Llegamos a mi casa. Victoria se bajó del auto. Le dije que la alcanzaba en un minuto, que necesitaba decirle algo a Connor. Ella se fue. Nos quedamos solos.
— Jace y Lizzy lo tomaron bien— le dije.
— Eso parece. Acepto que ahora ya me agrada tu amigo— dijo Connor.
— Es agradable. Además, mamá también lo tomó bien. Mejor de lo que esperaba. Ya sabía.
— ¿Ella sabía sobre nosotros?
— Sí— dije—, me dijo que las madres siempre saben ese tipo de cosas. También dijo que me ayudará a hablar con papá por la noche.
— En serio creo que debería estar contigo hoy. No me siento bien sabiendo que podría ser duro para ti.
— Todo saldrá bien. Conozco a mi padre. Tú le agradas así que no tienes nada de qué preocuparte.
— De todas formas— tomó mi mano—, si me necesitas sólo llámame. Estaré ahí inmediatamente.
— Lo haré— dije.Miré a Connor. Cuando lo veía y recordaba lo que Jace dijo, no podía dejar de pensar en lo afortunado que fui al conocerlo. Al dejarme llevar por todas esas pequeñas pistas que el destino puso para mí, para que yo terminara amándolo.
Y veía que aunque yo era algo minúsculo en el universo, éste no me había olvidado. Me había dado mi pequeño milagro. Y eso era todo lo que sabía. Todo lo que necesitaba saber.— ¿En qué piensas?— me dijo.
— En la suerte que tengo por tenerte en mi vida.
— Entonces en verdad somos afortunados.Se acercó a mí. Sus labios rozaron los míos. Y me besó. Lo besé.
Creí que nunca me amaría. Pero lo hacía y sentía que la felicidad se desbordaba de mí como si siempre hubiera estado ahí, esperando el momento adecuado para hacerme sentir bien.Amaba a Connor. No lo dudaba. Amarlo era como respirar: cuando supe que podía hacerlo ya lo necesitaba para vivir. Y no podía dejar de sentirme así. No quería. Sólo deseaba que mis sentimientos duraran para siempre y que jamás se fueran.
Estaba por bajar cuando noté que Victoria se había dejado un libro en el asiento del auto. Lo tomé. Seguramente era importante.
— Llámame— me dijo, antes de irse.
— Lo haré— dije.
— Y Andrew— lo miré—, te amo.
— Yo también— dije con el corazón acelerado.Lo miré irse. Entré a casa. Mamá no estaba, se había ido con unas amigas pero llegaría por la tarde. Entonces se me ocurrió una idea. Victoria tampoco sabía sobre Connor y yo. Si le decía ella podría apoyarme en la noche, cuando le dijera a papá. Seguramente estaría de mi lado. Era mi hemana y amiga de Connor.
Rápidamente fui a buscarla. Iba a devolverle su libro. Y a decirle. Me sentía emocionado.
Golpeé la puerta de su habitación. No se escuchó nada.
— Victoria, ¿Estás aquí?— pregunté.
Silencio. Nadie dijo nada. Decidí entrar.
Me sorprendió ver muchas cosas desordenadas. En el suelo, incluso rotas.— ¿Victoria?— dije.
Ella salió de su baño. Me miró. Se veía despeinada y tenía el maquillaje un poco corrido.
— ¿Te pasó algo?— dije, preocupado.
— Sí— dijo con seriedad—. Tú. Tú llegaste a mi vida.
— No entiendo— dije.
— ¿Qué no entiendes? ¿Aún hay algo que debas o quieras entender? ¿Para qué? ¿Qué parte de mi vida te falta por arruinar?— dijo enojada, mirándome fijamente.
— No sé de qué hablas.Ella caminó por su habitación alterada, nerviosa, afligida.
— ¿Qué está pasando?— dije, muy preocupado?
— ¿Por qué me odias tanto, Andrew?— dijo entre sollozos—, ¿Qué te he hecho yo para que tú me trates así?La miré. No entendía nada. Pero ella se veía mal. Mucho. Y nunca la había visto así.
— Yo no te odio— dije un poco aturdido.
— ¡Claro que sí!— me gritó—, ¡Sólo arruinas mi vida!
— ¡Yo no haría algo así!— dije, conmocionado.
— Claro que sí— se acercó a mí—, porque todo lo que haces en la vida es destruir. Es lastimar. No sabes hacer otra cosa.
— No sé por qué dices eso— dije, sentía que mi corazón se me rompía.
— Porque es verdad. Porque no conozco otra cosa que hagas tú que no me produzca dolor. ¿Quieres que te cuente? Lo haré.
He vivido toda mi vida siendo invisible. Mis padres no conocen otra cosa que no sea Andrew. "Un juguete para Andrew", "Limonada para Andrew", "Regalos para Andrew". Como si yo no necesitara nada. Como si yo no existiera. ¿Sabes lo que es sentirte absolutamente solo? Claro que no. Siempre hay personas contigo. Pero no porque quieran estarlo. Es por lástima. Porque eso es todo lo que piensa la gente cuando te ve. En lo mucho que les das pena.
— ¿Por qué dices... cosas tan... crueles?— dije, no podía sostener mis lágrimas más.
— ¡Por que te odio!— me gritó—, ¡Te odio mucho! ¡Has arruinado mi vida! ¡Estuve sola incluso en algunos de mis cumpleaños porque mis padres siempre estaban en los hospitales contigo! ¿Sabes lo horrible que es que tus padres no estén junto a ti en los eventos escolares? ¿En las graduaciones? ¿Sabes lo que es que nadie te quiera? ¡Claro que no! ¡Todo el mundo ama al niño paralítico!
— Eso no es cierto— dije en un hilo de voz, sentía que la respiración se me entrecortaba.
— ¡Lo es! ¿Sabes qué es lo que he estado pensado desde que tengo memoria? En lo mucho que deseo que estuvieras muerto. Eso debió pasarte. La vida sería mejor así. He visto muchas veces llorar a mamá y papá por tu culpa. Los he visto discutir. Los he visto batallar duro cuando los costos del hospital son elevados y no pueden pagarlos. Los he visto sufrir. Todo por ti. Todo por alguien que no lo merece.Me miró y sentí todo su odio. Todo su desprecio. No podía dejar de pensar en lo mucho que me lastimaban sus palabras. Porque era cierto lo que decía. Era completamente cierto.
— Te odio— dijo con amargura—. Siempre lo he hecho. Pensé que debía de soportar todo lo malo porque eres mi hermano, pero no voy a dejar que arruines mi vida. Ni la de otros. No mereces el amor de papá y mamá. Yo sí. Yo soy una alumna ejemplar. Una buena hija. Tú sólo causas problemas. Sólo causas dolor. No mereces vivir.
No podía dejar de llorar. No sabía que Victoria me odiaba tanto.
— ¿Sabes qué es lo peor de todo?— dijo, enojada y entre lágrimas—, Connor. Él era lo único que no habías arruinado. Pero lo hiciste.
— ¿Connor?— dije, mi corazón debía estar hecho pedazos.
— ¡No intentes mentirme! ¡Los vi en el auto! ¡Iba a regresar por mi libro cuando los vi! Sentí que moría— ella estaba llorando muy fuerte—, porque él es todo lo que había querido en toda mi vida. Me decía a mí misma que todo estaba bien, que no importa cuánto dolor había pasado las cosas mejorarían cuando él notara que yo lo amaba. Pero eso no pasó. Tú llegaste y te ganaste su lástima. Por eso te besó. Porque le das lástima. No podría sentir nunca nada por ti. Nadie en éste mundo te amaría.
— Te equivocas— dije—, Connor me ama. Me lo ha dicho. El destino nos llevó a estar juntos...
— ¡No es cierto! ¡Sólo mírate! ¡Eres un estúpido chico paralítico que no va a dejar esa silla nunca! ¿De verdad crees que alguien como Connor sentiría amor por ti? ¡Qué ridículo eres! ¡Es asqueroso! ¡Tú eres asqueroso!
— ¡No sigas por favor!— dije entre lágrimas, era tan doloroso que sentía que podía morir.
— ¡Entonces sólo muere!— me gritó—, ¡Eso es lo que deberías hacer! ¡Y aléjate de mi vida para siempre! ¡Vete!Se acercó a mí y me empujó hasta la puerta. La cerró y se quedó dentro.
Yo sólo lloraba. Y no podía dejar de pensar en que ella tenía razón en todo.
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Todo lo que sé
Short StoryUn chico muy inteligente. Un chico en silla de ruedas. Una cafetería. Una mesa. Una conversación. Una conexión especial. Todo lo que sé es que no sé por qué no imaginé que todas esas cosas juntas no eran sólo una simple coincidencia.