un chico en silla de ruedas. Una cafetería. Una mesa. Una conversación. Una conexión especial. Todo lo que sé es que no sé por qué no imaginé que todas esas cosas juntas no eran sólo una simple coincidencia.